El libro de relatos consta de cuatro breves textos, escritos al parecer antes y después de la finalización de 'El Gatopardo', la obra maestra de Lampedusa, precedidos de otras tantas interesantísimas introducciones de Gioacchino Lanza Tomasi, al que después nos referiremos.

Los títulos de esta primera edición en español son: 'Recuerdos de infancia', 'La alegría y la ley', 'La sirena' y 'Los gatitos ciegos'. Estos cuatro textos son de muy diversa naturaleza y calidad, aunque nunca mediocres, y el conjunto denota la magia evocadora del autor de 'El Gatopardo', (o,quizá,será que el ánimo del lector y del crítico no puede soslayar su profunda huella).

Los 'Recuerdos de infancia'('I luoghi della mia prima infancia') son, como no podría ser de otra forma, los mas 'gatopardescos' del libro, dedicados a recorrer con minuciosidad, incluso con croquis aclaratorios, las casas en las que el autor vivió y los acontecimientos, los personajes y los sentimientos que ellas evocan. Aquí está en todo su esplendor, la casa -el 'palazzo' de Via Lampedusa en Palermo- como si los muchos años trascurridos y su destrucción total en el feroz ataque aéreo de 1943 no contaran en el ensueño del autor. También su casa preferida, la del pequeño pueblo de Santa Margherita di Belice y su jardín, la capilla y el teatro -un pueblo, por cierto, aunque el autor no lo mencione, fundado por un ancestro de Lampedusa mediante carta de población otorgada por nuestro Felipe II; el lugar lo relaciona con el viaje de doce horas que la familia hacía todos los veranos desde Palermo,que es el descrito en 'El Gatopardo' y magníficamente filmado por Visconti, al que se añaden los detalles reales de la famosa excursión a la Donnafugata de la ficción.

El segundo de los textos, 'La alegría y la ley', difiere por completo no solo del anterior sino de toda la escritura que conocemos del autor; se trata de un breve cuento de Navidad cuyo protagonista es un mediocre contable con familia numerosa, escrito en la onda neorrealista que recorría la Italia de posguerra, hasta el punto que se diría un esbozo de guión para De Sica, Germi o cualquier otro de los geniales directores de la época. En todo caso, es una curiosa muestra de versatilidad e influencia del entorno del escritor.

En el titulado 'La sirena' ('Ligheia'), la narración, considerada como otra, aunque breve, obra maestra, se desarrolla a través de un lado, de una situación contemporánea, en Turín, donde un famoso erudito de vida retirada, malhumorado y a ratos insolente, siciliano «expatriado» en el Norte, entabla una difícil amistad con el narrador, un periodista del mismo origen isleño, y, poco antes de morir, le cuenta, y este es el otro lado de la narración, la prodigiosa y única aventura de su vida, cuando en su juventud, en una desierta playa siciliana, vivió unos días de apasionado amor, real y mágico, con una sirena, una evocación que iluminará hasta el fin toda su existencia. Los datos realistas del relato contrastan con la vivencia mágica en un conjunto de una fuerza lírica increíble.

El último texto, 'Los gatitos ciegos', vuelve a ser explícitamente 'gatopardesco', ofreciéndonos sin embargo la otra cara de la moneda siciliana aristocrática y decadente, la de la nueva clase que sustituye a la arruinada nobleza a la que ha arrebatado sus latifundios y se constituye en la clase dirigente; a esa clase, entrevista en 'El Gatopardo' a través de Don Calogero Sedara, futuro consuegro del príncipe, dedica el autor todo el relato en un alarde de conocimientos sobre Sicilia, sus gentes, su paisaje y su historia y futuro, con una maestría que revela una insospechada experiencia de escritor de un solo libro. Desgraciadamente, el propósito de Lampedusa de continuar el relato hasta completar una novela se frustró con su muerte, al igual que con su autobiografía, de la que los recuerdos de la infancia habría sido el primer tramo.

Por último, quiero resaltar la persona del autor de las introducciones de esta edición, que la enriquece y le da una calidad muy superior a la de la vieja edición-1966- de Penguin, que cuenta con un soso prólogo de E. M. Forster.

Gioacchino Lanza Tomasi, pariente de Lampedusa, fue su asiduo acompañante y amigo, y este lo adoptó, no solo por cariño, que lo había, sino para que pudiera heredar sus títulos, como así ocurrió, salvándolos de la desaparición.

Está casado con otra aristócrata, española,y vive en Palermo en uno de los 'palazzi' de la familia, restaurado por él, donde ofrece alojamiento a pequeños grupos de turistas. Conserva la biblioteca de Lampedusa, salvada de la destrucción; es un afamado erudito y catedrático universitario, y sobre todo, uno de los mayores conocedores de la vida y obra de su célebre pariente, conocimientos patentes en los jugosos prólogos de esta edición, y me atrevería a decir, él mismo todo un personaje digno de figurar en 'El Gatopardo'.