Que el tiempo no es lineal ni constante, que tratar de medirlo, contarlo o regularlo es una quimera, que la vida se anticipa continuamente, ya lo ha demostrado con mucha largueza la ciencia, fundamentalmente la Física. Sin embargo, tampoco esto es una novedad, porque enseñanzas (o al menos la sospecha, la intuición), que hablaban de eso ya era posible encontrarlas en unas cuantas de las antiguas tradiciones iniciáticas, tanto religiosas como filosóficas.

Sobre esa línea, primordialmente, transcurren los relatos de 'La vida anticipada' el último trabajo del poeta y narrador cordobés Francisco Javier Guerrero, publicado por editorial Adeshoras e ilustrado por Lola del Castillo.

En los cuentos de Francisco Javier Guerrero se eleva, como una leve forma de niebla, como un vapor que surgiera de la raíz misma del cuento, el prestigio de lo hermético, de lo extraño y de lo innovador. Los relatos de 'La vida anticipada' caminan argumentalmente, casi siempre, por el misterio y lo extraño, por lo asombroso, y el lector tiene, a veces, la sensación de estar en un territorio conocido y, al mismo tiempo, fantástico.

Alguna vez habló Borges de que sólo en escritores entregados al encanto de la palabra encuentran los jóvenes literatura en cantidad suficiente. Ampliaremos el campo desde esos jóvenes a quienes invocaba Borges y trataremos de alcanzar un objetivo más ambicioso, esa inmensa minoría de lectores que gustan de la palabra exacta, del endecasílabo oculto entre la prosa, inaugurando o concluyendo con brillantez un párrafo, que aporta un toque de sentencia, de belleza, de estilo.

Francisco Javier Guerrero ya nos había dejado claro en sus anteriores libros que es un poeta que narra. Milita en esa cofradía de escritores que tienen en la palabra exacta, pulida, tallada, el sustento de su trabajo, la base, el fundamento. Ni una fuera de lugar, ni una de más, ni una de menos. Una exactitud de reloj para hablar del inexistente tiempo, quizás la paradoja final que nos regala este fantástico libro que requiere varias relecturas, varios saboreos. Pero no es ese el único logro de 'La vida anticipada'. Estilísticamente abunda en las elipsis, en la metaliteratura, en los juegos de espejos. Francisco Javier Guerrero es un autor que no solo desconfía de los límites entre géneros, sino que parece complacerse en demostrar su inexistencia.

Desde, como decimos, el lenguaje de la poesía, desde la exactitud de la palabra precisa, invade el campo de la narrativa y la eleva a una categoría de exactitud que va más allá de las propias palabras, porque esa exactitud alcanza igualmente a la estructura del cuento, a su entramado narrativo, y lo sublima.