Seix Barral
El algoritmo literario de Enrique Vila-Matas
‘Canon de cámara oscura’ presenta a un enigmático protagonista que selecciona setenta y un libros de la biblioteca de un escritor maldito, en un mundo donde Vila-Matas mezcla la inteligencia robótica con la metaliteratura

Enrique Vila-Matas / L.O.
Dos señoras se lanzan pasteles de nata a la cabeza. Es en la casa de Rita Malú a donde acude Alfredo Pampanini. Se trata de una de las primeras fiestas de ficción de Enrique Vila-Matas en su colección de cuentos ‘Nunca voy al cine’. Entre farolillos rojos y un piano, toman a Pampanini como el realizador de una película en la que una esclava se bañaba desnuda en el río Tigris. Cuatro décadas después de la evolución de Enrique Vila-Matas, la fiesta es en el patio de un edificio del Pasaje Mercader, en el barrio l’Esquerra de l’Eixample, en Barcelona. Allí se encuentra una friqui que luce el gorro de un piloto ruso a lo Frances McDormand en ‘Fargo’, y que bebe, uno detrás de otro, cocktails bullshot. Está obsesionada con hablar de los Denver-7, unos androides rebeldes de los que ya nadie se acuerda, y la víctima propiciatoria de su conversación es un tal Vidal Escabia, el narrador protagonista de la última novela de Enrique Vila-Matas, ‘Canon de cámara oscura’ (Seix Barral).
Sobre Vidal Escabia planea la sombra literaria de Borges. En los últimos años de vida del escritor argentino le encargaron que seleccionase, según su criterio, las cien mejores obras de la literatura universal, y que escribiese prólogos, de apenas un par de páginas, para la colección que publicaría Hyspamerica-Orbis. Estos textos escritos por Borges serán reunidos después en ‘Biblioteca personal’ (Alianza Editorial). Sin embargo, por el fallecimiento del propio escritor en 1986, solo se publicaron setenta y dos volúmenes prologados por el autor de ‘El Aleph’. Podríamos decir que si en su anterior novela ‘Montevideo’ Vila-Matas puso un ojo en Julio Cortázar, en ‘Canon de cámara oscura’ flota ese encargo de seleccionar libros que encomendaron a Jorge Luis Borges. Al enigmático Vidal Escabia -del que Violet sospecha, entre trago y trago de sus bullshots, que es un Denver- le deja una herencia Antonio Altobelli, un escritor maldito que le transmite como legado una biblioteca con la que Vidal seleccionará setenta y un libros que conformen un canon inactual, porque según Altobelli es la forma de ser contemporáneo.
En esta novela de Vila-Matas, que comienza en modo in media res, digamos, que rehúye un tiempo narrativo lineal, el autor de ‘París no se acaba nunca’ parece jugar con ese canon de Borges que selecciona libros, y con esos seres a lo Philip K. Dick en ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’, solo que sin las míticas frases en la adaptación al cine de ‘Blade Runner’, «he visto cosas que vosotros no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión», o la película ‘Desafío total’ en la que se implantan recuerdos ficticios. No obstante, Vila-Matas no se lanza de cabeza a la piscina de la literatura ciberpunk, cada vez menos fantástica por los adelantos tecnológicos, sino que mediante la ambigüedad juega con esto como telón de fondo. Lo que caracteriza a esta novela, en realidad, es la metaliteratura, es decir, literatura que habla de literatura. Otro elemento de la trama es Ryo, la hija de Vidal Escabia de ascendencia japonesa y que está referida simbólicamente en la portada del libro, donde Seix Barral utiliza una fotografía de la gran actriz del cine mudo Louise Brooks, con su apariencia flapper de hace cien años, mientras alza las manos sosteniendo dos enormes pistolas y provocando con ello una imagen que recuerda al estilo de Bonnie and Clyde. Vidal Escabia, que añora a su hija Ryo, ya que esta vive en Suiza con un tipo que él detesta, la compara precisamente con la belleza de la misma Louise Brooks.
Citando a Elías Canetti, Vidal reflexiona sobre el escritor que se consagra y se hace un nombre para luego darse aires de burgués, lo que a Vidal le resulta ser un impostor respecto a lo que él llama el escritor verdadero, lo que hay detrás de esa imagen consagrada, que también identifica con los escritores sin éxito por lo genuino de no haber fabricado aún su imagen social. Vidal Escabia continúa su reflexión sobre ese escritor verdadero, que siempre le ha parecido de una literatura desconocida, de otra galaxia. Estas palabras punzantes de doble filo, que Vila-Matas pone en boca de Vidal Escabia, darían para otro libro sobre impostores y escritores verdaderos, una nueva versión de ‘Enoch Soames’, de Max Beerbohm, el cuento en el que un escritor sin éxito es tentado por el demonio.
La visión de Barcelona en la literatura de Enrique Vila-Matas, en contraste con la de Paulina Flores en su última novela, nos muestra una ciudad poliédrica, del Raval de la autora chilena al protagonista de Vila-Matas tomando un taxi en la calle Balmes, después de ver a pasar a Barack Obama en un vehículo por la calle Mallorca. Esa visión poliédrica de la ciudad se transmite en la trama de esta novela de Vila-Matas que conecta la creación de un particular canon literario, con una fiesta bohemia en l’Eixample, de un narrador más allá de la naturaleza humana, y a lo que se une la conexión con Japón a través de su hija Ryo y su mujer Aiko, que se suicida en los acantilados japoneses de Tojinbo. Y junto a todo lo anterior el narrador da una vuelta de tuerca en sus pensamientos sobre la rareza de los escritores cuando se pregunta «¿qué llevó a Robert Louis Stevenson a construir una chimenea escocesa en su casa de la isla de Samoa?».
La literatura de Enrique Vila-Matas, podríamos decir, no se sostiene exclusivamente por una narrativa clásica de escenas y diálogos convencionales, sino sobre todo en ideas y reflexiones, o como decía Cortázar, una literatura para lectores activos, los que penetran en el juego poderoso de los laberintos de ideas con los que el autor les desafía a través de su lectura: «eres uno de ellos, ¿no?», como Violet pregunta a Vidal Escabia sobre los Denver.
Entre tanto, uno se pregunta si el resto de libros de la biblioteca que Altobelli legó a Vidal Escabia y que no formó parte del canon acabaría en el mercado dominical de libros viejos de Sant Antoni, entre ediciones desparejadas prologadas por Borges o alguna de las de Philip K. Dick, un lugar de la ciudad de Vila-Matas donde, entre el bullicio de los lectores que hojean las páginas, los Denver-7 pasean desapercibidos entre los puestos del mercado, o si tal vez esos libros acabaron como remate en las estanterías de alguna librería anticuaria de la calle Aribau.

Canon de cámara oscura
- Enrique Vila-Matas
- Editorial: Seix Barral
- Precio: 18,90 €
- 225 páginas
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