En los próximos días, voy a sumergirme en el mundo de Lucia Berlin, la escritora que de manera póstuma pasa por ser «el secreto mejor guardado de las letras estadounidenses». Ya es mala pata ir a convertirte en una autora de éxito diez después de tu muerte y no diez años antes. De todos modos, no sé qué esperar de los cuentos reunidos en 'Una noche en el paraíso' (Alfaguara, 2018), porque aún no he leído ni una sola página de Berlin. Llego tarde a todos los fenómenos literarios, un poco por manía contra las modas, pero también porque suele enterarme tarde de casi todo -sin duda, esa es una de las mejores razones por las que ya no ejerzo de periodista-. Quiero llegar a esos cuentos con la menor cantidad de prejuicios en mi mirada, por lo que he evitado indagar en la vida de Berlin -aunque recuerdo que me contaron que la suya fue una existencia dura, problemática y rica en momentos autodestructivos-. Cruzo los dedos, con la esperanza de que me guste este libro -no tengo ganas de sentirme fuera de la manada, de creer que miles de lectores han sido engañados mientras yo poseo la verdad-. Pero como yo no puedo vivir solo de cuentos y fenómenos literarios, me guardo un as en la manga para los próximos días: tengo en la mesilla de noche el primer tomo de 'La tumba de Drácula', quizá el mejor tebeo que Marvel Comics publicó en los años 70, y que ha comenzado a publicar Panini en la 'Biblioteca Drácula'. Sí, esa es mi apuesta para antes de la Navidad.