Centenario

Ernesto Cardenal, el regreso de la poesía social

Cuando acaba de cumplirse el centenario del nacimiento del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, Espasa publica su poesía completa, una vasta obra basada en la poesía social

Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal / l.o.

Juan Gaitán

Juan Gaitán

En un momento en que en el mundo resurgen los totalitarismos, en que las opciones radicales, racistas y ultraconservadoras van conquistando grandes parcelas de poder, nada más conveniente ni oportuno que volver la cabeza hacia aquello que en su día se llamó «poesía comprometida» o «poesía social», aprovechando la coincidencia del primer centenario del nacimiento del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, probablemente el más destacado autor de América Latina en este género.

Poesía social

La poesía social suele definirse como una poesía de sentido narrativo y de carácter neoépico-dramático. No es descaminada la definición. Es bastante frecuente que la poesía social se identifique con la narrativa, con la épica y con la dramática, lo que permite cuestionar la dimensión lírica de los poemas, incluso llegar a dudar abiertamente de si son o no son poemas. En una primera lectura, los larguísimos poemas de Cardenal conducen a esta apreciación. Son más narrativos que poéticos, o al menos lo parecen, como si conscientemente supeditaran (una característica habitual del género) las formas y el lenguaje en aras de la finalidad (doctrinal, toda poesía social lo es por definición). Desde estos presupuestos, la poesía social en general y la de Cardenal en particular se convierte en una lección de moral y el poeta un moralista. Pero nunca debemos rechazar la poeticidad del mensaje, no al menos en el caso de Cardenal.

El propio Cardenal dijo de sí mismo que era «poeta, sacerdote y revolucionario». Un hombre partidario de una revolución sin venganza que usó la cultura para hacer frente a la dictadura de Anastasio Somoza. Su activismo político le valió la suspensión «a divinis» del sacerdocio por parte del Papa Juan Pablo II, siendo rehabilitado treinta y cuatro años después por el Papa Francisco.

La reciente publicación por la editorial Espasa de la Poesía completa de Ernesto Cardenal con una presentación de Elena Poniatowska y unas notas a la edición de Remedios Sánchez, nos sirven para recordar (unos) y para descubrir (otros) la inmensidad de este autor.

Tres bloques

La poesía de Ernesto Cardenal se puede dividir en tres bloques: la lírica y epigramática inicial en la que, influido claramente por sus lecturas de autores clásicos como Propercio, Catulo, Ovidio, o Juvenal, no se conforma con una mera imitación estilística, sino que llega a encarnarlos, como en estos versos titulados ‘Imitación de Propercio’: «Recuerda tantas muchachas bellas que han existido:/ todas las bellezas de Troya, y las de Acaya,/ y las de Tebas, y de la Roma de Propercio./ Y muchas de ellas dejaron pasar el amor,/ y murieron, y hace siglos que no existen./ Tú que eres bella ahora en las calles de Managua,/ un día serás como ellas de un tiempo lejano,/ cuando las gasolineras sean ruinas románticas» (página 25).

El segundo bloque se fundamenta en lo teológico, lo místico y lo moral. Ahí aparecen sus conocidísimos salmos, escritos en el convento trapense donde Cardenal buscó consagrarse a través del sacerdocio. Así comienza ‘Salmos’, obra en la que el poeta integra la «macrohistoria» de la Humanidad y la «microhistoria» de la vida cotidiana en un modelo retórico-religioso: «Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido/ ni asiste a sus mítines/ ni se sienta en la mesa con los gangsters/ ni con los Generales en el Consejo de Guerra/ Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano/ ni delata a su compañero de colegio/ Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales/ ni escucha sus radios/ ni cree en sus eslogans./ Será como un árbol plantado junto a una fuente» (página 65).

El tercer bloque, el más extenso y también el de mayor ambición poética, deja atrás definitivamente el lirismo inicial de los epigramas y el dramatismo de los salmos para meterse de lleno en lo épico y lo histórico, sentando definitivamente plaza en lo social. Es el momento del ambicioso ‘Cántico cósmico’, con sus cuarenta y tres Cantigas que oscilan entre el documento y el monumento, como en este fragmento de la Cantiga 5: «La materia es movimiento./ El universo, transformación./ Las velocidades dentro de los átomos/ son como las del cielo./ En continua danza la materia./ Las nubes de hidrógeno en rotación/ engendrando estrellas en rotación/ que engendran planetas en rotación,/ y galaxias en discos, esferas o espirales,/ también girando./ Expandiéndose todo (además)/ al mismo ritmo./ ¿Y cuál es su razón de ser?/ ¿Cómo fue su creación?/ ¿Y nosotros por qué estamos?/ ¿Y quiénes somos?» (página 730).

Cartas filosóficas

Este constante preguntar, tan particular en la obra de Cardenal, ha determinado que algún crítico señale la característica de sus poemas extensos como ‘Lettres philosophiques’ (cartas filosóficas) en las que se pone en cuestión el pensamiento escribiendo una historia universal desde el punto de vista de los marginados y los vencidos, entroncando con poetas anteriores y posteriores a él, todos en la misma línea poética y argumental, tales como Leopoldo Lugones, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda y Eduardo Galeano.

Los poemas de Ernesto Cardenal se arman desde un proceso discursivo, cuasi narrativo, convirtiéndose en una especie de sermón que no pretende moralizar (menos mal) porque en realidad es un modo de pensar en voz alta, de reflexionar sobre la vida, la historia, el hombre: «La evolución no es predecible pero sí controlable./ ¿Será la inteligencia artificial el siguiente estadio?/ ¿Seres de silicio superiores a los seres humanos de carbono?/ Ya hemos programado las computadoras para que piensen./ A diferencia nuestra/ cometido un error no lo repetirán jamás» (página 765).

Poesía completa

Autor: Ernesto Cardenal

Editorial: Debate

Prólogo: Elena Poniatowska

Introducción: Remedios Sánchez

Páginas: 1.280 pp.

Precio: 2,90 €

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