Novela

Antonio Soler y el cuento que no se podía contar

Antonio Soler acude en ‘El día del lobo’ a la técnica del cuento tradicional para narrar el crimen de la carretera de Almería, uno de los sucesos más terribles de la Guerra Civil, utilizando a su familia como personajes

El escritor malagueño Antonio Soler.

El escritor malagueño Antonio Soler. / L. O.

Juan Gaitán

Juan Gaitán

Durante muchos años, décadas, fue la historia que se contaba en susurros, en el ámbito del secreto familiar, en muchas casas de Málaga. Unos lo llamaban ‘la Desbandá’, otros, como en el caso que hoy nos ocupa, no usaban ese nombre, pero hablaban de «la carretera de Almería» con el horror en las voces, con el recuerdo del miedo, del terror, de la crueldad extrema que padecieron. Durante muchos años fue la historia que no se podía contar y, sin embargo, se contaba constantemente, pero en secreto. Hasta que empezó a salir a la calle, bien entrados ya los años 90 del siglo pasado, y se reivindicó la memoria, y salieron a la luz los miles de muertos, y los nombres de los verdugos inhumanos que cometieron aquel crimen.

Al cabo, los rasgos generales de la historia son más o menos conocidos. En los primeros días de febrero de 1937 las tropas franquistas, comandadas por el inefable Queipo de Llano, tomaron Málaga. Días antes se había propagado por la ciudad el miedo, lo que hizo que una gran parte de la población (los números son variables) emprendiera la huida por el único camino posible, la carretera hacia Almería, donde fueron bombardeados por tres buques de la marina sublevada (Almirante Cervera, Canarias y Baleares) y ametrallados desde el aire por la aviación italiana. El resultado, una masacre. Un crimen cometido contra población civil desarmada.

La historia, que todos los malagueños que tenemos una cierta edad hemos escuchado en la confidencia familiar, vuelve ahora en forma de novela/memoria/cuento de la mano de Antonio Soler, la recién publicada ‘El día del lobo’, editada por Espasa.

Soler acude a la memoria de su familia, que, como tantas otras de la ciudad, fue protagonista de esa historia, se vio impelida a huir por la militancia socialista del abuelo materno. La pericia de Soler para narrar le lleva a elegir el modelo de cuento, pues así lo vivió desde su infancia, el cuento que se contaba en casa, siempre en voz baja, con miedo aún. Y para dejar claras sus intenciones, empieza el texto como lo hacen los cuentos tradicionales: «Había una vez una ciudad quemada y un invierno frío. Saliendo de esa ciudad había una carretera serpenteante con largas cañas a los lados. Y las cañas formaban un pasillo por el que andaban niños extraviados, personas asustadas y heridos». Así comienza Soler su narración. Soler es un extraordinario (quizás el mejor en el panorama actual) «comenzador» de novelas. Sabe condensar en una frase o en un párrafo breve la esencia de la historia, y luego se demora durante unos cientos de páginas en el desarrollo, (siempre con su peculiar estilo, con su manera hipnótica de hacernos permanecer en la lectura incluso cuando la hemos abandonado, logrando que sigamos pensando en ella y estemos esperando el momento de retomarla). Cuántas veces habré puesto como ejemplo de un magnífico inicio de novela esta frase: «En el centro de nuestras vidas hubo un verano», el magnífico comienzo de ‘El camino de los ingleses’, con la que Antonio Soler ganó el Premio Nadal de 2004.

Pero sigamos. No solo se atiene Soler a la versión familiar (aunque es la base fundamental, sin duda), sino que a veces acude a otras fuentes, como las de Mercedes Formica, Gamel Woolsey, Koestler y Sir Peter Chalmers Mitchell, conocido en Málaga en aquel tiempo como ‘Zopita’ (de ser/pitar). Pero en realidad es la memoria de la familia, fundamentalmente de la abuela materna, Josefa, y de la madre, Libertad/Carmen (hubo de cambiar su nombre original cuando vencieron los sublevados y era un apelativo comprometido). El texto de Soler es finalmente una especie de parte de guerra doméstico, una confesión familiar también, en la que desnuda intimidades, como la guerra interna entre madre e hija: «… y que abrieron una grieta entre madre e hija. Entre mi abuela materna y mi madre. Conatos de celos, egoísmos, rivalidad. Silencios o palabras mal interpretadas. Todo sumado, todo formando parte de una corona de espinas que cada una de ellas se empeñaba en colocar no sobre la cabeza de la otra, sino sobre la suya propia» (página 92). Soler escribe de memoria. Memoria de la memoria de otros. Por eso insiste en expresiones como «palabra arriba o palabra abajo» o «algo así me dijeron». Pero es una fértil memoria.

La pericia técnica de Soler es magistral. La obra oscila entre la novela de no ficción, el cuento (por la forma, por la inteligente, acertadísima alusión al bosque, al lobo, al terror infantil) y la novela (porque rellena con literatura los huecos, los detalles, la atmósfera, porque usa elementos técnicos propios de la novela, como retrasar la resolución de algunos sucesos, así el extravío del tío Manolito durante un bombardeo en la carretera).

Y, sobre todo, Soler no se mantiene equidistante. Toma partido (cómo no tomarlo), y desde el más expresivo sarcasmo deja claro en varios pasajes lo que la gente era para los golpistas: nada, menos que nada. Así, en la página 176 dirá «y en la carretera, una procesión de hormigas que debían ser hostigadas, exterminadas», y un poco más adelante, en la misma página, «la columna de microbios que era observada y castigada desde el aire», unas páginas más allá (página 180) «el ser humano como un mineral que puede ser troceado, descompuesto, convertido en producto de matadero»; «la carretera se había poblado de bultos y desperdicios, como si en vez de un bombardeo y un ataque aéreo se hubiese producido el vuelco de varios carros de basura» (página 184) o, por no insistir con más ejemplos, este tan claro: «había que convertir ese sucio ganado (los rojos) en género humano, en individuos dignos de respirar bajo la limpia autoridad del nuevo caudillo» (página 193).

‘El día del lobo’ no deja indiferente. Cómo podría dejar indiferente a nadie un cuento tan horrible. Un cuento tan real.

El día del lobo

Autor: Antonio Soler

Editorial: Espasa

Páginas: 376

Precio: 21,90 € 

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