Editorial Debate
Como Inglaterra ocultó su apoyo al triunfo de Franco
En su último libro ‘La pérfida Albión’, Paul Preston deja al descubierto «la hipocresía» de Gran Bretaña durante la Guerra Civil española pues, mientras oficialmente decretaba la no intervención, bajo cuerda tomaba decisiones que contribuyeron decisivamente a que Franco ganara la guerra

El historiador británico Paul Preston. / EFE
Paul Preston, el principal historiador de la Guerra Civil Española, que ha dedicado sus investigaciones y sus libros a analizar la historia reciente española, especialmente a la Segunda República y la Guerra Civil, tenía una cuenta pendiente con su país, Gran Bretaña, y el «hipócrita papel» que su gobierno de entonces jugó en la contienda civil española.
En su reciente libro: ‘La pérfida Albión. El contradictorio papel británico en la guerra civil española’, Preston viene a demostrar que frente a las proclamas de neutralidad, el gobierno inglés desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la guerra y en la victoria de los rebeldes franquistas y que tuvo una participación crucial para la victoria de los fascistas que los sucesivos gobiernos ingleses han tratado (y conseguido) de ocultar.
Antes de entrar en materia, Preston aclara como el epíteto insultante de ‘la pérfida Albión’, que da título al libro, se remonta al siglo XIII pero se popularizó en Francia años después como respuesta a la oposición británica a la Revolución francesa. Para Preston resulta irónico que el general Franco, «que se benefició enormemente de la política británica durante la guerra civil», perpetuara el uso de esta expresión.
El libro centra sus primeros capítulos en señalar, con gran aportación de documentos, la hipocresía de la política exterior británica hacia España, que oficialmente aireaba su política de no intervención, mientras que bajo cuerda tomaba decisiones que contribuyeron decisivamente a que Franco derrotara a la República. Era el odio y el miedo al bolchevismo comunista enarbolado por Stanley Baldwin, primer ministro británico, la principal excusa para esta política. Preston nos descubre como, a poco de iniciarse la contienda española, Stanley Baldwin había declarado que «los ingleses odiamos el fascismo, pero detestamos igualmente el bolchevismo. Así que, si en este país (España) fascistas y bolchevique se matan unos a otros, mejor para la humanidad». Aunque en realidad esto no era del todo cierto, como señala Preston, pues ya en julio de 1936 la diplomacia exterior británica advertía de las terribles consecuencias que tendría si el gobierno del Frente Popular, «prácticamente comunista», en Madrid derrotaba el levantamiento militar.
Preston destaca, entre otros muchos, un acontecimiento trascendental que deja claro el apoyo del gobierno conservador británico a Franco. Cuando Franco decide atacar Bilbao para, de un lado, apoderarse de las industrias de armas y suministros y de otro aislar a la capital vasca y rendirla por hambre, la ciudad, con miles de refugiados, quedó solo a expensas de los suministros y alimentos que le llegasen por vía marítima. De hacer llegar estos suministros al puerto de Bilbao se encargaba la flota mercante británica. Fue entonces que Franco ordenó el bloqueo del puerto para impedir la llegada de alimentos. El gobierno británico, en principio, mantuvo su decisión de que sus barcos mercantes siguiese llevando auxilio a Bilbao, por razones humanitarias. Pero una serie de encontronazos con la marina rebelde española y las amenazas de hundir los barcos que se dirigiesen a Bilbao pues el puerto estaría minado, acabó con esta operación. El gobierno británico, apoyado en falsos informes sobre la veracidad de las amenazas franquistas, decidió claudicar y ordenó el fin del suministro a Bilbao, con ello condenó a la hambruna a la capital vasca que gracias a ello pronto fue tomada por los rebeldes franquistas. Preston cita al periódico inglés News Chronicle que titulaba: «Baldwin (primer ministro) se rinde a las amenazas de Franco» y continuaba: «El señor Baldwin vino a decir que vamos a advertir a los barcos británicos que no intenten llevar leche para los niños vascos que se mueren de hambre porque un pirata español ha amenazado con dispararles si lo hacen». Días después, un mercante inglés, el MacGregor, dejó en evidencia a su gobierno y la a falsedad de las amenazas franquistas al conseguir atracar en el puerto de Bilbao con varias toneladas de suministros.
Más aún, el gobierno británico presionó y terminó por convencer al primer ministro de Francia, Leon Blum, que se había comprometido a nviar armas a los republicanos españoles, para que se retractara, como así fue. Al igual, los buques de guerra británicos y franceses no hicieron nada cuando los submarinos italianos hundieron barcos que se dirigían a Barcelona y Valencia o cuando los buques de guerra fascistas bombardearon columnas de refugiados aterrorizados que huían de Málaga por la carretera de Almería y permitieron la muerte de miles de malagueños.
En marcado contraste, en una segunda parte, Preston se centra en describir la contribución desinteresada y los esfuerzos humanitarios del personal médico de todo el mundo, incluidos muchos médicos y enfermeras de Gran Bretaña, Irlanda y países de la Commonwealth en España. Aquí también se relata la historia de los doctores Len Crome y Reginald Saxton como parte de la historiografía de la contribución británica a los servicios médicos republicanos. De manera especial relata el esfuerzo humanitario desinteresado que se puso en marcha en favor de los refugiados que huyeron de Málaga en febrero de 1937 en la llamada Desbandá, y especialmente, del papel desempeñado por el médico canadiense Norman Bethune y su equipo que logró salvar a miles de personas que huían.
Hay una tercera parte dedicada a dar a conocer las opiniones y reflexiones que sobre el conflicto bélico español tuvieron cuatro destacados historiadores e hispanistas británicos: George Orwell, Herbert Southworth, Burnett Bolloten y Gerald Brenan.
Preston se detiene con especial interés en el escritor George Orwell, que intervino en la guerra y dejó una importante aportación en su libro ‘Homenaje a Cataluña’. Preston alaba la acción narrativa del libro del que señala que «es casi con toda seguridad el más vendido y leído sobre la guerra civil española; es un relato vívido y bien escrito de algunos fragmentos de la guerra». Pero advierte que, a su juicio, el libro de Orwell «no sería un análisis fiable de la política más amplia de la guerra y, en particular, de sus determinantes internacionales. Su análisis político y sus predicciones están profundamente viciados por su aceptación de las opiniones partidistas de los camaradas anarquistas y del POUM, así como por su ignorancia del contexto más amplio».

Pérfida Albión. El contradictorio papel británico en la guerra civil española
- Paul Preston
- Editorial: Debate
- Traducción: Jordi Ainaud i Escudero
- Precio: 21,75 €
- 288 pp.
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