Editorial Aristas Martínez
Burroughs, la independencia del icono
El sello Aristas Martínez publica ‘Puerto de los Santos’, novela inédita en español y prácticamente desconocida del autor de San Luis; mucho más que sexo, droga y rock and roll y revolución planetaria

William Burroughs / L.O.
Desde que el asunto empezó a espigarse, con aquello del dinero de las masas y de los falsos silogismos, la publicidad ha ido encontrándose con severos dilemas en su relación con la literatura. Con permiso de Roland Barthes y de la cursilería del mercado de las experiencias, los sofistas de las últimas décadas se han tenido que emplear a fondo para vender un objeto, el libro, que se sitúa por su propia naturaleza en el terreno pantanoso que separa lo material de lo inmaterial. O dicho en términos de Schopenhauer, el fenómeno de la cosa en sí. Por no hablar, claro está, de otras paradojas irresolubles, como la escasa formación literaria de los nuevos gurús de la mercadotecnia o el interés por convertir en ruedo folclórico lo que no deja de ser una actividad esencialmente solitaria.
En la literatura, al igual que en la vida, el asunto es más de lo mismo. Que nadie cite a Pascal, pero tampoco a las fiestas de la comarca. Leer, escribir, vivir son tareas ásperas al agrupamiento, cuando no maneras de comunicarse al ralentí y, por lo tanto, también de estar solo. En una disciplina en la que hasta los que la usan con cargo a terceros son incapaces de hacer legión sin sacarse el ripio de los ojos poco se puede esperar más allá de aquello de las afinidades electivas. El tinglado, ya sea el boom latinoamericano o cualquier otro reduccionismo para estampar en las solapas, se desmorona. Y más bajo el cuento mendaz de las generaciones. Incluso cuando éstas hacen coincidir sus méritos y popularidad en la aleación de conceptos y actitudes que sirven de excusa a los editores. Sabemos, por ejemplo, que los miembros de la generación beat se drogaban, practicaban el amor libre y flotaban por el éter como amapolas. También que supusieron una influencia capital para el nacimiento de la contracultura de los sesenta y que, por tanto, no tardarían en ser pasto del cinismo y del cliché y de la propia parodia. Por más que se obstinen en leyendas, pocas etiquetas han envejecido tan mal como la de los beatniks, con la excepción quizá de esa verbena de peluquería para futuros ministros y juventudes salesianas a la que en España llamaron Movida Madrileña.
De ahí que, pese a todas sus ridiculeces y excesos, resulte a veces tan saludable la posmodernidad y que sea una editorial heterodoxa de Badajoz (Aristas Martínez) la que nos recuerde lo que en el fondo todos sospechamos y sabemos: que la generación beat, más allá de la anécdota, tenía fecha de caducidad y que, como casi siempre, lo único que quedaría en pie son sus grandes autores. Cada uno con su contorno individual y diferenciado, terreno en el que siempre destacó -incluso frente al propio espejo- el incorregible William Burroughs, del que ahora se publica en España -y con las garantías y el buen oficio de la traducción de Javier Calvo- un nuevo y sorprendente inédito: ‘Puerto de los Santos’. Novela poco conocida hasta para el público anglosajón y que viene por muchas y variadas razones a coser el membrete de hallazgo en la solapa del sello extremeño. Especialmente, por lo inesperado y por el valor del título en la destartalada y mutante obra de Burroughs, en la que funciona como una suerte de epítome de todos sus engendros; de los más afortunados a los más lisérgicos.
Escrita en los setenta, ‘Puerto de los Santos’, que en su versión en español cuenta con el epílogo de Jon Updike, continúa con la revolución de los Chicos Salvajes y su especie de Guerra de las Galaxias nihilista y pansexual contra el imperio. Una imagen cien por cien Burroughs y de su canto a la libertad y la juventud que en este título adquiere un punto de cocción que es en sí mismo el cruce de caminos de la evolución de la literatura del autor en esa época, con margen para su insurrección narrativa -el famoso cut-up- y para una ferocidad creativa que en esta novela sabe mezclar la experimentación con lo canónicamente legible, ofreciendo un puzzle de curiosísimo ensamblaje en el que cada pieza encaja casi por ensalmo en la anterior y a la vez insinúa un nuevo e impredecible itinerario. Y no precisamente de forma ingenua, sino correspondiendo al programa de destrucción hipercreativa que distinguió hasta el final la carrera de Burroughs. Un programa capaz de integrar en un mismo texto la pirotecnia formal, con los usos del tebeo y de la pornografía, la fábula política asilvestrada y hasta la autobiografía y la ciencia-ficción. Y que concentra, en su insobornable rebeldía, muchas de las huellas de esa cruzada contra la convención y el abismo y la atracción de la muerte que tanto entusiasmaría a seguidores posteriores del autor estadounidense como Kurt Cobain. Ingenua, despiadada, embrionaria y alucinada, así era la lucidez de Burroughs y así es la luz violenta y eternamente joven que alimenta a esta novela. Un autor mucho menos naíf de lo que se podría desprender de su propensión a las gamberradas. Y también, ay, filosóficamente más sutil y complejo. Que las guías turísticas, los atajos del rock y los afiches de la extraordinaria librería City Lights se queden con la campaña y la pantomima beatnik. Lo que está detrás, más allá del candor y de la energía del contexto, permanece. Y lo que está detrás quizá no sea otra cosa que los aullidos que sobreviven a las flores en el pelo, la tensión mal hilvanada de los nombres propios y el colocón fluorescente. El aullido -personal e inconmovible- de Ginsberg, de Corso, de Ferlinghetti, de Kerouac. De este nuevo, viejo, entrañable y puede que hasta necesario Burroughs.

Puerto de los Santos
- William S. Burroughs
- Editorial: Aristas Martínez
- Traducción y prólogo: Javier Calvo
- Precio: 21,90 €
- 256pp
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