Editorial Random House
Jon Fosse y las distancias cortas
El Nobel noruego renueva su idilio con los lectores en español con ‘Escenas de una infancia’, la primera traducción, a cargo de Cristina Gómez-Baggethun, de sus relatos más celebrados; un formato, el de la prosa breve, en el que las virtudes del escritor se intensifican hasta elevar al lector por KO

Jon Fosse / L.O.
En literatura, como en la vida, es difícil tenerlo todo. Incluso en el estado más larvario de la posesión, el que resulta del encuentro insensato entre la codicia y el sueño y que normalmente, y salvo casos dignos de lástima, languidece al contacto con la realidad. Lo decía hace poco un amigo a propósito del fútbol; en la actualidad, más aún con la obsesión por la especialización posfordista, existen jugadores que regatean, otros que ejercen de artificieros y hasta algunos, los más sanguíneos, cuyo único cometido es trabar al adversario y devorar tibias aprovechando que el Pisuerga y su pamema a veces también pasan junto al balón. Cada uno, dueño y maestro de su exclusivo negociado, cosa que, si bien se presume lógica y hasta deseable, resulta tan poco decimonónica que en ocasiones se echa de menos al héroe rudimentario y de atrevimiento voraz. Y, muy en especial, desde que el asunto de la escritura devino en un cursillo informal de FP; ya pocos, y quizá por suerte para todos, cultivan al mismo tiempo géneros antaño tan afines como la novela, el teatro y la poesía. Y los que lo hacen parecen más bien haber sido saboteados por la grafomanía o por esa sobredosis de confianza que lleva a muchos músicos a entregarse al final de sus carreras a la pintura de cuadros de marinas y las colaboraciones con Beyoncé.
Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959) sabe lo que es colgarse al cuello una guitarra, puesto que su vida, acaso inspirada por la lentitud boreal del fiordo, le ha dado para muchas tramas; incluidas las de cambiar de religión y de esposa y hasta de metafísica más de una vez. Con una profusión además de obras que bastarían por sí mismas para dar sombra a su sicomoro, actividad que quizá sea la única de todas las relacionadas con la literatura en la que lo cuantitativo tiene algún valor. Fosse, en este sentido, constituye una rareza. No sólo por publicar indistintamente en prosa y en verso y para el escenario, sino por hacerlo todo extraordinariamente bien. Desde que su obra empezó a conocerse y vindicarse en España, y muy oportunamente a raíz del espinoso asunto de la concesión del Nobel -benditos sean los suecos que no se empeñan en amueblar nuestras casas ni en perorar sobre la inmigración- el autor ha ido agrandado su prestigio, despertando expectativas y achantando de manera sorpresiva y por méritos propios el margen de decepción. Sobre todo, con el cambio de registro. En la guerra editorial desatada en España por su obra, en la que al contrario que en otros frentes el beneficiario siempre es el lector, existía interés por saber quién se llevaba el gato al agua con la primicia del noruego en cada una de sus manifestaciones literarias, toda vez que las traducciones de su prosa de ficción -inauguradas por Conatus- y el estilo del autor hacían presagiar un universo creativo sin jerarquías y en expansión. Algo que posteriormente confirmarían las ediciones en español de su poesía y de su obra dramática, que ya cuenta con algunas representaciones y que le ha dado fama internacional. Y las que faltaba añadirse una variante que, dada la inmanencia y explosividad de su escritura, es mucho más que una guinda; su prosa breve, catapultada en estos días por la publicación, a cargo de Random House, y en traducción de Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun, de ‘Escenas de una infancia’, volumen que recoge una selección inédita en español de relatos escritos por Fosse entre 1981 y 2013.
Un escenario, el de los cuentos, que para un escritor de cadencia tan relampagueante como el noruego, no podría concebirse como una plaza menor. Mucho menos si se tiene en cuenta que el clímax del género, advertido por Cortázar, consiste en matar por KO, lo que exige unos tiempos y una pólvora distinta a la de la novela. No es extraño que el primer texto publicado por Fosse fuera de literatura chica, el elíptico y muy bergmaniano ‘Él’, presente en este libro en el que el escritor, lejos de caer en su propia jaula, vuelve a situar su nombre entre las voces de culto de las letras europeas. En un formato, además, que, por su naturaleza, le permite ensanchar la onda expansiva de sus más reconocibles y perseverantes atributos: la circularidad del tiempo, el minimalismo, la repetición o el existencialismo espectral de sus personajes. Desde las propuestas más autobiográficas y pictóricas a dos de los textos destinados a figurar entre la cumbre del género: ‘El pelo de Line’ y ‘Y ya puede venir el perro’. Fosse sigue emocionando y convenciendo; con sus fulguraciones, ajenas a la etiqueta. En este caso, con motivos en los que se intensifica el país de descubrimientos -y también de confusión- que es la infancia y ese umbral de acción tan rematadamente del noruego en el que las cosas parecen no suceder y ya haber sucedido al mismo tiempo. Ese condicional aplastante transmutado en la esencia del hecho que es básicamente la conciencia de estar vivo. Y la península lluviosa y con frío de un autor que gana -y de qué forma- en los espacios cortos.
Escenas de una infancia
- Jon Fosse
- Editorial: Random House
- Traducción: Kirsti Baggethun
- Precio: 17,95 €
- 200 páginas
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