Novela

Fascinante retrato de familia en una Alejandría de ayer

André Aciman evoca en ‘Lejos de Egipto’ un bello retrato de su familia, judía sefardí, en la Alejandría cosmopolita y mundana de las décadas de los 50 y 60, que aúna el talento narrativo y el amor de Aciman por los suyos y por la ciudad de su niñez

André Aciman.

André Aciman.

Hay novelas y relatos donde el amor por ese texto escrito se intuye con claridad detrás de cada palabra, de cada descripción y determinan su belleza y fascinación. Fascinante y hermosa es la novela de corte memorialístico ‘Lejos de Egipto,‘ de André Aciman, que rivaliza con Lawrence Durrell en la descripción de una Alejandría, cosmopolita y compleja, aunque más luminosa en el caso de Aciman, una descripción que solo puede salir del talento del que ama una ciudad.

Ese talento y ese amor protagonizan también el relato histórico de su familia durante las décadas de 1950 y 1960 en que vivieron en Alejandría. Bajo el manto de una prosa elegante, cuidada y amorosa, Aciman narra la vida de su abigarrada y excéntrica familia, judía sefardí, con raíces turcas, ladinas, italiana y francesa y detalla como la mayoría de sus miembros vivía en un mundo de lujo y ocio que pronto desaparecería, con la llegada de Nasser al poder.

Aciman hace un trabajo primoroso y detalla con ingenuidad, a los ojos del niño que era, la vida de lujo y placer de los suyos y de él mismo: la casa en la playa, los sirvientes árabes, el golf, los trajes a medida del sastre. Esa ingenuidad le vale también para describir sus disputas internas entre sus tíos y abuelos.

Sus descripciones son jugosas y abren la puerta a la simpatía. El tío Vili, soldado, viajante, estafador, fascista con los italianos y espía para los británicos, actuando siempre con la fanfarronería de su máxima: siamo o non siamo? (Somos o no somos?); llevaba años liquidando sus bienes en Egipto y llevando el dinero de manera clandestina a Suiza, hasta que fue descubierto y huyó a Francia. Años después el tío Isaac siguió el mismo camino, por igual motivo.

Sus dos abuelas ‘la santa’ y ‘la princesa’ se conocieron en un mercado de Alejandría examinando unos salmonetes poco frescos. Eran dos mazmazelles, damas europeas de cierta edad, que hablaban seis o siete idiomas, y que entre ellas cotorreaban en ladino (al que se empeñaban en llamar español).

Su madre Gigi, apodada por los árabes la tarsha (la sorda), una mujer de armas tomar con un genio brutal que a diario se peleaba y discutía con todos los tenderos. El padre, un hombre preocupado por su negocio textil y la bisabuela centenaria, la histérica tía Marta, la tía Flora, un talento al piano y más y más.

El libro está repleto de escenas maravillosamente descritas, como cuando el niño contempla a su abuela en el váter evacuando «a la turca» subida al váter en cuclillas con los pies descalzos apoyados en el borde y en precario equilibrio.

Hay diálogos fértiles y graciosos: «Pero ¿no sabías que esta tarde había empezado la guerra? Preguntó el tío Isaac ¿Cómo iba a saberlo? Nadie me lo dijo, contestó mi madre».

La última noche en Egipto, sentado en el paseo marítimo, le llegó de golpe la nostalgia. «Supe que jamás sentiría la belleza desconcertante y súbita de ese momento, en el que quizá sólo por un instante me había descubierto añorando una ciudad que hasta entonces no sabía que amaba».

Lejos de Egipto

André Aciman

Editorial Libros del Asteroide

Traducción: Celia Filipetto

Precio: 22,95 €