Tusquets

Denuncia y humor

Cuando una tormenta se convierte en venganza en ‘El fenómeno Minerva’, el regreso de Eduardo Mendicutti a la novela

Eduardo Mendicutti

Eduardo Mendicutti / L.O.

José Joaquín Martínez Egido

Leer la última novela de Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948), recién llegada a la librería y ofrecida por la librera, fue como retrotraerse a la década de los ochenta del siglo pasado con lo que ello conlleva de nostalgia y de ver «que la vida iba en serio» (Gil de Biedma). ‘El fenómeno Minerva’ (Tusquets, 2025) confirma todo el itinerario comprometido de su autor, quien en 2017 ya recibió el premio Pluma Literaria por su trayectoria y por su compromiso de visibilidad personal y profesional con las personas LGTB. La primera novela que leí de él fue ‘Una mala noche la tiene cualquiera’ (Tusquets, 1982) con La Madelón, personaje entrañable en la noche del 23F, una obra a favor de la libertad con el humor como elemento clave de lucha.

En un pueblo costero del sur, La Algaida, con un edificio señorial, el Condesa Elvira, en el Paseo Marítimo y con algunos de sus inquilinos y adyacentes que entran y salen de él, Mendicutti nos muestra un pedazo de vida aderezado con una gran tormenta durante la semana de la trama. Todo parece ser anecdótico en esta novela de 26 capítulos y de un epílogo, colectiva y polifónica. Entre los múltiples personajes/narradores destacan el piadoso Padre Covarrubias, homosexual reprimido, a punto de jubilarse, quien heredó un piso en el edificio de una de sus beatas, ocupado ahora por unos inmigrantes, con siete capítulos («la caridad empieza por uno mismo, la caridad lleva a la perdición» (p.172); Luis Fernando de Carvajal, «la señorona apolillada» (p.193), un rico homosexual venido a menos con 6 capítulos; y la guapa Minerva, un transexual que ha vuelto al pueblo y al edificio con ánimo de venganza y que antes se llamaba Sergio, como la tormenta: («Si lo miras bien, guapito de cara, la borrasca, el fenómeno, en el fondo se llama como yo. Minerva» (p.147), con cuatro. Junto a ellos, como una especie de comparsa atolondrada, el resto: Regla Acuña, modelo de criada sainetera; Piedita Campuzano, una de las inquilinas antiguas con voz y voto; Ricardo, el guapo jardinero que será el objeto de deseo de muchos... Orquestados todos al servicio de las tres líneas argumentales de la obra: el querer vender una propiedad y de sus cuitas con el tasador por parte de Carvajal; la necesidad del desahucio de una familia árabe del piso de Covarrubias; y la petición de la guapa Minerva de poder instalar un bar de copas (con cuarto oscuro) en el semisótano del edificio.

Y todo ello con el humor característico de Eduardo Mendicutti, un humor basado en el juego verbal, en la sátira y en la ironía hacia todo el ámbito homosexual («Mi exnovio y mi secretario se llevan regular, qué se le va a hacer, es lo que tienen las rubias», p.37), «Somos malas y sanguinarias» (p.228); junto a un humor situacional, como la escena de quién pagará la cuenta del hotel (p.212). Siempre con reminiscencias de esa forma de hablar desinhibida entre homosexuales ya presente en sus primeras obras: «¡Qué cinematográfico todo!» (p.111); «La sinceridad es un disfraz de la grosería» (p.200), «Tú sí que tienes un secarral intrínseco en el frunce de los picores, eso no te lo riegan desde los tiempos de Alfonso XII, pensé yo». (p.28); «Los hierros de los balcones retorcidos como legionarios caídos en desgracia, las maderas de los suelos abombadas como gatas preñadas por caballos» (p.228), o «El arte sin provocación es como un beso sin lengua», (p.125). Siendo, precisamente, el motor que mueve todas las acciones de los personajes el sexo homosexual, bien reprimido, los calzoncillos son la «funda de malos pensamientos» (p.175), pues ni Carvajal, por el qué dirán, ni Covarrubias, por atentar contra el catolicismo, lo expresan ni lo viven; o bien explícito, como el matrimonio gay del último piso, quienes normalizan su realidad, o la aventura de Ricardo.

Y ¿por qué deberíais de leer esta novela? Porque, enredado en risas y soledades, «El amor merece la pena» (p.338); porque la prosa de Eduardo Mendicutti es fresca en apariencia y profunda en el sentimiento; porque desarrolla un excelente sentido de la sátira y del humor, que se convierte en una herramienta lingüística de denuncia; y porque es una novela que sigue abogando, a pesar de los años y de los cambios, por la integración, por la inclusión y por la libertad.

El fenómeno Minerva

  • Eduardo Mendicutti
  • Editorial: Tusquets
  • Precio: 19,00 €
  • 248 pp.
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