Cartas

Camus: de madre analfabeta a Nobel gracias a un maestro

Toda la lección de amor por el conocimiento y toda la gratitud de Camus hacia su primer maestro están contenidas en la correspondencia que maestro y alumno mantuvieron de 1945 a 1959

Una imagen familiar del joven Albert Camus.

Una imagen familiar del joven Albert Camus. / L. O.

Francisco Millet Alcoba

Albert Camus nació en un humilde hogar de la Argelia francesa. Se crió en la pobreza junto a su madre, analfabeta y su abuela, de origen español e ignorante también. Con estos antecedentes y ese escenario de pobreza ¿cómo puede entender se que años después sus méritos literarios le llevasen a obtener el Premio Nobel de Literatura?

Sin duda la inteligencia y las ganas de adquirir conocimiento que ya despuntaban con claridad en el joven Albert; también el gran sacrificio que hicieron su madre y su abuela que, pese a la situación de carencia, renunciaron al salario que el chico podría aportar para que pudiera seguir estudiando y, de manera fundamental, su maestro de educación primaria, Louis Germain, sin el cual, «sin sus enseñanzas y su ejemplo no habría sucedido nada de todo esto», tal como el propio Camus le recordó en una carta tras recibir el Nobel.

Toda la lección de amor por el conocimiento y toda la gratitud de Camus hacia su primer maestro están contenidas en la correspondencia que maestro y alumno mantuvieron de 1945 a 1959. Esa correspondencia, inédita en su mayor parte, es publicada ahora por Editorial Fundamento. Bajo el título ‘Cartas a mi maestro’, la editorial publica esa correspondencia inédita (algunas cartas se han perdido) como un capítulo de ‘El primer hombre’ el libro autobiográfico que Camus escribía cuando un accidente de automóvil acabó con su vida. La lectura de ambos testimonios revela que ni el tiempo transcurrido ni la fama cosechada por Camus hicieron mella en el recuerdo que el escritor tenía de su maestro, a quien guardaba un inmenso sentimiento de gratitud. En una de sus cartas Camus le recuerda que «usted ha sido el mejor de mis maestros y no he olvidado nada de lo que le debo». Encumbrado en la cima mundial de la literatura tras recibir el Nobel, Camus de forma conmovedora y humilde le escribe a su maestro: «sin usted, sin esa mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin sus enseñanzas y su ejemplo, no habría sucedido nada de todo esto».

Las cartas cobran todo su sentido si se completan con la lectura de ‘La escuela’ perteneciente a su obra inconclusa ’El primer hombre’. Se trata de un relato autobiográfico, si bien Camus disfraza sus nombres en los del pequeño Jacques y su maestro, el señor Bernard. El relato refleja a la perfección la fascinación del niño por su maestro y por sus clases interesantes «por la sencilla razón de que amaba con pasión su profesión».

Jacques (Camus) y su amigo Pierre amaban apasionadamente la escuela pues en ella no encontraban aquello que había en sus casas, donde la pobreza y la ignorancia tornaban la vida más lúgubre, como encerrada en sí misma; «la miseria es una fortaleza sin puente levadizo».

Las clases del señor Bernard alimentaban en ellos un hambre, que es el hambre de conocimiento. En la clase del señor Bernard sentían que existían y «que eran el objeto de más alta consideración: se los juzgaba dignos de descubrir el mundo».

Albert Camus 

  • Cartas a mi maestro 
  • Editorial: Plataforma
  • Traducción: Pablo Hermida
  • Precio: 14,25 € 

El relato cuenta el suceso que fue determinante en la vida futura de Camus. El maestro eligió a él y otros tres niños para presentarlos a la beca de los liceos y colegios. Pero necesitaban la autorización de los padres. Jacques, sin padre, encontró en principio el rechazo de su abuela, la que mandaba en casa, y de su madre. Eran pobres y el niño tenía que ponerse a trabajar y traer un sueldo a casa.

El señor Bernard fue a la humilde casa de Jacques y con su fe en el niño luchó por convencer a las dos mujeres de que permitieran al chico, un brillante estudiante , continuar con los estudios en vez de obligarle a ponerse a trabajar.

El convencimiento de Louis Germain en la inteligencia y las posibilidades del niño lograron convencer a su madre y a su abuela que aceptaron el sacrificio de apretarse el cinturón a cambio de que Jacques (Camus) pudiese continuar estudiando.

Leyendo esta correspondencia y el relato de La escuela se puede convenir que probablemente Camus no hubiera sido lo que fue sin un profesor como Germain, que supo inculcarle su amor por el conocimiento y sembrar en su inteligencia precoz el germen del saber.

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