La editorial Fórcola se ha convertido en uno de los referentes en lengua española de un ramo de la expresión escrita que tiene muchos seguidores: los libros que hablan de libros y de quienes los escriben. A este respecto podemos encontrar los atractivos trabajos de Jesús Marchamalo e incluso enfoques tan originales como 'Los enemigos de los libros', de William Blades. Y repleto de originalidad es la 'Breve historia del marcapáginas', que en Fórcola nos ofrece el bibliotecario napolitano Massimo Gatta, con un amplio prólogo de David Felipe Arranz.

El librito es una delicia, un breve pero intenso paseo por la discreta historia de este marcador de la lectura, del que se tienen las primeras evidencias en el siglo IV después de Cristo. En concreto, en un marcapáginas de cuero adornado con pergamino y que apareció pegado a la cubierta de un códice copto, aunque como antecedentes un poco más modernos podrían incluirse las manos diminutas que se dibujaban en los manuscritos, una práctica muy extendida en España entre los siglos XII y XVIII.

Gatta escribe con concisión y gracia para adentrarse en logros tan modesto pero tan importantes para la lectura, y además bucea en las representaciones pictóricas en las que en sobrios cuadros renacentistas asoma, con toda humildad, una tira de cuero o una cinta entre las páginas de valiosos volúmenes.

No será hasta mediados del XIX cuando aparezca el marcapáginas suelto de papel y en los años 30 del pasado siglo cuando se convierta en vehículo publicitario e inunde el mercado con diseños impregnados de modernidad.

En resumen, un librito muy ameno, con la traducción de Amelia Pérez de Villar, imprescindible para los muchos coleccionistas de marcapáginas que hay en España y que viene, faltaría más, acompañado por un marcapáginas autorreferencial.