Cúpula

Little Richard, la gran fuerza detonante del rock and roll

El periodista Mark Ribowsky recorre la biografía del inclasificable artista que dinamitó la escena musical de mediados

de los años cincuenta al grito de «A-wop-bop-a-loo-mop-a-lop-bam-bom»

Little Richard

Little Richard

La vida de Little Richard fue similar a su música: electrizante, desinhibida, descaradamente atrevida y repleta de altibajos. Richard Wayne Penniman vino al mundo en 1932 en la ciudad de Macon (Georgia). Un error de la enfermera encargada de rellenar los certificados de nacimiento hizo que el pequeño Ricardo –así decidieron llamarlo sus padres– pasase a ser Richard en los documentos oficiales. De haberse subsanado el fallo, el mundo del rock hubiese caído rendido a los pies de un tal Little Ricardo. Criado en una familia numerosa de fuertes convicciones religiosas, el joven Richard pronto empezaría a destacar en los coros de las iglesias y los bares de Macon, en los que la segregación racial pasaba a un segundo plano siempre que el suministro de alcohol no decayese.

Como relata el periodista Mark Ribowsky en la biografía titulada ‘La extraordinaria vida de Little Richard’ (Cúpula), a los diecisiete años, Richard ya «era capaz de improvisar en cualquier actuación que pasara por los clubes» de su ciudad. Y aunque su incipiente talento había sido bendecido por la mismísima Sister Rosetta, pasó buena parte de su adolescencia buscando una oportunidad. Su padre lo echó de casa por ser homosexual y pertenecer a esa nueva corriente de ‘destructores del blues’ que se contoneaban sobre el escenario. El cantante, con su kilométrico tupé, su afilado bigote y su estrafalaria vestimenta, comenzó a labrarse una temprana reputación al tiempo que se ganaba la vida fregando platos.

Little Richard, la gran fuerza detonante del rock and roll

Little Richard

A mediados de los cincuenta, el panorama musical norteamericano se estaba transformando gracias a la aceleración del rhythm & blues que practicaban artistas como Fast Domino, Chuck Berry y Elvis Presley. Hasta que un día todo estalló por los aires al grito de «A-wop-bop-a-loo-mop-a-lop-bam-bom». La bomba atómica de ‘Tutti Frutti’ puso patas arriba el orden establecido y catapultaría a Richard hasta lo más alto. El sentido original de la canción, que hablaba sobre el deseo de tener sexo con una joven de apetitoso trasero (good butty), fue suavizado por la letrista Dorothy LaBostrie para que pudiese ser radiada. De esta forma, en 1955 nació el detonante del rock and roll: una irresistible puerta hacia lo peligroso y lo desconocido por la que entró en tropel la juventud de aquellos años.

Portada de la extraordinaria vida de Little Richard Mark Ribowsky

Portada de la extraordinaria vida de Little Richard Mark Ribowsky

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La extraordinaria vida de Little Richard

Editorial: Cúpula

Traducción: Carmen Ternero

Precio: 24,95 €

Arropado en directo por los Upsetters, formación que poco más tarde acompañaría a Otis Redding y James Brown en sus comienzos, Little Richard desplegó su poderoso arsenal impulsado por la discográfica Specialty Records y su propietario, Art Rupe, quien no dejaba de frotarse las manos gracias al constante éxito de temas como ‘Long Tall Sally’, ‘Good Golly, Miss Molly’ y ‘Lucille’. Todos los músicos de entonces querían ser como Little Richard o aprender su fórmula, desde Jimi Hendrix, que militó por un tiempo en su banda, hasta los Beatles, quienes le suplicaron ser teloneros de sus conciertos. Incluso décadas más tarde, los aguerridos Led Zeppelin copiaron la entrada de batería de su electrizante e intemporal ‘Keep a knockin’.

Little Richard, la gran fuerza detonante del rock and roll

Little Richard

El inclasificable músico nunca superó el atronador éxito de sus inicios y en numerosas ocasiones abandonó el escenario por la iglesia, pero el impacto causado por sus canciones y su arrebatadora forma de actuar le acompañó hasta el final de sus días. Tras su muerte, el pasado 9 de mayo de 2022 a los 87 años, el mundo entero le dedicó palabras de agradecimiento a través de las redes sociales. No era para menos: ese día se fue el verdadero rey –y reina– del rock and roll.

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