La relevancia de Robert Walser

Siruela publica ‘Berlín y el artista’ con textos periodísticos de Walser donde muestra su genio y su profundidad para abordar temas relevantes

Detalle de la portada de 'Berlín y el artista'

Detalle de la portada de 'Berlín y el artista' / Francisco Recio

Francisco Recio

Toda la literatura, aunque con lentitud, se rindió ya al genio narrativo de Robert, y ello a pesar de sus propios esfuerzos de pasar inadvertido. Es cierto que Walser era un tipo extraño. Vagabundeó por diversos oficios, nunca tuvo casa propia ni se estableció en ningún lugar concreto; no tenía posesiones materiales, no tenía libros, ni siquiera los que escribió; apenas se le conoce un escarceo amoroso con una mujer que no fue más allá de dos cartas con tintes pasionales.

Su única y gran posesión era un valioso mundo interior, portentoso, de una singular belleza, que llevó a sus escritos. Supo ser un observador tranquilo, un pensador que sólo confraternizaba con la inteligencia.

En esa tarea de divulgar el genio de Walser la editorial Siruela está teniendo una aportación muy destacada. Ha llevado a cabo una tarea admirable con su obra, acercándola al lector español. Prácticamente toda su obra está editada por Siruela, como ocurre con el libro que acaba de editar.

En ‘Berlín y el artista’ el editor Thoman Hirschhorn recupera mas de sesenta textos periodísticos publicados entre 1907 y 1927, en distintas revistas, durante los años de mayor actividad pública de Walser.

El propio Thoman Hirschhorn señala en el prólogo que «todos los libros y todos los textos son igual de importantes. Importante quiere decir, para mí, significativo. No hay texto ni libro que no sea ‘significativo’ o ‘relevante’. Me encantan como muestras de resistencia, como muestras de exigencia absoluta, pues son exigentes hasta el punto de que exigen demasiado».

Efectivamente, en estos escritos Walser reflexiona sobre el mundo del arte, como la pintura, la poesía, o el teatro; de trascendencia social como ‘Carta de un poeta a un caballero’; de ciudades, como Berlín: «Berlín es magnífico», o de temas aparentemente mas triviales, como la salchicha, un viaje en tranvía, o las tabernas, pero en todos ellos con un discursos relevante y significativo que los convierten en textos exigentes.

Ya entonces en esos escritos Walser marcaba distancias sobre su rechazo a los oropeles de la fama. En el texto ‘El escritor’ señala: «el escritor, en la vida, suele ser lo que llaman una persona ridícula, y en cualquier caso es siempre una sombra, siempre se queda al margen»

Y finalmente sobre su propia persona: «deseo que no se me preste atención. Si, a pesar de todo, insisten en hacerme caso, advierto de que pienso hacer yo caso omiso del caso que me hagan. Llevar al papel los libros que he escrito hasta ahora no fue ninguna obligación».

Y así fue. Un día le internaron en un sanatorio y desapareció para la escritura, dejó de escribir. Otro día, el de Navidad de 1956, se dejó morir caído en la nieve, sin hacer ruido. Pero el clamor de su enorme relevancia literaria sigue agitando el mundo.

Berlín y el artista

  • Robert Walser
  • Editorial Siruela
  • Traducción de Isabel García Adánez
  • Precio: 24,95 euros