Poesía

María Victoria Atencia, la serenísima

Sus alejandrinos dibujan una poesía de raíz sanjuanista e intensa vibración emocional, con palabra depurada y contenida. Es María Victoria Atencia, una vida dedicada al verso equilibrado, terso, sereno. Una luz imprevista que aún deslumbra

María Victoria Atencia. |  LA OPINIÓN

María Victoria Atencia. | LA OPINIÓN / Javier García Recio

A la altura de sus 90 años, María Victoria Atencia, que nació en Málaga un 28 de noviembre de 1931, ha dado por concluido su enorme caudal poético vertido durante casi setenta años. En este largo tiempo, María Victoria Atencia nos ha regalado una poesía cargada de belleza lírica, a caballo entre lo hermético -esa realidad apenas intuida- y lo referencial, destacando su perfección formal, donde la brevedad es una constante casi permanente, así como el uso del verso blanco alejandrino y la rima asonante. Es una poesía de tersura, concisión, equilibrio y serenidad. Una poesía que permite que a través de ella los demás veamos el mundo. En sus palabras: «la poesía debe salir desde lo más profundo y expresar lo que no se conoce, lo que se quiere adivinar y entrever». Sin formación académica universitaria, su especialísima mirada poética se formó leyendo en profundidad a los clásicos, Rilke, sobre todo, San Juan de la Cruz, Emily Dickinson o Elliots.

Como cúlmen antológico de su quehacer poético, se publica ahora ‘Una luz imprevista’, una edición crítica de la profesora de Lengua Española y Teoría de la Literatura, Rocío Badía Fumaz y avalada por uno de los grandes sellos de referencia de las letras en español, Cátedra, y supervisada por la poeta misma, con lo que se da por cerrado su corpus poético. ‘Una luz imprevista’ reúne todo lo escrito por María Victoria, La Serenísima, como la llamaba Jorge Guillén. Versos esenciales que María Zambrano consideró «la perfección, sin historia, sin angustia, sin sombra de duda». Se ha elegido como viñeta de portada el dibujo que hizo la autora para la cubierta de ‘Primavera en la frente’, un libro de su marido, el poeta e impresor Rafael León.

‘Una luz imprevista’ reúne la poesía completa de María Victoria Atencia, la serenísima, como la llamó Jorge Guillén

«Todo tiene el misterio de una luz imprevista», escribió en un poema de Marta&María. Y de ese verso procede el título elegido para reunir toda su poesía desde 1961 en que apareció su primer libro, ‘Arte y parte’, hasta ‘El umbral’, en 2011. En su amplio estudio crítico y biográfico, Rocío Badía hace un riguroso recorrido por la trayectoria de María Victoria Atencia, desde el surgimiento de su peculiar mirada lírica hasta las etapas finales de su obra destacando algunas de sus constantes poéticas como «su perfección formal, con tendencia a la brevedad, al uso del verso blanco alejandrino, sobre todo, y a la preferencia por la rima asonante, cuando la hay». La perfección métrica y rítmica ha sido especialmente elogiada, pero toda la crítica ha destacado su tersura, su concisión, su equilibrio, su serenidad.

En María Victoria hay una etapa inicial donde aparecen sus tres primeros libros: ‘Tierra mojada’ (1953), ‘Arte y pesca’, (1961) y ‘Cañada de los Ingleses’ (1961). En ellos hay exaltación vital, percepción de la naturaleza y apertura al mundo, junto con la evocación de la infancia y adolescencia; se trata de una poesía en cierto modo en formación.

Hay luego un silencio de quince años que solo ella conoce bien, quizá motivado por su dedicación al cuidado y crianza de sus hijos, y por un sentimiento de no poder ofrecer el grado de perfección poética que sueña. Será el impacto de varias muertes, como las de sus padres, y la de un compañero mecánico de su escuela de aviación, lo que, dicho por ella, le devolvería la palabra y le alejaría definitivamente de su afición a la aviación.

La publicación en 1975 de ‘Requiem’, (nunca más vuelto a editar), dedicado a ese compañero mecánico fallecido, es el que abre la puerta a su retorno a la poesía a partir de 1975, donde se aprecia ya una fisura notable entre sus tres primeros libros y los que vinieron después.

Con ‘Marta y María’ (1976), ‘Los suelos’ (1976), y ‘El mundo de M.V.’ (1978), se inicia una segunda etapa donde la poesía de Atencia aparece ya plena y densa. En ella hay un cambio de registro respecto a sus tres primeros poemarios. Desaparece lo idílico y aparecen sus nuevas constantes: una desazón imprecisa, la constatación dolorosa del paso del tiempo, y una mirada ética en la contemplación del mundo. Es la vida interior, la que aflora en sus poemas, la vida trascendente, la que proporciona la esencia a las personas.

Hay, según explica, Rocío Badía, una cuarta etapa donde la poesía de Atencia ahonda en lo reflexivo y espiritual y una última etapa con sus tres últimos libros que persiguen la luz espiritual de San Juan de la Cruz, con un regodeo estético en la espiritualidad y la contemplación y la mirada mística, se cierra en 2011 con su último poemario publicado, ‘El umbral’.

Una luz imprevista (Poesía completa de María Victoria Atencia) 

  • Editorial: Cátedra
  • Edición: Rocío Badía 
  • Precio: 16,50 €

Hay en ella una independencia estética que le ha llevado a configurar una voz muy personal y al margen de las generaciones poéticas

Aunque ella nunca ha querido presentarse a premios literarios, ha recibido algunos de los más relevantes como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2014, primera poeta española en obtenerlo, o el Premio de la Crítica en 1998.

Como dijo Juan Ramón Jiménez: Dios está azul, intensamente azul y claro y limpio. Como el verso limpio y claro de María Victoria Atencia.

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