Vidas rotas en un tiempo miserable y sórdido

El malditismo fascina a los adolescentes, no importa qué edad tengan, pero cuando esa losa te cae sin buscarla es una lacra de la que es difícil liberarse. Desde hace pocos años, menos de una década, ha comenzado la recuperación de ‘El mundo sigue’ (1963), la película que casi hunde la carrera de Fernando Fernán Gómez (1921-2007) y que ha permanecido más de medio siglo olvidada bajo el pesado manto del malditismo. Este largometraje fue un empeño personal de Fernán Gómez. Pese a su indudable valía artística, el filme apenas pudo estrenarse, y casi de tapadillo, en un único cine de España y tras pasar dos años en un cajón por problemas con la censura. Ahora también llega a las librerías la novela que adaptó Fernán Gómez, y que hasta ahora tampoco ha tenido buena suerte editorial.

Juan Antonio Zunzunegui (1900-1982) fue uno de esos escritores falangistas que ganaron la guerra, vendieron muchos libros, disfrutaron de fama y fortuna, pero que al minuto de morir fueron olvidados. Lejos de ser un autor maldito en su tiempo, Zunzunegui era miembro de la Real Academia, recibió toda clase de premios y fue muy leído. Se trataba de un hombre del sistema, pero pese a ello es el autor de ‘El mundo sigue’ (1960), denuncia inequívoca del «fracaso político de la posguerra española», en palabras de Fernán Gómez. Esta novela, de la que la película que la adaptó es un fiel reflejo, retrató con dureza la sordidez y mezquindad de la que era prisionera la sociedad española durante y por el franquismo.

El primer y mejor lector de ‘El mundo sigue’ fue Fernando Fernán Gómez, que no solo dirigió la película homónima, además de protagonizarla, sino que también escribió el guión. Y lo hizo con un enorme respeto al texto, pese a que se vio forzado a reducir en parte el desarrollo dada la extensión del libro -su largometraje casi alcanza las dos horas-, pero casi no cambió ni una palabra de los diálogos y las escenas, siendo éstas casi calcos de la novela novela.

A Fernán Gómez le pareció de gran mérito el verismo de los diálogos y comportamientos de los protagonistas de este drama que cruza de tragedia y miseria las vidas de dos hermanas de una familia humilde, sus padres, su hermano beato y el marido crápula y jugador de una de ellas, en ese Madrid duro y gris de la posguerra. Y leído hoy, este libro sigue siendo de gran mérito, aunque su reflejo cinematográfico muestre mejor el ambiente inmoral y asfixiante de la bajeza franquista que pretendió impulsar la recuperación del país a costa de dejar atrás tantas vidas destruidas por la pobreza.

Quizá debamos al centenario del nacimiento de Fernando Fernán Gómez que la editorial sevillana El Paseo haya recuperado esta novela, que apenas ha tenido dos ediciones anteriores: la primera en 1960, por Noguer, y una segunda en 1975, en un volumen de las obras completas de Zuzunegui. Sea como sea, la novela merece mejor suerte de la que ha tenido hasta ahora. También nuestros tiempos necesitan su propia denuncia y crítica, porque el mundo sigue y aún no escuchamos a los que sufren.