Editorial Alianza

Hitchcock, anatomía de un genio

Edward White analiza en ‘Las doce vidas de Alfred Hitchcock’ (Alianza) la laberíntica personalidad del director. Un trabajo poliédrico, con facetas poco exploradas hasta ahora, que ilumina sentidos y conexiones en las películas de uno de los grandes iconos culturales del siglo xx

José Vicente Rodríguez

José Vicente Rodríguez

Alfred Hitchcock no fue sólo uno de los directores de cine más geniales que ha dado el séptimo arte sino también uno de los iconos culturales más populares e influyentes de todo el siglo XX. Maestro del suspense, el género que le convirtió en un clásico imperecedero, el cineasta británico gozó durante la mayor parte del tiempo del favor del público, que abarrotaba los cines para deleitarse con sus truculentas historias, a la vez que despertaba la fascinación de los críticos más sesudos (aquella joven hornada francesa de Cahiers du Cinema que en los años 60 ya lo reconoció como uno de los grandes). La obra del autor de ‘Vértigo’, ‘La soga’ o ‘La ventana indiscreta’ influyó en autores posteriores de la talla de Spielberg, De Palma, Scorsese o Polanski, y todavía hoy, décadas después de su muerte, sigue evidenciando su clara huella en buena parte de la literatura o de la ficción televisiva. El miedo, el desasosiego, el sexo y, por supuesto, el crimen fueron diseccionados de forma magistral por la cámara de este londinense nacido en las postrimerías del siglo XIX.

Mucho se ha escrito sobre Hitchcock, su cine y su leyenda aunque es tal la dimensión de su figura (laberíntica, contradictoria y, por momentos, ciertamente oscura) que siempre hay aristas nuevas por descubrir. Eso es lo que ha hecho Edward White, historiador y colaborador de la BBC y The Times, en ‘Las doce vidas de Alfred Hitchcock’ (Alianza Editorial), un magnífico análisis de la poliédrica figura del cineasta que repasa, en una docena de facetas, las caras más conocidas de su personalidad junto a otras igual de importantes pero que suelen pasar más desapercibidas.

El libro se inicia con el capítulo ‘El niño que no podía crecer’, donde White explora diversos traumas infantiles del pequeño Alfred cuyo eco pudo reflejarse, más de medio siglo después en películas como ‘Psicosis’, ‘Los pájaros’ o ‘Marnie, la ladrona’. Le siguen otros como ‘El asesino’, ‘El mujeriego’, ‘El gordo’, ‘El voyeur’, ‘El dandi’, ‘El londinense’ o ‘El hombre de Dios’ que indagan en el misterio mejor guardado por Alfred Hitchcock: su propio ser.

El lector podría así conocer al niño del East End que visitaba los teatros londinenses en un Londres que todavía saboreaba los ecos de la época victoriana, al joven director que comenzó a interesarse por el suspense a través de las películas de espionaje y asesinatos en su etapa británica, al autor genial y juguetón que gustaba de hacer cameos en todas sus historias o al esposo y padre de familia que se recluía en casa una vez terminaba la jornada de rodaje (se resalta el sincero amor que Hitchcock tenía por su esposa, Alma, que también procedía de la industria del cine y que trabajó en algunas de sus películas).

Las doce vidas de Alfred Hitchcock

Las doce vidas de Alfred Hitchcock

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Edward White

Editorial: Alianza

Traducción: Ana Pérez Galván 

Precio: 24,95€

Como cara más turbia de la misma moneda, el trabajo de White también refleja a un Hitchcock frío y desconsiderado e incluso rayano en el sadismo con algunos de sus colaboradores o a un hombre acomplejado por su inconfundible físico a pesar del rédito que obtuvo de su figura, popularizada con la conocidísima silueta con la que comenzaba su programa televisivo (‘La hora de Alfred Hitchcock’). Amante de la buena mesa, el autor de ‘Con la muerte en los talones’ o ‘Atrapa a un ladrón’ era capaz de ponerse a dieta durante un tiempo pero llegó a pesar en alguna ocasión por encima de los 130 kilos. Por supuesto se abordan también las complicadas y esquivas relaciones que el director tuvo, no solo con Grace Kelly y Tippi Hedren (sus grandes ideales de belleza), sino con otras actrices y mujeres trabajadoras de la industria cinematográfica.

El libro es todo un festín para los amantes del cine porque Edward White analiza con exhaustividad toda la obra de Hitchcock, desde sus primeras en Inglaterra hasta las películas más célebres que rodó en Hollywood, con lecturas muy reveladoras. Entre ellas, el carácter británico de toda la filmografía de Hitchcock y la influencia del catolicismo (su famlia lo era y él estudió en un colegio jesuita) tanto en su forma de entender el mundo como en la psicología de algunas de sus películas.