Cees Nooteboom ha estado viajando regularmente a Venecia desde 1964 y se aloja en hoteles y apartamentos, siempre en diferentes puntos de la ciudad. De este enamoramiento y de su mágica pluma nace ´Venecia. El león, la ciudad y el agua´ (Ediciones Siruela), donde el escritor de Países Bajos va en busca de una Venecia lenta, donde pasear con las manos a la espalda y reflexionar en detalle sobre lo que ve.

Nooteboom camina o toma el vaparetto y ve la ciudad y la gente, observa y luego describe esto en frases y descripciones incomparablemente hermosas. Ya sean sus recorridos a pie en los que se pierde, pero en los que no está nada mal, o sus visitas a los museos y las iglesias o sus viajes a las distintas islas. Durante sus vagabundeos por la ciudad, el escritor se encuentra con los fantasmas de Couperus, de Casanova, Ruskin, Pound, Brodsky. Se cruza en el camino del león, el animal tótem de Venecia.Escribe: «Más cerca, al otro lado de la calle, está la isla de la muerte de San Michele con los altos cipreses como guardias, pero no es triste saber que Brodsky, Stravinsky y Diaghilev están alrededor de la tumba de Pound tarareando canciones rusas hasta el final de los tiempos».

Leyendo la amorosa prosa deNooteboom sobre Venecia, olvidamos su mala situación, con la deslumbrante y hermosa ciudad amenazada de ahogamiento por el hundimiento y la crecida del agua, asediada por un número astronómico de turistas. Venecia está en camino de convertirse en un parque de atracciones, con puertas y entradas.

Pero Nooteboom nos habla del león, la ciudad y el agua, sobre su amor por esta ciudad especial. Lleva al lector a su manera conocida y erudita en los numerosos viajes de descubrimiento que ha realizado en la ciudad durante las últimas décadas. Habla sobre las iglesias, entre las muchas pinturas hermosas y otros tesoros artísticos que se pueden admirar, sobre la rica historia, los habitantes de la ciudad y los muchos artistas y escritores para quienes Venecia, como para Nooteboom, es una especie de musa.

A veces hay que curar demasiada belleza visitando la otra Venecia. Y así descubre ese café pequeño y oscuro, esa pequeña plaza, esa isla olvidada, ese jardín, la gente corriente y, sobre todo, ese lugar escondido sin turistas.

Por la noche, Nooteboom lee a la escasa luz de una lámpara de mesa anticuada sobre los ciento veinte dogos de Venecia, que fueron elegidos según un complicado procedimiento. O lee a Ruskin, «quien diseccionó, estudió y nombró piedra a piedra los edificios de la ciudad y sus formas». Cuando abre las contraventanas de su habitación de hotel por la mañana, inmediatamente se enamora de la fachada del Giglio, directamente enfrente de él: «Nunca antes había tenido un romance con una fachada desde mi cama».

Tanto para el visitante habitual como para el lector que nunca ha visitado la ciudad, el libro es un verdadero viaje de descubrimiento. Rico en anécdotas, información y observación fascinante, y el estilo pulcro de Cees Nooteboom, el libro ofrece varias horas de maravilloso placer de lectura. Además, las hermosas fotos de la fotógrafa Simone Sassen añaden una dimensión adicional.