Novela

Mendoza culmina su visión de un siglo XX convulso e irrepetible

El siglo XX es el de las grandes ideologías y también el de su derrumbe - Eduardo Mendoza se ha sentido protagonista de ese siglo y lo ha retratado con particular visión en una trilogía que ahora llega a su trayecto final con 'Transbordo en Moscú' - Fin del viaje

Mendoza culmina su visión de un siglo XX convulso e irrepetible

Mendoza culmina su visión de un siglo XX convulso e irrepetible / L. O.

Hijo del siglo XX, Eduardo Mendoza ha querido culminar su larga y soberbia carrera de novelista con una trilogía en la que ha plasmado su particular visión del último tercio de este pasado siglo, una etapa de guerras y exterminio, de dictaduras sangrientas y amenaza nuclear, de ideologías y de empresas colosales que acabaron en nada.

‘El rey recibe’ fue el primer episodio de este terceto narrativo, que siguió con ‘El negociado del yin y el yang’ y que cierra ahora con ‘Transbordo en Moscú’ que, como las anteriores, publica Seix Barral.

Para este repaso visionario de un siglo convulso Mendoza quiso que su protagonista, Rufo Batalla, fuese sus ojos y su particular fotógrafo a la hora de retratarlo.

Por ello Rufo Batalla se sitúa como alter ego de Mendoza y a su vez como un Quijote contemporáneo, que retratará la ruta vital que a su protagonista le lleva de la alocada juventud a su madurez y al mundo por los agitados años sesenta, el fin del franquismo, la transición española, el despegue económico, la caída del Muro de Berlín y la defenestración del comunismo como gran ideología irredenta.

En esta última entrega ‘Transbordo en Moscú’, vemos a un Rufo Batalla que ha regresado a España e inicia su madurez personal casándose de penalti con la heredera de una de las primeras fortunas de Cataluña. Y en esa Cataluña echó raíces dedicándose sólo a ser padre y marido y ocasional espía pues, como el mismo señala, carecía de ambición, de empuje y de talento para dedicarse al emporio industrial de su suegro.

Llegaron así los años de estabilidad política y económico que dieron paso a los años del pelotazo en los que muchos soñaron con enriquecerse rápidamente a costa del dinero público y algunos lo consiguieron con chanchullos variados y ante la inoperancia del Estado. La corrupción era de dominio público y llegó el gran desencanto ciudadano.

A finales de los 80 llegó la gran transformación europea con la caída del Muro de Berlín y el descalabro de la URSS. «La vieja guardia de Lenin, centinela de la doctrina, había agotado su ciclo. El coloso que había amedrentado al mundo, se caía».

Con este nuevo escenario el príncipe Tukuulo cree llegado el momento de hacer realidad su proyecto de recuperar el reino de Livonia. Sin mucho entusiasmo Rufo Batalla viaja a Viena y luego a Moscú con gestiones inciertas y sorprendentes.

Pero Batalla quiere estar más a rebufo de la realidad del país, se dedica a observar las dos grandes operaciones que transformaron, con éxito disparejo, una parte de Cataluña y de Andalucía con los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla.

En términos generales tanto la Expo como los Juegos Olímpicos fueron un éxito y no dejaron una deuda excesiva. A largo plazo el resultado fue paradójico. Cuando la Expo cerró sus puertas Sevilla se quedo igual, en cambio Barcelona supo sacarle provecho y a raíz de los juegos se convirtió en una de las ciudades más atractivas del mundo.

Tras viajar a Sevilla y ver los Juegos y la nueva realidad de Barcelona, Rufo Batalla consignó que aunque los sevillanos son simpáticos, «Sevilla es Sevilla; los barceloneses son huraños, pero Barcelona es una ciudad abierta».

Batalla apenas se adentra en el proceso independentista catalán que sólo comenzaba a vislumbrarse a finales del siglo, pero apunta que la consolidación democrática hizo aflorar el viejo sueño del independentismo.

Con la agonía del siglo XX, Batalla reflexiona que también es la agonía de las grandes ideologías y de las grandes empresas, ahora la hegemonía se iba a decidir en los bancos centrales y en las bolsas de valores.

Mendoza adereza esta gran historia con un ingrediente fundamental que es el humor, que él sabe manejar con sabiduría y darle en cada momento los grados de intensidad necesarios para que la combinación sea perfecta.

Vemos aquí plasmado como Eduardo Mendoza ha demostrado a lo largo de su larga carrera de escritor su enorme capacidad para entregarse y dominar con solvencia distintos géneros literarios y registros que le han retratado como un cronista cosmopolita y urbano de los distintos mundos, conocidos o no, que han configurado especialmente su Barcelona natal.

En esta trilogía que ahora concluye .y en su larga crónica de relatos se puede observar la capacidad de Mendoza en la utilización de diferentes discursos y estilos narrativos, siempre con solvencia y un estilo único de escritor de raza.

Transbordo en Moscú 

  • Eduardo Mendoza 
  • Editorial Seix Barral 
  • Precio 20,90€