Diario de lecturas
Los poetas son como usted y como yo
José Luis G. Gómez
Leo el texto promocional de un ciclo de poesía y me llama la atención que de una de las participantes se destaca que es poeta y veterinaria. Y me quedo atrapado en ese subrayado, que considero innecesario y que me lleva a sospechar que oculta algo –quien lo escribió puede que se sorprenda de que una veterinaria sepa escribir, o quizá quiso dignificar a la poeta indicándonos que ejerce una profesión honorable y que lo de ser poeta lo compensa salvando vidas-. Resulta que los poetas son como todos nosotros. Los hay poetas y oficinistas, poetas y mecánicos, poetas y amas de casa y, por qué no, poetas y políticos –sé que esa posible combinación resulta monstruosa, pero ocurre-. Aunque, y como consecuencia de mi tozuda e intransigente manía contra los poetas, yo siempre he creído que detrás de cada poeta se esconde un sinvergüenza. Así, los pocos poetas que considero mis amigos, y de veras que son muy pocos, lo son porque intento olvidar de forma constante y esforzada que son poetas. «Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos?», pues sí, usando de forma torticera una cita de ‘El mercader de Venecia’, del dramaturgo y poeta William Shakespeare, debemos concluir que los poetas no son tan diferentes de todos los demás, aunque sigo creyendo que ellos están convencidos de justo lo contrario.
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