Novela

Españoles cargados de humor a la conquista de Hollywood

Alfonso Vázquez narra en ‘Una paella para Charlie Chaplin’ las aventuras en los años treinta de un grupo de españoles contratados por Hollywood. Jardiel, Tono o Neville entre otros. Más de cincuenta personalidades, como Hitchcok, desfilan por esta divertida novela

Jardiel en Hollywood

Jardiel en Hollywood / Jardiel en Hollywood

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Tras una multitudinaria fiesta llena de españoles en una mansión de Hollywood, en la que no faltó la tortilla ni la sangría, amén de otros alcoholes, Groucho Marx salió al exterior y mientras caminaba junto a sus hermanos por las colinas de Beverly buscando un taxi, dijo: "oye chicos, ¿os habéis fijado en la cantidad de gente que había en el salón? Era increíble, casi reventamos". "Como para olvidarlo, ¡lo que costó salir!", comentó Harpo. Y Chico replica: "Groucho, ¿lo dices por algo?"

Jardiel y López Rubio con el Gordo y el Flaco

Jardiel y López Rubio con el Gordo y el Flaco / L.O.

Este es un fragmento de una de las hilarantes escenas (en este libro no hay capítulos, hay escenas) que Alfonso Vázquez narra en ‘Una paella para Charlie Chaplin’. Ahí es nada que a Groucho Marx se le ocurriera una de las más famosas escenas de la historia del cine tras una juerga con Edgar Neville, Luis Buñuel, José López Rubio, Jardiel Poncela, Rosita Díaz Gimeno y el dibujante Tono. Entre otros. Eran los españoles contratados por el magnate Louis B. Mayer, presidente de la Metro Goldwyn Mayer, que agobiado por la llegada del cine sonoro recluta a un grupo de conocidos españoles con el fin de adaptar a nuestra lengua las películas que va rodando en Hollywood. En esos momentos, Chaplin se encuentra embarcado en ‘Luces de la ciudad’ y un joven Alfred Hitchcok se abre paso en el ambiente cinematográfico. En total, más de cincuenta conocidísimas personalidades desfilan por esta novela que cuenta las peripecias de esos españolitos que hicieron fortuna (y se lo pasaron en grande) en la meca del cine.

Charles Chaplin y Edgar Neville, grandes amigos y admiradores mutuos.

Charles Chaplin y Edgar Neville, grandes amigos y admiradores mutuos. / EFE

La novela abunda en diálogos, fluye amena y retrata con gran precisión tipos y ambientes. Una gozada de lectura. Un asunto novelable al máximo, y sin embargo nada trillado (los grandes del humor español en su aventura americana) que es descrito por la pluma inteligente e irónica de Alfonso Vázquez, periodista de La Opinión de Málaga. Vázquez, fecundo novelista, que ya ha dado a imprenta, también en Reino de Cordelia, entre otras, ‘Viena a sus pies’ (premio Bombin de novela de humor) o ‘El fantasma de Azaña se aparece en chaqué’, fantasea a partir de hecho reales o no, con asuntos que plasma con humor nada grueso, finura estilística y cero sarcasmo resabiado. Hay una mirada comprensiva y chispeante hacia gentes como Jardiel, que dice en una escena que no se halla escribiendo en la cantina de los estudios, que por favor le traigan un velador y un café con leche, a ver si así puede recrear el ambiente del Gijón. No menos memorable es el pasaje en el que un atribulado Hitchcok pasea por la playa y se encuentra a un desconocido (para él) que resulta ser Faulkner. En mitad de la conversación, con el futuro rey del suspense atribulado y sin ideas, llega una banda de pájaros que les rozan la testa agresivamente. Piensa en esto, piensa, le aconseja el autor de ‘El ruido y la furia’. El director de cine no se va muy convencido, pero, con algo de desgana promete vagamente pensar en esos pájaros.

Portada de 'Una paella para Charlie Chaplin'.

Portada de 'Una paella para Charlie Chaplin'.

La novela es también la descripción de un bendito choque cultural. En el que no siempre los españolitos son los pacatos y los hollywoodienses los sofisticados. Con una enseñanza: el humor, mejor dicho, la predisposición a tomarse la vida sin demasiada solemnidad, es un lenguaje universal. Derriba muros. Y edifica películas. Sueños. Vázquez se ha documentado mucho pero el lector no ve las costuras ni lo nota demasiado, todo parece escrito de manera natural y sencilla, justo lo más difícil de lograr.

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Grupo de españoles en la mansión de Chaplin en Beverly Hills, entre ellos Luis Buñuel, José López Rubio y Tono. / L.O.

Al que suscribe le parece especialmente logrado el personaje de Edgar Neville, embajador de España en Washington en los veinte, contratado por la Metro como dialoguista, que trabó gran amistad con Chaplin y que fue el que en cierto modo tiró del resto de españoles para la aventura americana. Neville fue escritor, pintor, prototipo del bon vivant, gastrónomo y director de cine (‘La torre de los siete jorobados’). Chaplin le dio un papelito en ‘Luces...’ Aquí el gran Vázquez, entre otras peripecias, lo pone a cantar el Clavelitos con Hitchcock y otros, que no entienden nada pero lo entienden todo. Clavelitos, clavelitos de mi corazón. Con su protegido, el humorista Tono, azorado. Pero sin complejos. El humor lo puede todo.

Una paella para Charlie Chaplin

Autor: Alfonso Vázquez

Editorial: Reino de Cordelia

Precio: 17,95€

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