Historia y filosofía

Julian Barnes: sutil conflicto de ideas

En ‘Elizabeth Finch’, su último trabajo, Barnes reflexiona sobre un aspecto central de nuestra civilización como fue el triunfo del cristianismo frente a la filosofía grecorromana encarnado en Juliano el Apóstata, el último emperador pagano

Julian Barnes.

Julian Barnes. / Javier García Recio

En sus más de cuarenta años de exitoso autor de novelas y ensayos que comenzó con ‘Metrolandia’ en 1980, Julian Barnes siempre ha ido buscando nuevas fórmulas narrativas que lo alejen de una prosa convencional; es así como, siendo el más intelectual y sofisticado de los escritores británicos actuales, no elude abordar temas académicos y de cierta complejidad filosófica y erudita que en su pluma se filtran con atractivos, para convertirse en tremendamente atractivos.

Ello le ha permitido cosechar una larga lista de premios, como el Booker en 2011 por obras fascinantes y atrevidamente originales como ‘El sentido de un final’, ‘Inglaterra, Inglaterra’, ‘El loro de Flaubert’, ‘El ruido del tiempo’, ‘Arthur y George’ o la última, ‘El hombre de la bata roja’.

‘Elizabeth Finch’, su último trabajo, que nos llega ahora de la mano de Anagrama, continúa esa búsqueda de nuevos escenarios narrativos, moviéndose entre la indagación histórica y la filosófica que, aunque no logra el pulso y la altura de sus mejores relatos, si consigue convertirse en un texto sutil y apasionante

Elizabeth Finch, la protagonista de la novela, imparte un curso de educación para adultos sobre Cultura y Civilización. Con una capacidad pedagógica singular, su profundo conocimiento y un fuerte poder de atracción, la profesora consigue deslumbrar a sus alumnos, en especial a Neil, el narrador de la historia, que tras morir esta, emprende la doble tarea de rescatar su memoria y uno de sus trabajos inacabados dedicado a Juliano el Apóstata, uno de los personajes clave de la historia antigua, a decir de Elizabeth Finch.

Julian Barnes Sutil conflicto de ideas

Portada de 'Elizabeth Finch', de Anagrama. / L. O.

En Finch -recuerda Neil- el estoicismo era su norma de vida. Era una profesora que ayudaba a sus alumnos a pensar, a argumentar a desarrollar criterios propios. Empleaba el ingenio y la sugestión en la enseñanza, era deliberadamente seductora y nada convencional.

Defendía que el fracaso puede enseñarnos más que el éxito. Que los apóstatas son más interesantes que los creyentes, pues los apóstatas encarnan la duda y la duda es el signo de una inteligencia activa.

Ella manejaba verdades, no de generaciones anteriores, sino de eras anteriores, con un enfoque particular en el conflicto entre la filosofía grecorromana y cristiana. Aquí estaba el centro del conflicto y su hombre clave, su héroe fracasado era Juliano el Apóstata, el último emperador pagano de Roma, el que intentó repeler, sin éxito, la marea creciente del cristianismo. En realidad Juliano (Flavio Claudio Juliano) nació cristiano, pero al convertirse en emperador apostató del cristianismo, se proclamó pagano y trató de impedir la expansión del cristiano. Fracasó. Su muerte en el campo de batalla supuso el triunfo total del cristianismo.

¿Cómo sería el mundo, se preguntaba Elizabeth Finch, si Juliano hubiera logrado detener el surgimiento del cristianismo?

La brillante profesora no respondía a esto pero sí reflexionaba sobre como el fin de la filosofía grecorromana fue el comienzo de la edad oscura de la mente, y sobre como el ideal monoteísta cristiano, de gran estrechez mental, supuso en los siglos siguientes una barrera feroz frente al pensamiento racional.

Es aquí el núcleo central del relato de Julian Barnes, la demostración de su sutileza intelectual. Barnes se vale de la imagen de un alumno hechizado por el poder pedagógico de su profesora, Elizabeth Finch, para exponer a través de ésta un aspecto central de nuestra civilización occidental: el conflicto entre la filosofía grecorromana y cristiana. La victoria determinante de la segunda y su influencia en los siglos venideros.

De ahí la pregunta, también central: ¿Cómo habríamos avanzado y evolucionado los hombres sin el corsé de una religión intolerante y exclusivista?

Pura proyección intelectual, sin duda, pero Barnes es lo suficientemente inteligente como para plantear las formas en que la historia da forma a nuestras vidas.

Elizabeth Finch

  • Julian Barnes 
  • Editorial: Anagrama
  • Traducción: Inga Pellisa
  • Precio: 18,90 euros 

Al abrir un libro de Julian Barnes uno sabe lo que va a encontrar. Él pertenece a esa sólida tradición narrativa británica que deja bien claro ese hecho. Es también uno de los grandes renovadores de la narrativa británica. De modo que ‘Elizabeth Finch’ se convierte en un texto clarividente y magnífico, a la altura del ingenio intelectual de Barnes, revistiendo en todo momento al relato con un lenguaje sugestivo y una seducción que engancha.

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