Anagrama

Las grietas del miedo

‘Brujería’ demuestra que Gonzalo Torné es digno heredero de aquellos autores profusa y confusamente realistas

El escritor barcelonés Gonzalo Torné

El escritor barcelonés Gonzalo Torné / Diario de Mallorca

Ricardo Baixeras

La literatura es el lugar en el que se desarrolla una experiencia deshonesta, cuando no oscura o turbia, y donde a menudo se consigue el preciado éxito mostrando de qué modo conviene hacer saltar a la palestra el fracaso en esa carrera de fondo que llamamos vida. Y eso porque la sinceridad tan preciada se torna en comedia; la tristeza, en un movimiento interior más ambiguo y dañino; el engaño, en la tabla de salvación, y las ilusiones perdidas, en un torbellino que arrastra al más ambiguo de los espacios: allí donde se pierde lo más preciado o bien donde se descubre que uno ya no puede perder más cosas por el camino.

Gonzalo Torné (Barcelona, 1976) lleva tiempo mostrando los hilos de sangre que corren por la mente de las emociones y de qué modo esos hilos no son sino equívocos sutiles y robustos desmoronamientos en las relaciones que dependen las más de las veces del punto de vista desde el que uno está narrando el asunto y de cómo esos equívocos serán morales o no serán: «Los celos no son una pasión triste, todos los libros mienten: los celos nos protegen de la soledad, transforman la repelencia de la vejez y el deterioro en ternura. ¡Los celos son una moral!». Si a eso le añadimos una prosa sutil y certera, daremos con el centro de una literatura digna heredera de aquellos escritores que en el mundo han sido profusa y confusamente realistas: desde Henry James hasta Philip Roth, desde Francis Scott Fitzgerald hasta Juan Benet. Un realismo interior que el autor devuelve al lector en forma de ceremonia de la confusión y hundimiento de las emociones cuya línea de flotación es honda y críptica, aunque se presente amablemente irónica.

Así sucede en ‘Brujería’, un texto que dibuja los contornos de ese hundimiento personal lanzado como si fuera una botella al mar del futuro en torno a Diego Duocastella. Su regreso a Barcelona, tras un tiempo en Italia, abre la novela hacia la ceremonia de la confusión de la familia de los Pons, al matrimonio de Julio y Laura, sus tres hijos, y Berta, hermana de Julio. Torné señala con una habilidad técnica endiablada de qué manera «amar también va de aceptar el relato del otro». Y lo hace con un despliegue poco corriente que bascula entre las grietas que irán avanzando entre los cuatro adultos y los deseos confesables de iniciar vidas distintas sin cancelar las que han ido construyendo mostrando que cuando «la vida es una perspectiva de cuerpos, da igual lo breve o larga que sea la relación».

Es con «la espuma de las emociones» que la novela avanza hacia una dirección abiertamente reflexiva, cruzando voces dialogadas y tiempos pasados (no se pierdan «Cartas a un fantasma» del libro tercero), en un texto plagado de tópicos en torno al amor y la amistad que, lejos de ser irrelevantes, toman altura y muestran hasta qué punto anhelos, pasiones, debilidades, desencantos y resentimiento señalan que «estamos rodeados de vasos vacíos». Ese es el centro neurálgico de este libro portentoso que se detiene en mostrar un miedo ancestral, audaz y frágil, y que trata de ver cómo se despliega una conciencia –la de Diego Duocastella– que ha decidido no querer –«un patinador atravesando el hielo de las relaciones fugaces», alguien que mira «como si nos [hubiese] visto morir a todos»– y que acabará por saber que todo lo que le importa le da igual.

Brujería

Gonzalo Torné

Editorial: Anagrama

Precio: 19,90 €

Páginas: 400

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