Anagrama

Álvaro Pombo: Santander 1936

El consagrado escritor cántabro traza el panorama de la España pre bélica a través de las visicitudes de una familia burguesa de su ciudad, basándose en la propia experiencia de sus antepasados en esos años de tan grave convulsión

Álvaro Pombo

Álvaro Pombo

Jose María de Loma

Jose María de Loma

«Nadie tiene ganas de hablar ya, solo de gritar. Todos tienen ganas de pelea. Tú el primero, hijo». La frase se la dice resignado y paternal, visionario, don Cayo Pombo a Alvarín, su vástago, que se le ha presentado en casa con la camisa azul de Falange, formación a la que se ha afiliado con diecisiete años. Estamos en 1934. Cayo es republicano sensato, agnóstico, admirador de Azaña, con el que incluso logra charlar y almorzar en una visita del político a la ciudad, Santander. En la escena, en el diálogo paterno filial, no hay aún drama, vendría después, pero da idea de cómo y por donde iban los tiempos. La acción transcurre en la capital cántabra, urbe elegante pero ya algo despojada por aquel entonces de esa pátina aristócrata que le dieron los veraneos, y cancaneos, de Alfonso XIII. Ahora es una ciudad que hierve por la política, por la violencia, por los radicalismos. Como todas las españolas. Y todo ese trasfondo lo vivimos a través de una familia. Don Cayo, próspero, burgués, acomodado. Su esposa, Ana Pombo, que se ha marchado a París. Y Álvaro Pombo Caller (tío abuelo del autor de la novela) al que todos llaman, para su fastidio, Alvarín. O Alvarito. Alvarín, diecinueve años en 1936, acabará (es un decir) preso en un buque prisión pero antes asistimos a cómo le influyen las vehementes amistades, un falangista joven que logra ficharlo para la formación de Primo de Rivera, y un joven izquierdista con el que a veces parece sentirse incluso más identificado. Álvarín vive bien, goza de bienestar, zascandilea, siente el llamado de la política (y de la acción, que es peor) y se cartea con su madre, que triunfa en el mundo de la moda parisina. Y esas cartas van siendo intercaladas en la novela dando otro ritmo a la narración aunque a veces la lastren. La historia es muy viva y atañe a lo que es la educación sentimental del protagonista y a la evolución y transformación de una villa tranquila, apacible, que va incubando la tragedia que sería finalmente la Guerra Civil.

Llega un momento en esa España con ánimos de pólvora, en el que ya nadie sabe quién es. Ni siquiera Don Cayo, que se ve en el Teatro Pereda de Santander sentado en segunda fila dos horas antes de que empiece un mitin de Primo de Rivera. Llegará a levantar el brazo en saludo fascista. Y con todo, muchas más páginas adelante, no rechina que siga admirando a Azaña, intercalando en sus soliloquios párrafos del político alcalaíno, párrafos tensos y barrocos, tal era la prosa azañista. Don Cayo sufre. Todos sufren. Sufre su esposa, que los mandó a todos a tomar viento fresco (el de La Magdalena) y se marchó a París, dejando a su familia que se cociera en esa olla de pasiones e incomprensiones que acabó estallando en julio del 36 con un golpe de militarotes que condujeron al país a la Guerra Civil.

La tensión entre Don Cayo, padre azañista y Álvarín, hijo falangista, ejemplifica la España aquella

Una guerra de la que aún andamos haciéndonos preguntas, que sigue teniendo verdugos y víctimas y que llevó, como a la familia de Pombo, a todo el país a la angustia. La narración fluye amena, sobre todo en la parte central del libro y si uno de los mandamientos fundamentales de una buena novela fuera que los personajes tienen que cambiar y evolucionar, esta sacaría sobresaliente. Historia apasionante. Lo local tomado como ejemplo universal. A ratos frases cortas, narración cortante. A ratos es una postal de Santander. Hasta en las ciudades tenidas por hipotensas cundió la tragedia. Santander, una ciudad, y eso también se refleja en la historia que nos ocupa, que miró de reojo (¿temerosa?, ¿envidiosa?, ¿acongojada?) la revolución de Asturias de 1934. Tan cercana. Tan lejana.

'Santander, 1936', de Álvaro Pombo

'Santander, 1936', de Álvaro Pombo

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Álvaro Pombo

Editorial: Anagrama

Precio: 18 €

Esta novela de Álvaro Pombo podría encuadrarse en las denominada memorias de ficción, que abarcan un buen número de títulos de su producción, tales como ‘Un gran mundo’, del año 2015 y en cierto modo ‘Una ventana al Norte’ (2014). Pombo, que abandonó su Santander natal en la adolescencia para estudiar en Valladolid, universaliza su tierra chica y la hace protagonista en lo que es ya una de las carreras literarias más sólidas de España. Eso desde que en 1983 entrara en el Olimpo literario con ‘El héroe de las mansardas de Mansard’, que le valió el premio Herralde de 1983. Ahora, en su lúcida senectud, nos conmueve. Santander fuimos todos. De ahí venimos.

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