Protagonista

Faulkner, el gigante solitario del Sur

William Faulkner defendía con tenacidad su privacidad y apenas concedía entrevistas - La editorial Reino de Redonda publica una selección de ellas, que retratan su alma solitaria y sus ideas de escritor

Faulkner, el gigante solitario del Sur

Faulkner, el gigante solitario del Sur / L. O.

Francisco Millet Alcoba

Aunque era un hombre cortés, William Faulkner defendió con tenacidad siempre su privacidad contra la publicidad y las entrevistas. Como escritor se atenía al anticuado punto de vista de que su trabajo era escribir libros y a otros correspondía el de publicitarlos y como escritor se negaba a participar en los procesos habituales de publicidad y promoción. Era algo natural en él, no era una pose. Faulkner consideraba que sus experiencias personales eran algo que solo podía compartir con el público en forma de ficción.

Todo ello lo explican James Meriwether y Michael Millgate, editores de ‘León en el jardín. William Faulkner. Entrevistas 1926-1962’, una selección de las mejores entrevistas realizadas a Faulkner, que ahora publica la editorial Reino de Redonda.

Meriwether y Millgate cuentan como su capacidad para dar entrevistas se producía en ocasiones excepcionales. Claro que conforme aumentó su fama aumentaron también los deseos de entrevistarle, algo que él consideraba invasiones de su privacidad. Se defendía de ello usado en unos casos la ironía: a unos periodistas neoyorkinos les respondió acerca de cómo escribía sus historias: «sólo intento hincar los clavos derecho para que el aparador quede bien»; en otros, ocultando sus méritos, lo que llevó a un periodista que lo entrevistó en su casa a decir que «parecía más orgulloso de las cerraduras hechas a mano que de cualquiera de los libros que ha escrito».

Se solía contener, pero no siempre. En una ocasión en que su amigo Malcom Cowley le anunció la visita nada menos que del escritor ruso Ilya Erhenburg, estalló, «maldita sea, el mes pasado, dos malditos suecos, hace dos días un condenado reportero de Chicago, y ahora este otro que ni siquiera saber hablar inglés…».

Él se atenía de forma tenaz al principio de que «sólo las obras de un escritor están en el dominio público, para ser discutidas y para que se investigue y se escriba acerca de ellas y que, en tanto un escritor no cometa un delito o se presente a un cargo público, su vida privada es de su exclusiva propiedad».

Sin embargo, durante los últimos años de su vida y en especial tras la concesión del Premio Nobel, aflojó mucho y salió de la barrera que había levantado durante tantos años ante el mundo. Dio discursos, y aceptó cierto grado de responsabilidad como figura pública.

Pero a veces se abría y mostraba sus rincones mas ocultos. Esto siempre tenía que ver con su interlocutor. Así una de las entrevistas mas brillantes que aparecen en este libro es la que mantuvo con el estudiante universitario francés Loï Bouvard. En ella Faulkner habló sin cortapisas y con sinceridad mostrando sus pensamientos más ocultos y sus ideas más profundas. Sin duda correspondía así al alto nivel intelectual y personal de su interlocutor.

En esa entrevista Faulkner habló de Dios: «Dios es. Sin tener en cuenta a Dios no se llega a ninguna parte».

Habló del hombre: «El hombre es libre y responsable, su tragedia es la imposibilidad o la tremenda dificultad de comunicarse. El hombre viene de Dios, es importante porque posee sentido moral. Tengo fe en él, pese a sus defectos y limitaciones».

Habló del tiempo: «El tiempo no existe. Solo existe el momento presente, en el que incluyo el pasado y el futuro y eso es la eternidad, el ser humano nunca es esclavo del tiempo».

Y habló del arte: «El arte no es solo la expresión mas suprema del hombre, es también la salvación de la humanidad. El artista es su transmisor. El artista ha de crear su propio lenguaje».

Faulkner también atendía con consideración a los universitarios. En 1947, atendiendo a los estudiantes de la Universidad de Mississippi que le preguntaron cuál era la mejor formación para escribir les respondió: «Leer, leer y leer. Leer de todo, basura, clásicos,y ver cómo lo hacen. Y después escribir. Si es bueno se darán cuenta. Si no lo es, tírenlo a la basura».

León en el jardín. Entrevistas William Faulkner 1926-1962

  • Edición de James MEriwether y Michael Millgate
  • Traducción: Antonio Iriarte
  • Editorial: Reino de Redonda
  • Precio. 22,00€