«La maté por no darle un disgusto», ilustra de manera singular esta pequeña obra maestra del microrelato, salida de la genialidad de Max Aub, un Max Aub brillante, dominador de lo absurdo, del expresionismo ácido y burlón y del arte minimalista del pequeño relato.

Reino de Cordelia, en un excelente trabajo, publica ahora la edición crítica de este texto, a cargo de Pedro Tejada, uno de los expertos en la obra de Aub y con ilustraciones de Pedro Arjona. Coeditado con la Fundación Max Aub, el volumen ofrece 22 relatos nuevos: doce crímenes, tres suicidios y siete epitafios.

Aub, que trabajó durante veinte años en estos relatos con nuevas incorporaciones, retoques o reelaboraciones, da muestra en todos ellos del dominio de las expresiones coloquiales para describir una realidad próxima, dotándola de una carga humorística no exenta de un sesgo crítico.

Esa maestría para aplicar el espíritu de síntesis le lleva a que la mayoría de los relatos sean apenas de media docena de palabras o poco mas. Los hay más cortos que el famoso cuento del dinosaurio de Augusto Monterroso. Los hay de seis palabras: 'Lo maté porque era de Vinaroz'. Los hay de cinco palabras: '¡Tenía el cuello tan largo!; e incluso de tres: 'Suicidarse en seco'.

Su humor tiene registros variados, con la visión del humor como una actitud ante la vida y como una concepción universal que espera el localismo Es un humor que parte de la indignación y por eso se lo toma muy en serio. La intolerancia es la causa de la mayoría de los crímenes que escribe Aub. También retrata otros vicios como el egoísmo, la difamación o la incomprensión.

Pero es la intolerancia su principal causa ya que el criminal no soporta la torpeza de los otros: mata porque le pisan reiteradamente en el tranvía, por romperle la sopera de su madre, porque le sudaban las manos. La respuesta del criminal es desproporcionada y desmedida respecto a la culpa y la respuesta es brutal.

Los criminales, además de serlo, también aparecen como víctimas. Matan porque son víctimas de sus impulsos: 'La maté porque era mi mujer'; de su ineptitud: 'No lo hice adrede'; del aburrimiento: 'Lo maté porque era de Vinaroz'; o de su irracionalidad: 'Lo maté porque no pensaba como yo'.

Si en los seis volúmenes de 'El laberinto mágico': Campo cerrado, Campo de sangre, Campo abierto, Tierra de campos, Campo francés y Campo de almendros', Aub da un fiel testimonio de la tragedia de la guerra civil española, en 'Crímenes ejemplares' dibuja con humor serio e implacable, los vicios y desmesuras que llevan al hombre a matar a otro con absurda irracionalidad.