Poesía

Ana Luísa Amaral y todo lo que es poesía

De un insecto y un cigarro al drama social. La poeta lisboeta, en constante inspiración, aplica el rodillo de su concepción lírica a los poemas ‘Mundo’, su último libro, extraordinaria selección sobre el enigma de la experiencia y de lo doméstico, que publica Sexto Piso

Ana Luísa Amaral y todo lo que es poesía.

Ana Luísa Amaral y todo lo que es poesía. / L. O.

Lucas Martín

A Ana Luísa Amaral (Lisboa, 1956), de carácter intuitivo, alabeado, puede que triunfalmente suave, no se le da bien la queja. Otra cosa es la denuncia, presente en su poesía con el mismo grado de compromiso con el que aparecen las libélulas, el desayuno, los saltamontes. Pero en ningún caso la queja literaria, esa que a menudo se asienta en la vanidad menos atractiva de todas, que es, sin duda, la arrogancia. Aun así, es una escritora que sabe estar en el mundo y, en consecuencia, atender con responsabilidad a la prensa, incluso, cuando la prensa viene de Madrid o de Barcelona y de un modo no menos consecuente se interesa una y otra vez por las razones por las que su obra, actualmente prestigiada y hasta devorada, ha tardado tiempo en merecer la atención de las editoriales en España. Una curiosidad que, en 2022, y después de la concesión de premios como el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, uno de los de mayor olfato del país, pese a su pomposo y nada literario escudo de armas, adquiere un tinte profético e intensamente melancólico. Y más si se advierte que hasta 2015, con la edición de ‘Oscuro’, por parte de Olifante, la autora, ya entonces admirada y traducida en medio mundo, no contaba con ningún libro publicado en el país más cercano a aquel en el que vive y trabaja.

Las entrevistas, hábiles en lo descriptivo, lo dejan claro. Y la respuesta a los persuasivos periodistas tiene mucha relación con el magnetismo de su obra. En todas ellas, salvo las facturadas en persona, se repite una escena invariable: la poeta hablando con voz queda por teléfono desde la casa en la que habita confesamente sin compañía regular, casi siempre con una taza de café al lado y los ineludibles ladridos de fondo de su perra Millie, llamada así en homenaje a Emily Dickinson, una de sus escritoras favoritas, a la que tradujo y dedicó su tesis y con la que guarda muchos puntos en común más allá de los ladridos intempestivos y más o menos eufónicos de su camarada de cuatro patas, que es algo que, entendemos, une mucho, pero menos quizá que la sintonía a la hora de encarar la partida de la literatura, que, en este caso, es la partida también de la vida. Con una naturalidad, además, y un acoplamiento en el que parece que no pudiera siquiera haber existido nunca distinción entre ambas.

Ana Luísa Amaral. | LA OPINIÓN

Portada de 'Mundo', de Ana Luísa Amaral. / L. O.

Al igual que la Dickinson, aunque provista de otros rudimentos, Ana Luísa Amaral sitúa a la poesía en ese mismo campo de acción y composición en el que se enciende la vida cotidiana y las propias turbinas del pensamiento, asistiendo a una transfiguración instantánea de la experiencia en la que todo es susceptible de atención y de convertirse en material poético. Desde lo aparentemente más ínfimo hasta los grandes interrogantes políticos y sagrados. Una receta que aplicó con esmero y rigurosa fidelidad a sí misma -la honestidad, quién lo diría, e, incluso, la ética, puede ser un valor literario- en su impactante y shakespeariano ‘What’s in a name’, publicado en Sexto Piso y galardonado con el Premio de Gremio de Libreros de Madrid y el Leteo en España. Y que retorna en el mismo estado de combustión en la que es su última obra hasta la fecha, ‘Mundo’, de nuevo en el mismo sello editorial y también bajo la versión de Paula Abramo. Un texto que llega a las librerías después del éxito casi automático de su entrega precedente -en medio, ya se sabe, el Reina Sofía, la antología conmemorativa, la vida y sus penurias- y en el que la autora, tantas veces comparada, por su ingenio, cercanía e ilimitada curiosidad con Wislawa Szymborska-, vuelve a desplegar las artes que resumen su concepción poética, dando entrada a todo tipo de situaciones, desde un gato a un adorno, un cigarrillo; la historia, la intimidad, lo metafísico, lo doméstico.

Mundo

  • Ana Luísa Amaral
  • Editorial: Sexto Piso
  • Traducción: Paula Abramo
  • Precio: 20,00€ 

Leo las palabras de ‘Mundo’, su hospitalidad, sus confidencias, su concomitancia con el misterio, y me resulta inevitable acordarme de Juan Gelman: «La carne piensa y no llora. Pensar es ver la nada que nota en una cucharada de sopa». Unos versos que enuncian un tipo de poesía en la que se asiste a partes iguales al desprendimiento y a la presencia radical, en el que toda percepción merece un recorrido sensitivo y espiritual y en el que la contemplación se desenvuelve de manera activa, en la medida que la palabra, lejos de mirar, hace, camina y explora. Hasta el punto, como ocurre en estos poemas, de situarse en un presente que se desdobla, que interpela a la memoria, pero también al enigma del futuro, al tiempo roto que anida en todo presente.

En este, su nuevo poemario, Amaral, destacada investigadora en estudios queer y de género, mantiene además su mirada escrutadora y profundamente humana, militante en una actitud moral que cubre sin recaer en el artefacto toda la agitación, espiritual y vivencial, del día a día, dejando sitio a los cataclismos sociales, pero también a la propia intimidad e, incluso, a la nostalgia; todo, abordado, a la Dickinson, visto y como cosido por dentro y desde dentro, penetrando en las claves en las que lo individual y minúsculo demuda en universal. Un mundo lleno de asombro, de perplejidades, de fugacidades extremas, en constante replanteamiento, canto y transformación. La poesía en lo poético, lo poético en la poesía. Acaso pensar, escribir, era esto.

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