Editorial Galaxia Gutenberg

Rafael Pérez Estrada, la inmensidad de lo breve

Seguramente sea en el género breve, en lo mínimo, donde alcanza su mayor altura. En ‘Breverías’ se recogen sus textos más concisos, que van desde mínimos microrrelatos a aforismos o greguerías. Todo un compendio de genialidades de un autor imprescindible que no deja indiferente

Rafael Pérez Estrada

Rafael Pérez Estrada / L.O.

Juan Gaitán

Juan Gaitán

Lo que hace maravillosa a la expresión artística en general y a la literatura en particular es que puede ser condensada en una minúscula partícula sin perder un ápice (ganando, incluso aumentando) de su condición y calidad. Del mismo modo que en una gota está sintetizado el océano, basta un verso, un renglón (cuántos años sin usar esta palabra que, de pronto, me devuelve a mi infancia), para que se produzca el milagro de la comunicación de la emoción, que es de lo que se trata.

Y, en esto, llegó Rafael. En literatura deberíamos decir Rafael del mismo modo que en artes plásticas decimos «Miguel Ángel» o «Leonardo», sin más apellidos, en estos casos son innecesarios. Rafael, nuestro Rafael Pérez Estrada. No hay otro Rafael como Rafael.

Brevísimo y hondo Rafael. Aunque hizo de todo (novela, teatro, poesía) y todo lo hizo bien, donde Rafael es más Rafael es en el género breve, en lo mínimo. Ese género donde el prestidigitador saca la sorpresa de la chistera y nos deja boquiabiertos, niños asombrados ante la magia. En el modo breve es donde mayor profundidad alcanza este genio. Tanto en sus microrrelatos (imprescindible ‘El muchacho amarillo’) y también en sus ‘breverías’ como él las bautizó, en las que se amalgaman, como él mismo dijo, «ínfimas veleidades poéticas, mínimos relatos, intenciones epigramáticas, sentencias, delicadas perversidades, pensamientos surgidos de lo inesperado y extrañas máximas llenas de provisionalidades surrealistas».

La editorial Galaxia Gutenberg acaba de publicar ‘Breverías completas’, reuniendo lo que andaba disperso en varias publicaciones que, como tantas de Rafael, tuvieron acomodo en pequeñas ediciones que hoy se atesoran como lo que son, verdaderas joyas. Así, la edición, como anota José Ángel Cilleruelo (meritoria su labor como albacea de la obra de Rafael) «ha respetado las colecciones de aforismos o ‘brevedades’ en su integridad, tal como las publicó Rafael Pérez Estrada como secciones independientes dentro de sus libros».

Comencemos con los ejemplos. El mismo autor, con su habitual sentido del humor, parece burlarse, o al menos no tomarse muy en serio el género que tanto le gustaba, y así, parodiando la célebre frase de Baltasar Gracián, dice en la página 24: «lo bueno, si breve, catastrófico o telegráfico».

Como ya hemos indicado, grosso modo se suele señalar que los textos recogidos son aforismos, pero muchos de ellos no lo son, algunos pueden definirse como microcuentos por su carga argumental, por la presencia de «conflicto», como este de la página 22: «Soñó que, como una criatura mitológica, su cabellera se le hacía yedra y amaneció enredada en los muebles de la casa, inundándolo todo. Se dice que vivió temerosa, inquieta ante la posibilidad de que un jardinero acudiera a podarla».

Es una característica fundamental de la obra de Rafael Pérez Estrada abordar la escritura como un juego, como una diversión, como un acto de prestidigitación. A Rafael parece interesarle lo que, como él mismo dirá de Ramón Gómez de la Serna, «no se puede alcanzar con el esfuerzo: la prueba de la creación». Es un creador puro, un poeta que busca en la imaginación lo que no encuentra en el mundo o, tal vez, lo que en él quisiera encontrar. Y con esos fundamentos, nos llevará hacia sutilezas como «inesperadamente, aquella fotografía cambió de gesto» (página 41), que tiene, al menos la misma (probablemente más) carga narrativa que el famoso dinosaurio de Augusto Monterroso; o nos regala la inmensa belleza de «la imposible horizontalidad de la lluvia» (página 43) o «la luna, esa cínica duplicidad, siempre en lo alto y en lo profundo» (página 47). Pero a veces, sí, alcanza la greguería, como en la página 135: «La chimenea es solo una torre que suspira».

A pesar de la magnífica labor que la Fundación Rafael Pérez Estrada, con Ana Cabello a la cabeza, está haciendo por la figura de Rafael, quizás debamos admitir que sigue siendo un autor desconocido para el público mayoritario. ‘Breverías’ es un buen modo de acercarse a su obra y comenzar a entrar en el universo rafaeliano, lleno de una «escritura brillante, inmediata, transparente», como él mismo afirmó que quería realizar. Y lo logró.

Las ‘Breverías’ de Rafael son una delicia. El lector se descubrirá leyendo varias veces el mismo aforismo y sacándole cada vez un poco más de sentido, un poco más de belleza, al descubrir que en cada uno de ellos late un universo.

Breverías completas

  • Rafael Pérez Estrada
  • Editorial: Galaxia Gutenberg
  • Precio: 19,50 €
  • 248pp
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