Revista Litoral
La imprenta de los poetas del 27 cumple cien años
La mítica imprenta Sur creó la revista Litoral donde publicaron sus versos García Lorca, Alberti,Jorge Guillén o Dámaso Alonso y fue el bastión en la difusión de la nueva literatura

Manuel Altolguirre y Emilio Prados.
En este marzo que ya comienza a oler a azahar, el azahar de los poetas, se cumplirán cien años desde que la mítica imprenta Sur comenzó a andar; la que creó revista Litoral, la que imprimió los primeros versos de García Lorca, de Alberti y de la mayoría de los jóvenes poetas de la que luego sería conocida como Generación del 27. No solo poetas, también nombres como Dalí, Juan Gris o Picasso aportaron sus dibujos a aquella revista de los poetas.
Dos hombres, los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre están unidos al nacimiento de la imprenta. Es Emilio Prados, a la vuelta de su estancia en la Residencia de Estudiantes, con el apoyo económico de su padre, el que monta la imprenta que cuenta desde su inicio como socio a su amigo Manuel Altolaguirre, conformando un equipo compuesto por el propio Prados, Antonio Chávez como director, José Andrade Martín como maquinista, Joaquín Padin y Antonio Mateo Covaleda como cajistas.
El proyecto principal que embarca estos poetas convertidos en editores es la revista Litoral, dedicada en exclusiva a la poesía en sus comienzos. El primer número apareció en otoño de 1926 y contó con colaboraciones de Federico García Lorca, José Bergamín, Jorge Guillén y Gerardo Diego entre otros, como el pintor Manuel Ángeles Ortiz que fue el que diseñó el pescadito emblema de Litoral
En el segundo número, con portada del pintor Benjamín Palencia, colaboraron Luis Cernuda y Ramón Gómez de la Serna. Y en los sucesivos números y suplementos, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Manuel de Falla, Juan Gris, Pablo Picasso o Salvador Dalí.
Junto al mar de Málaga la imprenta Sur y la revista Litoral fueron un primer punto de encuentro para un grupo de artistas que después pasarían a la historia como Generación del 27. Con ella empiezan las vanguardias, el trampolín donde saltaron todos ellos y marcaron una época dorada, interrumpida de manera dramática por el franquismo.
El prestigio de la imprenta Sur se cimentó principalmente en los cuatro años (entre el otoño de 1925 y, aproximadamente, junio de 1929) en que Emilio Prados y Manuel Altolaguirre llevan a cabo una excelente labor no sólo por el estilo que imprimen a los libros allí editados sino también por el acierto en la selección de los jóvenes autores a los que publican. En tan corto tiempo, el tándem Prados-Altolaguirre logró escribir, con las dos máquinas Monopol tipo Minerva, traídas de Alemania, que en la imprenta había, una singular página en la historia de la edición española de poesía, con unos medios, además, relativamente modestos.
Así recordaba Altolaguirre aquel espacio cultural. «Nuestra imprenta tenía forma de barco, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marítimas, cajas de galletas y vino para los naufragios. Era una imprenta llena de aprendices, uno manco, aprendices como grumetes, que llenaban de alegría el pequeño taller, que tenía flores, cuadros de Picasso, música de don Manuel de Falla, libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes. Imprenta alegre como un circo […]. Entre otras cosas, teníamos en un rincón una escafandra de buzo y en la vitrina una mano de madera articulada, de las que sirven para agrandar los guantes. Son recuerdos prosaicos. Pero la imprenta era un verdadero rincón de poesía. Con muy pocas máquinas, con muchos sillones, con más conversación que trabajo, casi siempre desinteresado, artístico, porque Emilio era y es el hombre más generoso del mundo».
La revista se convierte en uno de los medios fundamentales en la difusión de la nueva literatura. Junto a ella, la colección de libros impresos en Sur viene a reforzar ese carácter de bastión de una nueva generación de escritores. Los primeros libros que salen de Sur son de 1926 y anteriores a Litoral: Tiempo, de Emilio Prados; Adán y Eva, de Edgar Neville; luego vendrían, entre 1926 y 1929, los apreciadísimos once suplementos de Litoral (libros, en algunos casos iniciales, de García Lorca, Alberti, Bergamín, Cernuda, Prados, Aleixandre, Hinojosa, Josefina de la Torre, Altolaguirre, Fernando Villalón y Moreno Villa); además, al margen de estos suplementos, y fuera de colección, de allí salieron otros títulos de Prados, Altolaguirre, Hinojosa, Moreno Villa, José María Souvirón, César M. Arconada, Villalón, Muñoz Rojas o Pedro Pérez Clotet.

Portada del numero 3 de Litoral con dibujo de García Lorca. / Imprenta Sur
A pie de imprenta, junto a Prados y Altolaguirre, una figura fundamental en la historia de Sur fue el jovencísimo maquinista y luego maestro impresor, José Andrade Martín y luego sus hijos y nietos los que ha conducido el timón de esa empresa que aún mantiene el pulso de las ediciones de bibliófilo y la belleza tipográfica que tanto las caracteriza.
La guerra civil española truncó muchas de las esperanzas puestas por la joven generación poética para que sobreviviera Sur, y las cosas se sucedieron de manera rápida y continua. En 1937, en el fragor de la contienda, pasó a llamarse Dardo, como la revista que allí se imprimió, que fue baluarte del nuevo gobierno franquista, hasta la aparición, en 1941, de la primera gran colección poética de la posguerra, Ediciones Meridiano, dirigida por Santiago Arbós y Enrique Llovet. Gracias también a la labor de sus propietarios, la familia de impresores Andrade, y de editores como Bernabé Fernández-Canivell, Ángel Caffarena y Rafael León.
Fue en 1941 cuando una nueva colección de poesía salió de las máquinas de Dardo (antes Sur), se trató de la colección Meridiano, fundada por Santiago Arbós y Enrique Llovet. En total, salieron ocho números; de ellos, cuatro en la década de los cuarenta (libros de Santiago Souvirón, Muñoz Rojas, Enrique Llovet y Pérez Clotet), el resto, ya al cuidado de Bernabé Fernández- Canivell, salieron entre 1957 y 1961 (Rafael León, Eduardo Carranza, Concha Lagos -éste al cuidado de Vicente Núñez- y Miguel Pizarro)
La figura de Bernabé Fernández-Canivell fue fundamental en la historia de la antigua imprenta y de la edición malagueña de poesía en la década de los cincuenta. En realidad, no fundó durante esa época ninguna colección, pero se hizo cargo del cuidado tipográfico de varias iniciadas por otros, es el caso de El Arroyo de los Ángeles, fundada en 1950 por Alfonso Canales y José Salas y Guirior (ocho títulos entre 1950 y 1955: Canales, J. Mª Souvirón, Aleixande, Prados, Salas, Altolaguirre, Dámaso Alonso). Y toda una historia que sigue hasta nuestro días con la imprenta Sur editando textos escogidos y Litoral manteniendo su publicación.
- Esta es la pastelería de Málaga con los mejores dulces 'de la infancia': gigantes y a menos de 3 euros
- Embalses en Málaga: La Viñuela multiplica por cinco sus reservas en un año
- La lluvia no abandona Málaga: alertas naranja y amarilla para este lunes
- La autopista de Las Pedrizas ya no será gratuita este martes: vuelve a la normalidad tras el derrumbe en la A-45
- Cuatro médicos de Málaga entre los 50 mejores de la medicina privada en España
- 12 paleños ejemplares harán historia del barrio en un mural
- Aisladas y sin tránsito: la situación en la que se encuentran las ventas de la carretera Ronda-San Pedro
- Málaga aprueba la nueva ordenanza de la Feria: estos son los cambios