Novelas

Jhumpa Lahiri, el gran mestizaje literario

Con ‘El buen nombre’, Jhumpa Lahiri ahonda en la narrativa que la ha convertido en gran escritora, el mundo de los pequeños dramas familiares, de los indios desarraigados de su tierra de origen que luchan por adaptarse a un mundo nuevo

Jhumpa Lahiri, el gran mestizaje literario

Jhumpa Lahiri, el gran mestizaje literario

Nacida en Gran Bretaña, de padres bengalíes y recriada en Estados Unidos, muy impregnada de la cultura y las tradiciones indias y de todo el mundo occidental, Lahiri ha hecho del mestizaje y del intercambio y asimilación de diferentes tradiciones culturales la base de su elegante y exquisita narrativa, especialmente en el campo del relato corto.

Fue con esos relatos cortos con los que irrumpió con fuerza con su primer trabajo ‘El interprete del dolor’ y luego, la obtención del Pulitzer y del Pen Hemingway rubricaron el enorme talento narrativo de Lahiri.

Siendo el relato corto su principal escenario y donde sabe desenvolverse y desplegar su prosa con mas rigor y precisión, Lahiri sacó adelante en 2003 una magnifica novela, ‘El buen nombre’, inédita en España hasta ahora que nos llega de la mano de editorial Salamandra.

Reflexionando sobre el poder de los nombres como marcadores de identidad, Jhumpa Lahiri lleva al lector a través de la vida de Gógol Ganguli, un joven inmigrante estadounidense de segunda generación procedente de la India.

Sabiendo bien el terreno que pisa, Lahiri delinea en ‘El buen nombre’ con perspicacia y empatía cómo dos generaciones de la familia Ganguli llegan, después de muchos sacrificios y desencuentros entre padres e hijos a un acuerdo con sus vidas muy diferentes y cómo, a pesar de la resistencia y la alienación, logran construir un puente entre sí. En una nación de inmigrantes, como EE.UU. estas historias no son inusuales, pero Lahiri sabe retratarlas con una sensibilidad y una maestría que asombra.

Ashoke y la joven Ashima, casados de conveniencia, viajan desde Calcuta hasta Boston donde él, un joven ingeniero, ha conseguido una beca en el prestigioso MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts .

En los primeros años en Boston, ella aún vive mentalmente en Calcuta, compara las nueve horas de diferencia; el cómo los americanos se comen el pollo con piel; como van a un hospital a parir.

Ella queda embarazada pero no se acostumbra a ser madre en una tierra ajena. Le aterroriza criar a su hijo en un país donde no tiene parientes, del que sabe tan poco, donde la vida parece tan provisional. Es 1968, ella tiene 19 años.

Al nacer el pequeño, la tradición bengalí dice que el nombre del primogénito deben ponérselo los abuelos. Así la abuela de ella manda carta con el nombre pero ésta nunca llegó. Así que los padres deciden ponerle Gógol.

Ashoke era un gran amante de la literatura rusa, a los 22 años casi se muere en un accidente de tren. Cuando sucedió era de noche, pero él estaba despierto leyendo a Gógol y eso le salvó la vida. Por ello puso a su hijo el nombre del escritor que le salvó la vida.

A partir de ahí el relato marca el protagonismo de Gógol y su lucha por encontrar su identidad. Es indio o es americano, o un híbrido de los dos.

Mientras Gógol trata con los años de desconectarse tanto como pueda de sus raíces, pues ha crecido viendo y aceptando la cultura estadounidense, sus padres, poco a poco, van aceptando la nueva cultura a través de sus dos hijos.

Con los años Gógol, tras pasar por la universidad y emparejarse con varias novias, va madurando y se da cuenta de que su familia y su herencia son importantes. Acepta a su familia y vuelve al nombre de Gógol que le dieron sus padres y que había abandonado al entrar en Yale.

La grandeza literaria de Jhumpa Lahiri es que sabe transmitir con claridad y a través de una prosa fácil de entender las sensaciones e ideas que pretende hacernos llegar; en este caso la sensación de vivir en el exilio, la pérdida de comunicación, la sensación de no pertenecer a ninguna parte, que tienen los inmigrantes de segunda generación, que tienen una sensación permanente de estar desplazados. Lahiri presenta una experiencia diferente para cada generación de emigrantes.

Hay un sentimiento de alienación, lógico en los emigrantes de primera generación. Con Gógol, emigrante de segunda generación, la perspectiva cambia con la falta de identidad y la sensación de sentirse aislado de sus dos culturas.

Y de eso van los relatos de Lahiri. De la inmigración. Del abandono de las raíces, y la marcha hacia tierras desacostumbradas, la necesidad de adaptación a nuevos hábitos culturales y sociales y de cómo ello crea la tensión entre padres e hijos, principalmente. Se trata de un choque inevitable que hay que gestionar con inteligencia y prudencia, pues de otro modo el riesgo de desastre es muy elevado.

Pero Lahiri lo hace y con una creación literaria rica y generosa y con esa música que evoca a los grandes novelistas románticos de siempre.

Estamos ante una escritora sólida, dotada de un don maravilloso para transmitir sentimientos, emociones o estados de ánimo y todo ello extraídos de los límites de la vida cotidiana que ella sabe engrandecer como un miniaturista que detalle a detalle termina descubriéndonos un mundo grandioso.

Jhumpa Lahiri, el gran mestizaje literario

Jhumpa Lahiri, el gran mestizaje literario / Javier García Recio