Diario de lecturas
Es difícil vender libros en un gueto de la capital
José Luis G. Gómez
No todo han sido sonrisas en la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid. Sí que ha habido colas y aglomeraciones, pero también menos ventas: un diez por ciento menos que en 2019, aunque algunas editoriales hablan incluso de descensos del 45%. Los editores que más han alzado la voz han sido aquellos relegados al gueto que creó la organización del evento madrileño –ellos prefieren referirse a esa isleta como un experimento-. Uno, desde la distancia de la provincia, ese territorio tan olvidado en este país nuestro, imagina aquello como los guetos que los nazis crearon en las grandes ciudades polacas durante la Segunda Guerra Mundial–un atroz y asesino experimento urbanístico que parece servir de inspiración a nuestros próceres cuando plantean soluciones contra la gentrificación, esa que provoca el turismo barato que ellos convocan y protegen-. Pero como de nuevo no he visitado Madrid para firmar o comprar libros, otra clase de turismo del que conozco a bastantes practicantes, yo me tomo esto con poco o ningún interés. Prefiero dedicar mi inmenso tiempo libre a hacer cábalas sobre qué nos va a tirar a la cara Justo Navarro a sus lectores en la tercera e inminente entrega de sus novelas dedicadas al comisario Polo –‘Gran Granada’ (2015) y ‘Petit París’ (2019) ambos de Anagrama, son libros tan duros como el cemento pero mucho más apasionantes, como todo lo del escritor granadino-.
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