Poesía

Catálogo de poemas malditos

‘Antología del descarte’ recoge cuarenta y un poemas que, por cualquier razón, nunca fueron publicados por sus autores, que los desecharon, y que ahora ven la luz en este volumen de la colección ‘la vie en rose’

Portada de 'Antología del descarte'.

Portada de 'Antología del descarte'. / Jákara

Juan Gaitán

Juan Gaitán

Escribir es un acto solitario. Se escribe en soledad y con los pies fríos. El escritor se ampara en su soledad, en el aislamiento de su estudio, de su lugar de trabajo, para ir componiendo su obra sin que los demás puedan ver, y en la mayoría de las veces ni siquiera sospechar, cuántas cosas desecha por diferentes motivos: falta de calidad, disonancia con el resto de las piezas de una obra, el consejo de un amigo… O, simplemente, resulta que a veces un poema no encaja en un libro, por su temática, o por su extensión, o por su tono.

Hasta ahora, que yo tenga noticias, no se había publicado nunca una antología poética que recogiese, precisamente, esas obras que los escritores, poetas en este caso, ocultan a sus lectores y a sí mismos. Pero esta ‘Antología del descarte’, publicada por la editorial Jákara en su colección ‘La vie en rose’, ha venido a rellenar este vacío recogiendo cuarenta y un poemas de otros tantos autores que, por diversas circunstancias, habían sido desechados, y que ahora ven la luz en una muy cuidada edición a cargo de Antonio Jiménez Millán y Jesús García Gallego, que a su vez es el director de la colección.

Como explican Jiménez Millán y García Gallego en la introducción, «sería cuanto menos curioso rescatar y reunir esos ‘malditos’ cargados de historias curiosas e inexplicables, testigos a veces de ese lado oscuro de la vocación creadora».

Antología del descarte

  • Varios autores
  • Editorial Jákara
  • Precio: 14 euros

La antología recoge textos de poetas de muy reconocida obra, como Jesús Aguado, Rafael Ballesteros, Felipe Benítez Reyes, Francisco Caro, José Infante, Karmelo Iribarren, el propio Jiménez Millán, Francisco Ruiz Noguera o Juan José Téllez, y el resultado final es un conjunto de obras de autores de todas las edades, estilos, sensibilidades y gustos, versos que nunca, probablemente, hubieran visto la luz, porque, como dijo Gabriel Ferrater, «un poema nunca se termina, se abandona, como decía Paul Valéry» y que de pronto adquieren dimensión y lugar, «encajan»S entre sus iguales, entre todas esas obras que dormían en las carpetas del olvido, demostrando que un poema puede tener varias vidas, incluso después de haber sido repudiados.

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