Novela
James Ellroy tras el rastro de Marilyn y los Kennedy
En su última novela, ‘Los seductores’, elucubra sobre qué pudo haber detrás de la muerte de Marilyn Monroe, el papel de los Kennedy, mientras retrata las miserias de Hollywood y de sus estrellas más relumbrantes

James Ellroy tras el rastro de Marilyn y los Kennedy. / L. O.
James Ellroy, el más brillante de los escritores norteamericanos de novela negra; también el más salvaje y brutal en el uso de una narrativa despiadada, vuelve con ‘Los seductores’. Es la tercera, tras ‘Perfidia’ y ‘Esta tormenta’, de su quinteto de Los Ángeles que él ha convertido en personajes de leyenda urbana.
En ‘Los seductores’, Ellroy coloca como héroe y narrador a Freddy Otash, un expolicía corrupto expulsado del cuerpo, drogadicto y chantajista por cuenta propia. La acción comienza en Los Ángeles el 4 de agosto de 1962, cuando el jefe de policía Bill Parker convoca a Otash a trabajar como agente independiente de la ley para resolver el secuestro de una actriz de películas de serie B que resulta ser la amante del magnate de la 20th Century Fox, Darryl Zanuck. Es el mismo día que en que la actriz Marilyn Monroe, de 36 años, murió por una sobredosis en su casa de Brentwood.
Freddy une a su condición de corrupto y extorsionador el que es un tipo completamente antipático, un hombre que se aprovechará de todo lo que pueda para poner a a sus enemigos en desventaja, sin importar el daño que pueda causar. Pero es un personaje cautivador que, en manos de Ellroy, se convierte en alguien imprescindible para el lector pese a conocer su currículum.
Freddy Otash, en su condición de chantajista, llevaba ya meses vigilando a la actriz a instancias de Jimmy Hoffa, un líder sindicalista vinculado a la mafia, en un intento de encontrar trapos sucios sobre dos hombres que supuestamente eran amantes de Monroe: los hermanos John y Robert Kennedy, presidente y fiscal general de los Estados Unidos, respectivamente. Tras la muerte de Marilyn su trabajo consistirá en construir una historia en torno a la muerte de la estrella que borre cualquier vinculación del presidente Kennedy y de su hermano con ella y elimine cualquier duda sobre la causa de la muerte.
‘Los seductores’ es puro James Ellroy. Desde las primeras páginas, nos sumergimos en su mundo que retrata, con su potente ritmo narrativo, la otra cara de Hollywood. Es difícil separar la delgada línea entre ficción y realidad en muchas de sus historias, y esta no es una excepción. Combinando a la perfección los productos de su propia imaginación con un auténtico quién es quién del Hollywood de los años 60, evoca ese mundo peliculero de decadencia y riqueza, y especialmente el lado más sórdido de Hollywood y sus personajes a los que Ellroy retrata resaltando sus miserias. Vemos así a Marilyn Monroe comiendo pizza varias noches a la semana porque se está acostando con un repartidor de pizza; a una Elizabeth Taylor malhablada que le está costando millones a Fox mientras su película épica, Cleopatra, se hunde cada vez más en deudas y se retrasa más; a Roddy McDowall, robando accesorios y vestuario de la producción épica para poder hacer pornografía satírica de Cleopatra. Éstos son los nombres de una época dorada del cine y, en manos de Ellroy, quedan reducidos a la misma humanidad apestosa que todos los demás. Se deleita en el lado oscuro de la ciudad y aparentemente disfruta eliminando sin piedad el brillo de las estrellas de Hollywood.
Ellroy nos regala además al final del libro un enjundioso epígrafe de todos los personajes donde, por ejemplo, Marilyn es «estrella d e cine y aprendiz de delincuente»; Elizabeth Taylor: «arrolladora estrella de cine. Causante del sobrecosto en el presupuesto del bodrio monumental Cleopatra. En ‘Los seductores’ aparece en calidad de hazmerreír»; John Kennedy: «presidente de Estados Unidos, en peligro moral en ‘Los seductores’». Ellroy no se anda con rodeos ni escatima sentimientos en su caracterización, y nos muestra facetas de estas personas que quizá nunca hayamos visto antes, o que ni siquiera hayamos imaginado posibles. Nadie escapa a su visión de Hollywood y de los Estados Unidos corrompidos.
‘Los seductores’, su ritmo narrativo, su lenguaje directo y fuerte atrapa al lector desde la primera palabra y le mantiene en ascuas hasta la última página. Su estilo no es para todos, pero no tardamos mucho en acostumbrarnos al ritmo de su estructura de oraciones contundentes, su diálogo rápido, su original seducción.
La novela es un gran testimonio de la capacidad de Ellroy para tejer una historia compleja y atmosférica que resulta tan cautivadora como repulsiva. A medida que se acerca el clímax, el lector se queda sin aliento con la prosa de Ellroy, que encapsula el exceso y la emoción de la época, aunque tal vez necesite un respiro de su implacable intensidad.
Aquí tenemos a Ellroy construyendo una historia criminal a partir de la trama sucia de una de las versiones conspirativas que proliferó tras la muerte de Marilyn Monroe y haciéndonos creer que realmente sucedió. Ellroy elucubra sobre qué le pasó realmente a Marilyn Monroe, sobre si Kennedy estuvo involucrado o no, mientras alude a esa persona que se infiltraba en las casas de mujeres solteras de Hollywood y dejaba tras de sí fotografías y fluidos corporales aparentemente al azar, un personaje que forma parte de una de las teorías conspirativas que surgieron después de su muerte.
El desenlace va mucho más allá de revelar cualquier conexión que Monroe pudiera haber tenido con los Kennedy. En cambio, involucra una complicada historia del viejo Hollywood que incluye los primeros días de Monroe en un hogar de acogida, un niño de ese hogar que es asesinado y Monroe y otras estrellas haciendo temporadas como prostitutas antes de alcanzar el éxito.
En ‘Los seductores’, la prosa de Ellroy vibra con una energía cruda que captura la esencia de una era definida por el escándalo y las maquinaciones de sus figuras más notorias.
Los seductores
James Ellroy
- Editorial: Random House
- Traducción: Carlos Milla
- 536 páginas
- 23,65€
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