Poesía
Francisco Barrionuevo: Un poeta claro, hondo y emocional
En ‘Vado permanente’ el sevillano Francisco Barrionuevo se muestra como un poeta de formas sencillas y profundidad en el fondo, un poeta que construye con la palabra una larga reflexión sobre la vida

Francisco Barrionuevo / L.O.
La poesía, quizás lo he dicho antes, no debe explicar, debe emocionar. Con eso es suficiente, más que suficiente, para que la obra pueda ser considerada de arte. Luego ya hay otras cuestiones. Deslumbrar es un verbo mayor, una característica no siempre disponible en la poesía, pero cuánto se agradece si se encuentra.
La primera impresión en ‘Vado permanente’, de Francisco Barrionuevo, es deslumbrante. Se encuentra el lector con un poeta claro en la forma, claro en la palabra, hondo en el sentido, casi filosófico en sus planteamientos, preguntando por las eternas dudas del hombre: «El universo no es más grande que yo./ Cabe en mi pensamiento» (página 19).
A partir de ahí, de ese primer poema, que queda fuera de los cinco segmentos en los que se divide el libro, se extenderá un largo y muy intenso poemario en el que Barrionuevo repasará desde el intimismo y lo sensorial, la vida. Es Barrionuevo un poeta de lo emocional, sensible al paso del tiempo, muy sureño en cuanto a su constante apreciación de la luz, que adquiere un persistente protagonismo poético, permanente y perseverante en los poemas con la certeza de que es la fuente de todo. Porque el poeta sabe que la luz lo es todo: «(…) Fugaz pasaba y sin remedio se iba./ Y al levantar los ojos ve la noche/ retirando del mundo la alianza/ que la luz ofrecía. Piensa/ que cuando ya la luz se ha ido/ aún sigue, pese a todo, habiendo luz,/ porque nada interrumpe/ el afán de mirar lo que permita/ la luz de la mirada en la que estamos./ Por tenue que ya sea./ Y era él,/ apagada la tarde, el Encendido» (página 48).
Francisco Barrionuevo (Sevilla, 1943) es arquitecto y poeta. Como arquitecto obtuvo el Premio Ciudad de Sevilla en 1982, y dirigió el urbanismo de esa ciudad cuando el Plan General de 1987 comenzó a diseñar la Expo 92. Como poeta ha publicado relativamente poco, un poemario titulado ‘Celebración de la huella’, y un libro titulado ‘Tres poetas sevillanos’, con María Ruiz y Lola Terol. También ha publicado relatos cortos, quedando finalista en algún concurso.
En este libro, en este ‘Vado permanente’, magníficamente editado por Mahalta, tenemos la sensación de encontrarnos con un poeta de muy largo aliento, un poeta solido capaz de la emoción en lo brevísimo, como en estos dos ejemplos: «En el mercado me venden/ higos secos y nueces./ Yo compro/ el recuerdo de mi padre» (página 87), y «Ningún niño debería morir/ antes de terminar sus deberes;/ llegar a viejo» (página 110).
Un poeta que propone una serena y honda reflexión sobre la palabra como elemento constructor del poema: «El poema comienza/ cuando alguien reúne los fragmentos/ de un jarrón que se ha roto y los transforma/ en las alas de un pájaro» (página 129), dando como resultado una poesía despojada de elementos innecesario que busca lo esencial en las formas y también en el fondo, proponiendo un poema rico en imágenes y reflexivo en lo interno. Y así, con esa limpieza formal, alcanzará a decir: «desmigo con mis manos/ el pan de la memoria del que comen/ los pájaros del tiempo» (pág 78).
Y también el conocimiento de ser, poeta y poema, parte de la naturaleza, de ser una porción de ella: «(…) formo parte de un todo que transforma/ la muerte en nueva vida./ Por lugares abruptos, verticales,/ aprendo a caminar/ hacia la cima, hacia lo alto./ Nací en la oscuridad, voy a la luz./ Soy un árbol» (página 71), concepto sobre el que volverá: «Tú y la naturaleza./ Interpenetración. El mundo y tú,/ impulsos y señales que atraviesan/ en doble dirección la misma herida./ Cuando quieres/ ver la Naturaleza,/ miras dentro de ti. Hay un atajo/ que solo tú conoces» (página 76).
Así, de manera sencilla, con una poesía despojada de artificio, sin buscar el ruido, sino más bien la música, (corazón, alma única del poema) ‘Vado permanente’ ofrece al lector un concepto poético sereno, cargado de naturalidad y de emoción, abundante en descubrimientos, como en este brevísimo poema: «Quien renace al final de sus cenizas/ debe una vida al fuego».

Vado permanente
- Francisco Barrionuevo
- Editorial: Mahalta
- Precio: 16,15 €
- 204 pp.
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