La Gran Bretaña de la posguerra y los años cincuenta y siguientes, conoció una generación de mujeres escritoras de enorme valía, una generación de autoras que cultivaron con maestría literaria tanto la novela como el género negro o el compromiso social, el periodismo o el ensayo. La lista es enorme, Muriel Spark, Penélope Fitzgerald, Iris Murdoch, Agatha Christie, Rebecca Wets, Beryl Bainbridge, o Ivy Compton-Burnett.

Rebecca West (Cicely Isabel Fairfield) es el más lúcido prototipo de este valioso grupo. Periodista, novelista, ensayista, pasando por el derecho o la psicología, su maestría en el manejo de distintas disciplinas, la encumbraron como una de las grandes escritoras británicas del pasado siglo. Destacó también como personaje público por su precoz militancia feminista en pro del sufragismo, su defensa de la democracia frente a los peligros del nazismo y el fascismo (fue propulsora del Comité de Ayuda a Personas sin Hogar para mujeres y niños durante la Guerra Civil de España), o su feroz antiestalinismo. Como sus magníficas crónicas sobre los juicios de Nuremberg, Rebecca West plasmó en sus escritos la situación política y social de Europa y otros lugares del planeta durante los convulsos años cincuenta.

Pero fue la Rebecca West novelista la que forjó su condición de la escritora mas importante de su tiempo en Gran Bretaña. Con una peculiar voz narrativa conminatoria, lúcida, irritante, minuciosa, en su producción literaria a lo largo de cinco décadas, desde finales de los veinte hasta los años sesenta, sus libros exponen complejos relatos sociales en los que la corrupción de sus miembros influyentes convive con la decencia de las personas honradas. Dos estereotipos que West supo retratar con solvencia y fustigar -en el caso de los corruptos-.

Dotada de una inteligencia y una osadía prodigiosas, Wets dejó una obra novelística perdurable con títulos como 'El regreso del soldado' o 'Cuando los pájaros caen', y su deslumbrante trilogía de los Aubrey, una saga donde relata la historia de esta familia en Londres desde el período eduardiano hasta la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias.

La editorial Seix Barral ya publicó el pasado año el primer volumen de esta trilogía, 'La familia Aubrey', una familia de gustos artísticos, algo excéntrica y con escasos recursos económicos. Allí están la madre Clare; Piers, el padre, un soñador, incapaz de sacar adelante a los suyos, y los hijos: la bella Cordelia, las gemelas Rose y Mary y el pequeño Richard Quin.

Nos llega ahora, también de la mano de Seix Barral, el segundo volumen de esta saga: 'La noche interrumpida', donde se llega a la mayoría de edad de los niños, con su aceptación gradual del amor y la pérdida, que se vuelve aún más conmovedora a medida que los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial se aceleran.

Las niñas han crecido y hoy ya son unas jóvenes mujeres que han seguido su propio camino: las gemelas Mary y Rose son dos pianistas de fama que viven la dificultad que comporta tener un talento extraordinario. La hermana mayor, Cordelia, es una mujer casada y acomodada. La prima Rosamund trabaja como enfermera y la madre empieza poco a poco a apagarse mientras que el padre ha desaparecido definitivamente. Y el pequeño Richard Quin, que se ha transformado en un joven seductor y brillante.

Pero la guerra caerá sobre la familia como una catástrofe anunciada: mientras Inglaterra se ve obligada a separarse de sus hombres, el universo de los Aubrey se va volviendo exclusivamente femenino y incierto.

La publicación de 'La noche interrumpida' y el volumen anterior, permite la justicia poética de devolver la obra de Rebecca West al lugar que merece, como una gigante de las letras británicas.