Gerald Brenan: al sur de Granada

Un libro que pellizca a España y al Reino Unido por el contacto de la cultura de las Alpujarras con el grupo de Bloomsbury a través de Brenan, y que ahora publica Tusquets Editores tras más de medio siglo desde su primera edición en inglés

Gerald Brenan.

Gerald Brenan. / L. O.

Santiago Ortiz Lerín

Santiago Ortiz Lerín

En la primavera de 1923 una mujer de grandes ojos grises montaba una mula por un trayecto abrupto en las Alpujarras. Al entrar en el caserío encalado de la aldea de Yegen, una algarabía de niños salió a su encuentro mientras ella seguía a su amigo inglés, que vivía allí desde hacía tres años. Algunos miembros del grupo de Bloomsbury se reunirían esta vez fuera de Inglaterra, y su alma máter, Virginia Woolf, viajaría con su marido Leonard a Andalucía para reunirse en esta perdida comarca granadina, entre Sierra Nevada y el Mar Mediterráneo, con el joven escritor Gerald Brenan. El autor de ‘El laberinto español’ y la enorme ‘Al sur de Granada’, que vuelve a publicar Tusquets Editores, guarda cierta similitud con el personaje de ficción de Nikos Kazantzakis, Basil, un escritor inglés que viajaba cargado de libros en un baúl de mimbre para explotar una mina de lignito en un pueblo perdido próximo a Megalo Kastro. Antes de subir al barco rumbo a Creta, Basil conoció a Zorba en el Pireo. Ese día estaba lloviendo. También llovía en Granada cuando Brenan conoció la Alhambra, que viajaba con el dinero justo y que esperaba recibir en un pueblo del sur de la provincia a una recua de mulas cargadas de cajones repletos de literatura. Ese pueblo es, en realidad, la aldea de Yegen, una pedanía de Alpujarra de la Sierra, donde el autor se convertiría en el último viajero romántico a lo Georges Borrow, con la intención de ser escritor e instruirse a sí mismo con interminables lecturas después de haberse licenciado del ejército británico tras concluir la Primera Guerra Mundial. El protagonista de Kazantzakis aprendió a bailar la danza de Zorba, a pesar del romance frustrado de manera trágica con una viuda cretense. Brenan por otro lado, aprendió todo lo que había que saber de Yegen, su pueblo alpujarreño, y también tuvo un romance con una joven de las Alpujarras que Fernando Colomo supo adaptar al cine con la intensidad pasional del mismo Manuel de Falla en ‘El amor brujo’.

Don Gerardo, como llamaban a Brenan los lugareños, nos sumerge en esta comarca granadina, y cuya obra se había descrito como una mezcla entre libro de viajes o ensayo antropológico, pero que, independientemente de las etiquetas, el asunto es que tiene un fuerte componente autobiográfico de su experiencia en las Alpujarras, y un potente discurso narrativo que lo hace literario y que convierte al autor en una especie de Borrow del siglo XX relacionado con el grupo de Bloomsbury de Virginia Woolf, quien le visitó en Granada además de otros intelectuales ingleses.

En una Andalucía aún entonces por desarrollar, y con injusticias como Ramón J. Sender nos muestra en su crónica ‘Viaje a la aldea del crimen’, por los hechos de Casas Viejas, en la provincia de Cádiz, en 1933, Brenan supo elevar la tierra a la que se fue a vivir en su monumental ‘Al sur de Granada’, supo ver lo que Vita Sackville-West en los jardines persas o en el vuelo de la garza real sobre el Nilo, supo ver belleza en las Alpujarras, en el paisaje y en la vida de sus gentes, donde las descripciones de Brenan de esta comarca superan las palabras por la atmósfera que envuelve al lector cuando más allá de la técnica se transmiten emociones por el contacto con el lugar, o la dignidad de un pueblo sin esconder sus carencias, supo ver algo más allá de los clichés. Brenan, al contrario que Odiseo, perdido en el Mediterráneo occidental y que ansiaba regresar a su amada Grecia, el autor inglés hizo de Yegen su Ítaca, donde también pasó estrecheces y aprendió a vivir con esta pequeña comunidad rural, donde encontró la vida palpitante que buscaba, más allá de la encorsetada Inglaterra victoriana que conoció antes de la guerra mundial.

Gerald Brenan descubrió un nuevo mundo en una pequeña comarca olvidada, se sumergió en ella y, de algún modo, hizo de esta su patria sentimental, estudiándola como nadie hasta entonces. Uno de los grandes logros de Brenan, cuando no existía YouTube con vídeos donde se pasea al espectador por lugares recónditos del mundo, fue transportar al lector en un viaje mental, como decía Borges, con esta lectura a las Alpujarras brindándole algo de lo que no todos son capaces, es decir, que mientras unos miran, él vio lo que los demás no advirtieron, un tesoro del Mediterráneo.

Entre las obras de Brenan se recuerda su magistral ‘El laberinto español’ para ilustrarnos sobre el contexto político y social en el que se desencadenó la guerra civil española de 1936, un valioso ensayo que fue publicado por la editorial Ruedo Ibérico en el extranjero al estar censurado este libro en nuestro país durante la dictadura.

Umbral recordaba en su discurso del Premio Cervantes la frase de Voltaire «yo, como Don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme», y de algún modo la pasión de Gerald Brenan no fue la realidad de los libros, sino la irrealidad de España contenida en las Alpujarras, donde para aproximarse a nuestro país lo hizo con un pie en los libros y con otro en la cultura popular, como nos muestra en esta inmortal ‘Al sur de Granada’, imprescindible para tener una visión de Andalucía más allá de los tópicos y del folclore. El autor, que descubrió el cante jondo en las Alpujarras, nos muestra la idiosincrasia de un lugar con una historia de orígenes milenarios, sus costumbres y tradiciones de esta comarca de Andalucía oriental, y todo fundido en un relato autobiográfico donde conocemos sus vivencias personales, su aventura podríamos decir, de vivir y conocer sin prejuicios un lugar tan distinto de su cultura inglesa, y que lograse transmitir con interés a la misma Virginia Woolf.

Al sur de Granada

Portada de 'Al sur de Granada'. / L. O.

AL SUR DE GRANADA

  • Gerald Brenan
  • Editorial: Tusquets
  • Precio: 21,00 € 
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