La poderosa narrativa de Edna O‘Brien frente a la intolerancia

En ‘Agosto es un mes diabólico’ la irlandesa, con un lenguaje valiente y desafiante, nos muestra la vida interior de una mujer dispuesta a vivir al máximo su libertad sexual

Edna O'Brian

Edna O'Brian / L. O.

Edna O’Brien creció en la asfixiante atmósfera del nacionalcatolicismo irlandés de los años cuarenta; su primera novela, ‘Las chicas de campo’, conmocionó a esa Irlanda rural y recalcitrantemente católica., a la vez que deslumbró al universo literario con una obra que sigue viva, y muy vigente. ‘Las chicas de campo’, que contaba los anhelos sexuales de un par de chicas católicas irlandesas a las que sus compatriotas estaban acostumbrados, fue prohibida y quemada de inmediato en Irlanda.

Nada de aquello amedrentó a Edna O’Brien que siguió en esa línea y cinco años después, en 1965 publicó ‘Agosto es un mes diabólico’, que ahora de manera muy oportuna ha rescatado para su publicación editorial Lumen. ‘Agosto es un mes diabólico’ corrió la misma suerte que sus novelas anteriores y fue prohibida por los censores irlandeses debido a la franqueza sexual de la historia reivindicando la independencia de las mujeres en un ambiente hostil.

‘Agosto es un mes diabólico’ tiene como protagonista a Ellen, una joven católica de 27 años, divorciada y con un hijo de siete años que aprovecha que este va a pasar unos días con su padre para irse de vacaciones a la Riviera francesa y allí consumar sus sueños de libertad sexual con mucho sexo y siguiendo la famosa dieta del cucurucho: comer poco y f... mucho. De manera que una vez en la Riviera se embarca en una orgía de sexo, fiestas y natación que termina de manera desoladora.

En Francia, todo es nuevo y extraño. Tiene el sexo en la cabeza y coquetea con casi todos los hombres que ve, empezando por el que está sentado a su lado en el avión. Pero su obsesión por llevarse a la cama a todo hombre atractivo le obnubila la mente y le impide tomar decisiones acertadas, de ahí que irá viendo como nada sale como ella quisiera.

Pero Ellen anhelaba ser libre, joven y desnuda, con todos los hombres del mundo haciéndole el amor, todos a la vez. Así que se regala esas vacaciones en la Riviera Francesa, y lo primero que ve en su hotel es un hombre desnudo en la puerta de su habitación. Esto parece simbólico. Un violinista de hotel y un mozo de habitación intentan violarla, pero esto no es lo suficientemente elegante para Ellen, y se une a un grupo de ricos veraneantes que tienen una villa propia para pasar las vacaciones, gente del cine americano, homosexuales y heterosexuales, y un puñado de silenciosas y enigmáticas chinas con faldas con aberturas. «Esto es vivir por fin», piensa esta chica católica

A mitad del libro, el clima de frivolidad y abandono sexual se detiene bruscamente cuando sucede algo que le recuerda a Ellen que la independencia tiene un precio.

La trágica noticia no le hace regresar hasta conseguir su objetivo de acostarse con un famoso actor de cine que luego la deja plantada al sospechar que tiene una enfermedad sexual. Finalmente ella vuelve y queda aliviada al saber que dicha enfermedad es poca cosa.

Pese al sexo y la búsqueda de la libertad sexual, la novela no deja de ser una historia relativamente sombría, salpicada de momentos de fugaz felicidad, alegría, emoción y peligro, mientras Ellen busca consuelo en su soledad y aislamiento emocional. También es una visión fascinante de la vida interior de una mujer, sus deseos sexuales y su hambre de vivir la vida al máximo, lejos de los convencionalismos religiosos

Por su tono, por el poderío de su ingenio y por su atrevimiento, la novela, escrita hace ahora sesenta años, es todo un desafío para los autores modernos, especialmente para las autoras que escriben ficción sobre los problemas de ser mujer. Hace sesenta años Edna O’Brien ya supo poner el poderío de su narrativa al servicio de la liberación de la mujer, demostrando que una buena literatura es siempre el mejor desafío frente al oscurantismo religioso o social.

Edna O’Brien mueve montañas tanto líricas como políticas a través de su escritura, dijo de ella David Cohen, y las sigue moviendo meses después de que falleciera en julio del pasado año a los 93 años.

Agosto es un mes diabólico

Autora: Edna O’Brien

Editorial: Lumen

Traducción: Mireia Bofill 

Páginas: 183

Precio: 18,90 €

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