El Parnaso

Ramón Andrés: La venerada música de los silencios

Imagen RAMON ANDRES

Imagen RAMON ANDRES / L.O.

José Antonio Santano

José Antonio Santano

Adentrarse en el hecho poético en sí mismo siempre escribe el poeta valenciano José Iniesta en su libro ‘Cantar la vida’: «La poesía no es conocimiento, es un vuelo a lo profundo, es polvo en la luz. Es encender una lumbre en el centro de la noche, un paseo por el amor y la muerte. Pasos que se demoran frente al árbol dorado del otoño. Un niño solo, bajo el sol. Los rostros que conforman nuestros rostros, el viento golpeando la carne estremecida». Entiende bien su oficio el poeta valenciano, conoce los entresijos del hecho poético, porque contra lo que otros han querido imponer y se mantiene en buena parte de la poesía actual, la poesía ha de trascender la realidad desde territorios desconocidos, es un juego de espejos y contrarios, y ahí entra el poeta con su otra mirada, ahondando en los intersticios de lo invisible e innombrable. Mucho de todo esto contiene ‘Oír las grietas. Antología poética1988-2023’, de Ramón Andrés (Pamplona, 1955), cuya selección ha estado a cargo del también poeta Javier Irazoki. De Ramón Andrés no sólo habría que destacar su trayectoria poética, Premio Nacional de la Crítica con su libro ‘Los árboles que nos quedan’, sino también como musicólogo, traductor y ensayista (Premio Nacional de Ensayo por su libro ‘Filosofía y consuelo de la música’), tarea esta que le ocupa la mayor parte de su tiempo de estudio y reflexión, en su continua dedicación y labor humanística.

‘Oír las grietas’, como se ha dicho es una antología que ocupa su producción poética entre 1988 y 2023, y cuya selección de poemas de los libros ‘La línea de las cosas’, ‘La amplitud del límite’, ‘Siempre génesis’, ‘Los árboles que nos quedan’ y ‘Poemas inéditos’, ha cuidado el poeta navarro Javier Irazoki. Este buen ramillete de poemas de sus libros publicados hasta ahora y un par de poemas inéditos vienen a ampliar la línea de pensamiento de Ramón Andrés, además de mostrar su gran sensibilidad para cualquiera de las manifestaciones artísticas. No importa la materia objeto de estudio, sean sus múltiples ensayos sobre música, ritos, religión, filosofía, mística o poesía, porque Ramón Andrés posee una mirada capaz de transportarnos a otros mundos, de descubrirnos al fin el misterio de las cosas, lo desconocido, o mejor sería decir, todos los asombros o el silencio que los conforma.

Para Irazoki, «El título de esta antología no es arbitrario. Como poeta exigente, Ramón Andrés indaga sin descanso, se pregunta, percibe en cada objeto y acción las grietas evidentes y escondidas (…) Los verbos oír y escuchar definen la actividad creativa del autor». Y, ciertamente, dos palabras solo pueden constituir (se) en las claves existenciales de un poeta que sabe bien mirar desde afuera hacia adentro, observar el mundo y penetrar en él sin hacer ruido, acompañándose del silencio para ser silencio solo, esencia misma de cuanto se muestra ante sí y en comunión perfecta con la Naturaleza, otro de los elementos que definen y concretan la poética de Ramón Andrés: «Yo soy los elementos, la inusual bonanza, / aquel viento nudoso que viene de los bosques, / aquel viento que es nada / y se vuelve de nadie y deja atrás las cosas / que importan y sólo ahora son su idea (…) Yo soy los elementos, la inusual bonanza, / la garza que no sabe volver de los mistrales, el animal que lame la sequía, / embarrancado mar, / trópico y polo de un país ignoto, / donde el día no es cierto, por mucho que amanezca». Así es la poesía de Ramón Andrés, sencilla y limpia, precisa y abarcadora, propia de quien observa cuanto acontece y los sentidos traducen en una quietud impropia del tiempo que nos ha tocado vivir, pero que en sus versos se propaga en la más absoluta desnudez y esencia. La tensión humanista del poeta requiere del silencio para saberse libre, ajeno a las contiendas inciviles, locuaz en la búsqueda del lenguaje que abrace el corazón del mundo: «Bajaba por los días amarillos, / como el último aceite del invierno, / salpicado en las lámparas / que buscan entre el sueño de las gentes. / Bajaba por el mirto, / por la oración que colma los tejados. / Bajaba hacia el silencio, / limpio como la encía del herbívoro, / que bebe sin dejar / filamentos de sangre en los arroyos». ‘Oír las grietas’ es más que la reunión de unos poemas escritos a lo largo de los años, es una forma de vida, la vida del poeta que anuncia cada mañana al escuchar el canto del gallo o el silencio estridente de las aguas de un río, la luz dorada de los bosques o la música callada de la noche, mucho más. En esta antología encontramos todas las luces posibles y todos los colores del día, pero sobre todo ese temblor de la palabra que nos invita a vivir en el sosiego de una tarde cualquiera, en la placidez de la contemplación de la Naturaleza, en el grito desesperado del hombre o en el verdor del valle del Baztán, solo importa admirar con ojos de asombro cuanto se muestra en derredor; escuchar más allá de la apariencia: «Nada cubre a la muerte. // Oiremos las grietas / al paso de una generación, / el crujido de lo helado / al paso de otra, / el resbalón del que va a la zaga / y cae, se nos echa encima y pisa. / No se nos verá, nunca se nos verá, / aunque la nieva jamás nos oculte».

Ramón Andrés es un poeta que se despoja en cada verso de lo efímero, para ofrecer el fruto de su mirada, su bonhomía deslumbrante, esa lenta y parsimoniosa manera de pasear el lugar que lo acoge cada día penetrando los sentidos hasta crear su propio paraíso y lenguaje, la palabra que redime al hombre de su triste y dolorosa existencia. El poeta así resurge de las cenizas y la podredumbre de este mundo; se aparta y se hace silencio en los bosques y ríos, en la convulsión de los árboles sobre la tierra, dejándonos el legado de su numinosa palabra: «Somos la luz empleada en terminar las cosas, / no tenemos más. El vivir es esto: / finalizar el trabajo antes de que caiga la noche (…) / Lo que dura la luz, eso somos, / lo facultado para las pequeñas tareas, arreglos, / reparaciones que no pueden hacerse a oscura».

Oír las grietas

Autor: Ramón Andrés

Editorial: Hiiperion

Páginas: 208

Precio: 17,26 €

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