Novela

Woody Allen, el oficio de hacer sonreír

La literatura de humor es la más difícil y la más exigente. El oficio de hacer reír no está al alcance de cualquiera, sobre todo porque no hay mapas ni recetas. Cada autor es único. En su libro ‘Gravedad cero’, Woody Allen lo demuestra

Woody Allen, en Barcelona.

Woody Allen, en Barcelona. / L.O.

Juan Gaitán

Juan Gaitán

De entre todos los géneros literarios, el más complejo, de mayor riesgo y de más difícil creación es, sin ninguna duda, el del humor. Hijo del ingenio barroco y de la sentimentalidad burguesa (solo se generaliza en Europa a mediados del siglo XVIII, tras dejar de ser un casi exclusivo arte inglés), es simbolizado frecuentemente con una sonrisa melancólica y llena de comprensión hacia las debilidades humanas. La risa se vuelve así civilizada, se ennoblece con un fondo filosófico y moral.

Así, entendemos por texto cómico, muy a grandes rasgos, aquel que persigue provocar la risa o suscitar la sonrisa, produciendo en este último caso una comicidad atenuada, mezclada con sentimientos de simpatía, ternura, etc.

El texto cómico es, como decía, el de mayor riesgo creativo porque exige una constante capacidad de innovación, de originalidad para provocar la sorpresa. En la literatura cómica cada autor es una isla, un individualista que nunca crea escuela, que carece de seguidores, al no valer para la risa fórmulas ni recetas.

Uno de esos autores inimitables, dueño de un estilo propio, reconocible incluso a larga distancia, es Woody Allen.

Sin duda más conocido por sus películas, algunas de ellas verdaderas joyas que pasarán a la historia, también se ha destacado como escritor humorístico. De hecho, su carrera comenzó en la década de 1950 del siglo pasado como autor de comedia, escribiendo chistes y guiones para televisión y publicando varios libros de relatos de humor, a los que vuelve ahora con ‘Gravedad cero’, recién publicado por Alianza Editorial.

Son en total diecinueve relatos, de los cuales dieciocho son breves, no más de tres o cuatro páginas, y el último es una historia más larga, más elaborada, y diferente a todas las demás en su forma y su fondo.

Como dijo Henri Bergson, lo ideal para la risa es «una momentánea anestesia del corazón». De ese modo, en el texto humorístico el tono surge normalmente de un marcado contraste entre lo que se cuenta y el cómo se cuenta, es decir, la ausencia de implicación emocional en el lector, la falta de compasión hacia la víctima del ataque ridiculizante. El personaje cómico ha de estar lleno de raras manías y ridiculeces, ante las que el lector pueda sentirse superior. Y esto lo emplea hasta sus últimas consecuencias Allen en sus relatos. Nos enfrenta así a nuestras absurdas formas de vivir, nuestras ridículas modas, como se puede leer en el cuento ‘Esfuérzate; lo recordarás’, en el que se burla de la moderna obsesión por los productos saludables: «afirmaba ser una bebida apta para saciar la sed repleta de gingko biloba y de diversos antioxidantes que tenían fama de mejorar la memoria (…) A continuación, y con unas letras claramente visibles para cualquiera en posesión de un microscopio electrónico, aparecía en la etiqueta la tímida admisión de que las aseveraciones del milagroso aperitivo aún no habían sido comprobadas…».

Y así más o menos, en los dieciocho relatos Allen va desgranando su capacidad para mostrarnos ante el espejo y que veamos cuán ridículos somos, y para hacer escarnio de los géneros más populares de la literatura, el teatro y el cine.

Y, por supuesto, los diálogos. Agudos y ágiles como los de sus películas, más apreciables en el último cuento, ‘Crecer en Manhattan’, cuyo protagonista, el joven Sachs, parece en principio un trasunto del propio Allen. Los diálogos son brillantísimos, como el que comienza en la página 191 entre Sachs y Lulu, que aborda el jazz, el cómic y el teatro.

Este último cuento, mucho más extenso que los anteriores, no es estrictamente un cuento de humor, pero sí es un cuento con humor, muy propio del estilo Allen, y con un final inesperado. Es necesario destacar la gran traducción de Eduardo Hojman, que incluye al final, en «notas a la traducción», un glosario de palabras en yidis y una lista de los nombres propios que tienen o parecen tener un doble sentido, además de explicaciones sobre algunas de las múltiples referencias culturales incorporadas en el libro.

Gravedad cero

Autor: Woody Allen

Editorial: Alianza

Traducción: Eduardo Hojman

Páginas: 256

Precio: 13,50 €

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