Teatro
La publicación de su teatro completo devuelve a Buero al escenario inmortal que exige la magnitud de su obra
La sociedad española no aprecia como es debido el valor del teatro en cuanto género literario
En sus casi 50 años de existencia Buero Vallejo es el único dramaturgo que ha recibido hasta el momento el Premio Cervantes

Buero Vallejo. / l.o.
Todo comenzó con ‘Historia de una escalera’ estrenada en 1949 en el Teatro Español, tras ganar el premio Lope de Vega. El estreno en octubre de ese año tuvo tal éxito que consagró para siempre a Buero Vallejo como uno de los autores esenciales de la literatura dramática de nuestro país.
Luego llegaron en apenas veinticinco años un buen puñado de obras maestras como ‘El tragaluz’, ‘El concierto de San Ovidio’, ‘Un soñador para el pueblo’, ‘En la ardiente oscuridad’, ‘Las Meninas’ o ‘La Fundación’; todas ellas le dan la condición de un clásico contemporáneo. Si Valle Inclán y García Lorca son los grandes autores teatrales hasta 1936, Buero es el gran dramaturgo de la segunda mitad del siglo XX. Así lo manifiesta el catedrático Javier Huerta que ha preparado este primer tomo de las obras completas de Buero publicada por la editorial Fundación Castro.
Pero la sociedad española no aprecia como es debido el valor del teatro en cuanto género literario. Baste decir que en sus casi 50 años de existencia Buero Vallejo es el único dramaturgo que ha recibido hasta el momento el Premio Cervantes.
Todo su teatro irá en dos volúmenes. Este primero agrupa las piezas teatrales escritas entre 1949 y 1975. Aquí están: ‘Historia de una escalera’; ‘Las palabras en la arena’; ‘En la ardiente oscuridad’; ‘La tejedora de sueños’; ‘La señal que se espera’; ‘Casi un cuento de hadas’; ‘Madrugada’; ‘Irene o el tesoro’; ‘ Hoy es fiesta’; ‘Las cartas boca abajo’; ‘Un soñador para un pueblo’; ‘Las Meninas’; ‘El concierto de San Ovidio’; ‘Aventura en lo gris’; ‘El tragaluz’; ‘El sueño de la razón’; Llegada de los dioses’ y ‘La Fundación’. En ellas están todos sus temas dominantes: el sentimiento trágico, aunque esperanzado, de la vida; la denuncia social; las terribles secuelas de la guerra; la preocupación por el pasado de España para entender mejor el presente y, de manera central, la búsqueda de la luz en la obscuridad .
Tradición
El teatro para expresar el sentimiento trágico es la gran aportación de Buero siguiendo así la tradición del mejor teatro español desde Lope de Vega y Calderón y en su tiempo, de García Lorca, que dejó constancia en su teatro de su admiración por el drama teatral. Después fue Buero quien creyó en la necesidad de representar el drama y la tragedia como mejor expresión de la sociedad de su tiempo. Lógicamente la tragedia en la época de Buero debía contar con las correcciones propias que no la hicieran caer en el anacronismo. Buero no solo moderniza su lenguaje sino que cambia su escenario anterior para que sea la ciudad, el marco urbano, el escenario de esa tragedia, dejando atrás su trama rural. De modo que a la suerte de la tragedia vinculó Buero su quehacer dramático, de ahí que volviera los ojos a Calderón de la Barca como fuente de inspiración para adaptar a la actualidad de su tiempo las dos vías por las que quiso hacer discurrir su creatividad teatral: la social y la realista.
Líneas esenciales
El profesor Javier Huerta señala las tres líneas esenciales por las que discurrirá su teatro, y que se anuncian con claridad en sus tres primeras obras estrenadas. La primera, la realista, centrada en los problemas sociales e incluso político que protagonizan ‘Historia de una escalera’. La segunda, la existencialista que tiene como núcleo el conflicto del hombre con el mundo, como refleja ‘En la ardiente oscuridad’; y la tercera, la místico-histórica, que conjuga las dos primeras pero con la introducción del mito y la historia, como en ‘Las palabras en la arena’.
Cada una de estas tres líneas de dramatización tienen en Buero sus escenarios configurados. Así la línea realista gusta de los barrios y viviendas de las clases más pobres y humildes; la existencialista busca ambientes cerrados como cárceles, sanatorios o clínicas, mientras que la tercera no es tanto el espacio como el tiempo el que se sitúa como primigenio.
De Calderón emula también la construcción de sus personajes, tan imbuidos de ese espíritu calderoniano de inconformismo, rebeldía, y espíritu contradictorio, siendo Tomás, el protagonista de La Fundación el más gemelo a aquellos que Calderón retrató en ‘La vida es sueño’ o ‘El alcalde de Zalamea’.
Junto a Calderón fue Miguel de Unamuno el otro gran espejo en el que Buero acudió una y otra vez a recibir de su maestría, tanto en su faceta de pensador como en la de dramaturgo, pues lo veía como aquel que más profundamente había indagado en el alma de las personas, en sus esencias más genuinas
Recalca también el profesor Huerta que en casi todas las primeras obras de Buero, desde ‘Historia de una escalera’ a ‘Irene o el tesoro’, asoma una relación conflictiva entre el hombre no solo con el mundo sino también con Dios. Aun siendo el suyo un acercamiento laico, en ciertos momentos penetra el rayo de lo metafísico e, incluso, de lo religioso.
Y añade que esta búsqueda de la luz en medio de la oscuridad coexiste con la inquietud como leitmotiv en todo su teatro y una ambigüedad calculada que le permitió salvar casi siempre el muro de la censura. En Las Meninas, por ejemplo, el autor imagina un conflicto de Velázquez con la Inquisición, y dibuja mudo al padre dominico que la representa a lo largo de la función.
La Fundación, que cierra este tomo, es también la obra maestra con la que Buero cierra una época. Estrenada en 1974, un año antes de la muerte del dictador Franco, el dramaturgo lleva al escenario el siniestro lugar en el que vivió siete años de su vida, la prisión. De 1939 a 1946 Buero, condenado a muerte y luego conmutada ésta por cadena perpetua, recorrió los cárceles de Conde de Toreno, Yeserías, El Dueso, Santa Rita y Ocaña.
Fábula
La Fundación se presenta como una fábula y hace entrar al espectador en un mundo en el que choca constantemente la realidad contra la ficción. La obra se desarrolla en torno a la historia de cinco hombres: Tomás, Asel, Lino, Max y Tulio. Estos hombres creen estar alojados en un lugar conocido como «La fundación». Los cinco comparten una habitación en dicho lugar y suelen salir todas las tardes a pasear por el patio, lo que se ha convertido en su rutina diaria. Con el tiempo, los cinco personajes acaban descubriendo que no se encuentran en una fundación, sino que son prisioneros políticos condenados a muerte.
La inteligencia y la sensibilidad de Buero fue capaz de sortear la férrea censura impuesta por Franco en la posguerra y, posiblemente, su ‘Historia de una escalera’ retrate como ninguna otra obra dramática la situación de miseria económica y moral que se vivía en España en los años 40 del siglo pasado. Su factura es contundente, estremecedora, y tres cuartos de siglo después de escrita, sigue siendo una de las obras esenciales de nuestra literatura dramática. Por eso la obra ha vuelto, 75 años después, al Teatro Español de Madrid , el mismo escenario donde se estrenó en 1949 y con el mismo éxito. Entonces el entusiasmo del público obligó a Buero a salir al escenario a saludar; ahora, allá donde esté, volverá a congratularse por el signo imperecedero de su obra.
Antonio Buero Vallejo (1916/2000) es el gran dramaturgo nacional del siglo XX, siguiendo los pasos de Valle Inclán y Lorca y en la estirpe del mejor teatro español desde Lope de Vega y Calderón de la Barca, su gran maestro. Sin embargo, el teatro, como género literario, y sus autores, no ha tenido en España el gran reconocimiento que tiene en Europa. En 2016, cuando se cumplía el centenario del nacimiento de Buero Vallejo en Guadalajara debió ser el gran año de homenaje y recreación de su teatro, pero la repercusión de tan señalada fecha fue escasa, especialmente si la comparamos con otras celebraciones similares en ámbito literario. Buero Vallejo merecía más en reconocimiento a su aportación al teatro nacional. Ahora, en justa reparación, la editorial Fundación Castro pone en marcha la publicación de sus obras completas en tres tomos. En el primero de ellos, ya en las librerías, encontraremos sus obras fundamentales: Historia de una escalera, El tragaluz, En la ardiente oscuridad, El concierto de San Ovidio o La Fundación, en una magnífica edición crítica preparada por el catedrático Javier Huerta Calvo.

Obras completas
Teatro 1949-1975
Autor: Antonio Buero Vallejo
Editorial: Fundación Castro
Edición: Javier Huerta Calvo
Páginas: 1.300 pp.
Precio: 58,00 €
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