Novela

Lydia Davis, el final de la historia

La editorial Alpha Decay recupera la única novela de la maestra del relato corto Lydia Davis, donde demuestra también sus dotes para la historia de largo recorrido

Lydia Davis.

Lydia Davis. / L. O.

Ella es una maestra de la concisión literaria, de la precisión en el lenguaje, de la sobriedad en la expresión de sus conceptos artísticos que logra exponer. Maestra en saber expresar con exactitud el conjunto de sus ideas con las palabras necesarias, sin adornos barrocos, sin fuegos de artificios verbales. Lydia Davis se ha ganado con méritos sobrados un espacio sólido entre los grandes escritores norteamericanos contemporáneos, y manteniendo siempre una independencia feroz frente a las corrientes de moda que tanto gustan a la pléyade americana.

De hecho en su estilo hay más presencia de la herencia europea procedente de Kafka o de Perec –en ese juego ingenioso con las palabras y las construcciones– que de los grandes maestros norteamericanos Davis siempre explora e indaga, mantiene vivo su espíritu innovador y su tendencia a dinamitar los cánones.

Ella sobresale como escritora de cuentos. Sus historias rara vez se extienden más allá de unas pocas páginas. Muchos consisten en un solo párrafo. Algunos no son más que una línea o dos. La ficción de Davis tiene un enfoque limitado y una ejecución precisa.

Las historias de Lydia Davis son tan maravillosas en su brevedad que siempre existía el peligro de que una novela decepcionara, pero en 1994 escribió ‘El final de la historia’ y logró ser a la vez inteligente y conmovedora, ingeniosa y honesta, exactamente lo que cabría esperar. Triunfó también con un trabajo de largo recorrido, aunque sigue siendo su única novela. Fue la editorial Alpha Decay la que la publicó en España y ahora vuelve a reeditar ‘El final de la historia’, con una traducción de Justo Navarro, que no solo es una novela única, sino excepcional.

La historia narra el amor y la ruptura entre un hombre y una mujer. La narración se compone de los recuerdos y reflexiones de la narradora, una traductora de mediana edad, sin nombre, sobre su tormentosa y compleja relación amorosa, ya terminada, con un hombre 13 años mas joven que ella. Su historia se infiltra en los libros que lee y traduce, así como en la novela que se esfuerza por escribir, que es esta novela, la de su propia historia. A medida que la mujer se adentra en los recuerdos de los momentos y los detalles de aquella relación, la identidad del hombre se va desvaneciendo y se va convirtiendo sólo en material para su novela. Las escenas se reúnen, disuelven y vuelven a ensamblar, al igual que la imagen fragmentada del hombre, con impresiones y hechos que se filtran a través de la conciencia y los sueños de la traductora: el cabello, la piel del hombre, su ropa, su encanto y sus defectos, sus mentiras o el dinero que no puede devolver.

Despojada de aquel amor que tuvo, se convierte ahora, a través de la trama de la novela que intenta escribir, en acosadora y voyeur, buscando a su antiguo amante, a través de calles surrealistas y oscuras, atisbando su habitación y la gasolinera donde el joven trabaja. Finalmente, una taza de te amargo, que se ofrece en una librería, brinda un cierre ritual a la historia de su búsqueda de su amante, aunque «algo continuó, algo que no se formó en ninguna historia».

Asistimos así, tal como señala en su texto de promoción la editorial, a una búsqueda de la protagonista por determinar qué es lo que sabe sobre sí misma y qué fue lo que realmente ocurrió y comprenderemos que ningún recuerdo sale intacto del paso del tiempo y que cualquier historia del pasado corre el riesgo de diluirse.

En esta historia, como en los pequeños pero grandes relatos de Lydia Davis, están presentes la culpa, el vacío, la maternidad, los celos, las obsesiones que contaminan el amor, el fracaso profesional. Temas sobre los que cuenta sin buscar efectos, alternando lo cómico y lo trágico, mezclando el humor y el horror, la gravedad con la broma, la introspección y el diálogo de voces. Un trabajo que exige formalidad y rigor intelectual.

Lydia Davis

  • El final de la historia
  • Editorial: Alpha Decay
  • Traducción: Justo Navarro
  • Precio: 20,90 €

Lydia Davis es igualmente una reconocida traductora de grandes autores como Flaubert o Marcel Proust. Por ello, como buena traductora, Davis está esencialmente preocupada por el lenguaje o, siguiendo el espíritu de Flaubert, por la precisión incorruptible de una palabra que nunca podría ser otra, por la belleza de encontrar una palabra equivalente a la de otro idioma traducido. Su intelecto literario está trabajado al servicio de una emoción secreta pero intensa, una destilación esencial de todo aquello que sentimos si estamos vivos. Es lo que la convierte en una escritora con una grandiosa luz propia y refulgente.

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