Cátedra

Luis Alberto de Cuenca: Hacer versos es una fiesta

Letras Hispánicas de Cátedra publica la segunda antología del poeta madrileño, ‘El triunfo de estar vivo. Obra poética 1996-2012’

Luis Alberto de Cuenca.

Luis Alberto de Cuenca. / L.O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

No sólo el París de Hewingway era una fiesta, con esas tertulias con Scott Fitzgerald y Gertrude Stein, las excursiones librescas a ‘Shakespeare and Company’ y la promesa de toros en Pamplona.

También el carácter festivo lo encontramos en la obra del poeta madrileño Luis Alberto de Cuenca (1950); de hecho, él mismo reconoce en una de las páginas de este volumen que «hacer versos es una fiesta» y que el papel en blanco «no es una cárcel metafísica sino un campo de juegos». 

La fiesta, el juego, el humor, la parodia; pero también emocionantes reflexiones sobre la amistad, el amor, sus maestros más queridos o el transcurso del tiempo pueden disfrutarse en la segunda compilación que la prestigiosa colección Letras Hispánicas le ha dedicado, con el título de ‘El triunfo de estar vivo'. (Obra poética 1996-2012)’.

El volumen, precedido de un clarificador estudio del crítico literario Ricardo Virtanen -que tiene apellido de saga nórdica, tan caras al poeta y a su admirado Borges- reúne cuatro de los principales libros de ese periodo: ‘Sin miedo ni esperanza’ (2002), ‘La vida en llamas’ (2006), ‘El reino blanco’ (2010) y ‘Cuaderno de vacaciones’ (2015), este último, Premio Nacional de Literatura, en la modalidad de Poesía en 2015. 

Incluye este amenísimo y variado viaje un poema, ‘Línea clara’ (de ‘La vida en llamas’), que es una vindicación del santo y seña de su poesía desde 1985, cuando dio un viraje a su creación con el poemario ‘La caja de plata’ y trasladó a sus versos la línea clara, que no simplista, de los dibujos de Hergé.

El objetivo, cuenta, es mejorar la comunicación con el lector, «que la gente entienda nuestros versos». Por eso, ante las voces críticas termina este ‘Línea clara’ con una reveladora petición de ayuda: Defiéndenos Tintín, que nos atacan.

El triunfo de estar vivo

  • Luis Alberto de Cuenca
  • Edición de Ricardo Virtamen
  • Editorial: Cátedra
  • 720 páginas
  • Precio: 22,50 €

El intrépido reportero cumple a la perfección esta labor defensiva, en la que también toman parte, y por eso desfilan por estas páginas, personajes como Flash GordonDale Arden, los Caballeros de la Tabla Redonda, Dorothy y sus baldosas amarillas, Shrek, los audaces soldados de la Unión de Ford, vampiros con ganas de hincar el diente o el Guerrero del Antifaz.

Porque, si algo caracteriza a Luis Alberto de Cuenca es no hacer distingos entre la alta literatura y la literatura popular; de ahí que su poesía sea un borgiano desfile de influencias, guiños y homenajes a todo lo que ha alimentado a este apasionado lector. 

Y como declaración de intenciones, la portada de este volumen, del gran ilustrador de línea clara Miguel Ángel Martín, con una princesa Leia escopeta en ristre; pues la galáctica joven sirve al poeta para homenajear a su amada y muy presente Alicia, disfrazada de Leia Organa, como reza uno de sus poemas. 

Por otro lado, esta compilación retrata a un poeta en plenas facultades, hijo de Borges, Catulo, Guillermo de Aquitania o Agustín de Foxá; pero también de Bram Stoker y Edgar Allan Poe. Hay, además, ecos perennes de una legión de autores clásicos, desde la ‘Epopeya de Gilgamesh’ en adelante,y una variedad apabullante de estilos, desde el soneto clásico al haiku japonés. Con este afán por explorar Luis Alberto de Cuenca sigue así, al pie de la letra, lo que aconsejan algunos de sus versos:

no lo dudes, hermano: abre todas las puertas

Si hubiera que quedarse con un poema distintivo de ‘El triunfo de estar vivo’ bien podría ser ‘Los libros de la noche’, por resumir tan bien el rico mundo de este pleclaro poeta:

Del sonido y la furia de la fiesta

surge una voz que apaga las obscenas

risotadas, los sórdidos jadeos, 

y que nos deja mudos, traspasándonos

de belleza. Una voz que dicta amores

imposibles, paisajes de leyenda, 

mares por descubrir, locas hazañas

de nuestros personajes favoritos.

Las mil magias, en fin, de la poesía».

Que siga la fiesta de los versos.

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