El hallazgo de todo lo perdido

Todavía queda algún poeta sentado en el crepúsculo de un bar que solo necesita unas palabras para provocarnos vértigo, enseñarnos nuestras heridas frente al espejo, reavivar unas cuantas premoniciones y descubrirnos gran parte de lo perdido y en la amenaza de lo que está por suceder. Sin duda, el malagueño Juan Manuel Villalba es uno de esos vates que están ungidos con la magia de acercarnos a territorios ignotos de nuestra memoria, de nuestra verdad íntima y de cantarnos cuan vanidosos somos ante el chasquido brevísimo y paradójico de la vida.

En ‘Poesía reunida 1984-2017’, el autor malagueño se vislumbra con la relevancia de tres décadas en las que su poesía ha madurado en profundidad y siempre se ha mostrado honesta y lacerante como en un cuadro de Edward Hooper en el que los personajes están sufriendo de una soledad irremediable y de una condena cíclica de desamparo.

En el recorrido de sus mejores hallazgos en Fondo, Indignación, Todo lo contrario, Linterna, y algún soneto inédito, se desnuda en otros yo, y en bastantes que suenan a propios, que abordan los tópicos de siempre y que también son brillantísimos en lo narrativo (’La misma playa’ o ‘Bazar’). Muerte, destino, desamores o paso del tiempo dejan un crujir lastimoso de hojas secas al paso, de pinceladas hondas en sepia y sabor agrio del que conoce la elegancia de la derrota y construye historias intuídas con retazos de sueños

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