Novela
La cárcel oscura del París ocupado
Juan Manuel de Prada publica ‘La ciudad sin luz’, continuación de ‘Mil ojos tiene la noche’, un brillante y monumental retrato del París ocupado y de la corrupción moral de sus habitantes que luchan por sobrevivir

El escritor Juan Manuel de Prada. / Ferran Montenegro
Dado que ‘Cárcel de tinieblas’ no es la segunda parte de ‘Mil ojos tiene la noche’, sino su continuidad, formando una sola obra, goza también de la excepcionalidad y grandeza de ella. Con un refinamiento y una brillantez narrativa admirables, Juan Manuel de Prada mantiene en ‘Cárcel de tinieblas’ el pulso que le ha llevado a escribir una historia monumental que, como en el primer volumen, sigue bebiendo de la historia para relatar las vicisitudes del falangista Fernando Navales en el París ocupado y sus engaños y felonías para atraer al redil franquista a los artistas españoles exiliados en la capital francesa, una capital que se convierte con la prolongación de la guerra -estamos ya en 1942- en esa cárcel de tinieblas que señala el título de la novela, que esconde en sus sótanos los monstruos mas variopintos, y los crímenes más adyectos.
En 1942, la guerra comenzaba a girar aun lentamente a favor de los aliados y a primero de marzo la Royal Air Force comenzó sus incursiones nocturnas bombardeando París y sus alrededores. Mientras los alimentos, el combustible y otras necesidades eran imposible de conseguir, los nazis forzaban su máquina de terror, especialmente contra los judíos que fueron trasladados por miles primero al Velódromo de Invierno y de allí a los campos de concentración.
Vemos a Navales que sigue impulsado por su resentimiento, su falta de escrúpulos y su ausencia de moral, pero tratando a la vez de abandonar el mal, de redimirse; pero no era sencillo, pues el mal es una maquinaria que, una vez se pone en marcha, todos sus resortes y engranajes resulta tan avasalladora como una locomotora sin freno. . Su dificultad residía en su resentimiento, y para combatirlo, según le explicaba Gregorio Marañón, solo valía la generosidad, que no conviene confundir con el perdón.
Pero le podía su rencor y su despecho. A Pilar Primo de Rivera ‘la hermanísima’ la llama solterona germánica o monja sargento y le acusa de estar amariconando la Falange con sus rastrillos benéficos, sus folclores y sus cursillitos de costura.
En colaboración con Gonzále Ruano (Ruanito) y la poeta Ana Maria Sagi prepararon una exposición en una afamada galería parisiense donde todo era pura falsificación: los cuadros, los catálogos y por supuesto las acreditaciones. Eran falsificaciones de Goya, el Greco, de Matisse, Chirico o Max Ernst. En el día de la inauguración hasta Picasso, se unió por diversión al juego del engaño, deseoso también, según Navales, de sacar luego provecho de ello. ; el resentimiento, que ya era protagonista en el primer libro, sigue siendo aquí el motor que hace actuar con maldad Navales. El resentimiento fue clave para conseguir desactivar a su jefe Velilla, dedicándolo a labores subalternas y moviendo los hilos de su resentimiento mas profundo consiguió que el camarada Solms quedase desacreditado y tuviese que abandonar París.
Pero el curso de la guerra permite también a ese círculo de artistas exiliados de sortear la presión que le apremia Navales, y ya empiezan a escaquearse de participar en las actividades de Falange pues no querían que se nombre se asociara a Falange y a Franco. Surge entonces sus dotes de manipulación y engaños más viles para volver a manchar el nombre de estos artistas.
En esta continuación de ‘Mil ojos esconde la noche’ cobran mas protagonismo personajes como González Ruano, Gregorio Marañon, la poeta Ana María Sagi , María Casares y ya al final del relato el de Victoria Kent.
Prada relata con minuciosidad la detención de González Ruano por miembros de la llamada ‘gestapo francesa’. R uano vivía a todo tren en París. Los nazis descubrieron que pertenecía a una organización clandestina que traficaba con salvoconductos falsos con los que engañaban a judíos para quedarse con su dinero y sus propiedades. Estuvo en la cárcel de Cherche-Midi más de setenta días. El proceso para su liberación nos permite asistir de la mano de Prada a un inteligente diálogo, a cuenta de el Quijote, entre Gregorio Marañón y el general Oberg, jefe de las fuerzas nazis en París, que era una a especie de fanático incondicional del libro de Cervantes. El Quijote es el vehículo que servirá a Marañón para solicitar la liberación de Ruano, pero antes discuten con cierta tensión acerca de si el ejercicio del poder debe ser más misericordioso que justiciero, y ello siguiendo los diálogos del Quijote. Pero al fin Marañón consiguió la liberación de Ruano gracias a las veleidades cervantinas de un general alemán.
El falangista Navales usa de compinches a González Ruano (Ruanito en su jerga)y a Ana María Sagi. Dedica toda su admiración a María Casares , convertida ya en actriz de primera , que «resplandecía como una llama y su arte trémulo vibrante borra de un plumazo la impostura y la mistificación». Por contra , su resentimiento le lleva a humillar cada vez que puede a Gregorio Marañón que pugna por redimirse a los ojos del franquismo y así poder volver a Madrid y recuperar su cátedra..
Las cosas se pusieron mas feas para Navales cuando su jefe, el policía Pedro Urraca y la propia policía alemana le exigieron dar con el paradero de Victoria Kent , la que fue Directora General de Prisiones en la República, que se hallaba escondida en París. No podía negarse pues tanto la policía española como la alemana estaban al tanto de todas las actividades ilegales realizadas por Navales: facilitar huida a niños judíos, pertenecer a una red de falsificación de obras de arte, servirse de negros para sus trabajos periodísticos o vender mercancía en mal estado a los alemanes, todo eso le convertía en presa fácil de la Gestapo, que le había amenazado sin retórica.
El paso por París de Victoria Kent se cruza con ‘el caso Petiot’, un asesino en serie que se valía de su condición de médico para desvalijar y asesinar a sus pacientes.
Como ya ocurrió en el primer tomo, Prada relata con gran fidelidad y gracias a un ingente trabajo de documentación, la vida cotidiana en el París ocupado por los alemanes, también las tensiones y rivalidades políticas entre el grupo de falangistas que opera en la capital francesa, todo ello con un respeto escrupuloso a los hechos tal como sucedieron, ahondando incluso en detalles menores, como los curiosos diálogos entre Ruanito y su carcelero.
Volvemos al resentimiento como motor central del relato, no solo en Fernando Navales sino en otros personajes que actúan movidos por rencores alimentados en el pasado. A medida que el relato avance y, sobre todo en su tramo final, vemos a Navales que, viendo como la historia gira del lado de los aliados, trata de redimirse y vencer su inclinación a hacer el mal. Su jefe y la policía alemana no se lo ponen fácil pues le exigen que siga machacando a los republicanos exiliados. Finalmente su amiga la bailarina Ana de Pombo le señala el camino: «vivir es olvidar lo vivido, para volver a empezar».
Si el primer tomo de ‘Mil ojos tiene la noche’ era un magnifico ejercicio de brillante literatura, la novela al completo supone un monumental y soberbio relato que, como ya dijimos en la anterior ocasión, devuelve a Juan Manuel de Prada a la gran literatura.
Mil ojos tiene la noche. 2. Cárcel de tiniebla
Juan Manuel de Prada
- Editorial: Espasa
- 848 páginas
- 24,90 €
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