Acantilado
Wittgenstein: filosofía tras el lenguaje y sin máscaras
Esta recopilación de cartas de la familia Wittgenstein revela la intimidad del genio filosófico y su tormentosa relación con su entorno. A través de misivas personales, descubrimos al hombre detrás del mito: frágil, apasionado y obsesivo. Una joya epistolar para entender su pensamiento y su vida

Los hermanos Wittgenstein en la casa familiar. / L.O.
Ludwig Wittgenstein (1889-1951) es uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, pero también uno de los más herméticos. Su obra, desde el ‘Tractatus Logico-Philosophicus’ hasta las ‘Investigaciones Filosóficas’, marcó un antes y después en la filosofía del lenguaje. Sin embargo, su vida personal siempre estuvo envuelta en un aura de misterio y contradicción. ‘Una familia en cartas’, publicada por Acantilado y editada por Isidoro Reguera, nos permite asomarnos a la intimidad del pensador a través de su correspondencia familiar, mostrando facetas desconocidas: su fragilidad emocional, su relación conflictiva con la riqueza y su obsesión por la autenticidad. Por ejemplo, en una carta de 1913, la hermana mayor, Hermine, escribe a Ludwig: «Papá espera que todos seamos excepcionales, pero ¿qué pasa cuando uno solo quiere ser feliz?». Esta frase encapsula la tensión permanente que existía en la familia: el legado de excelencia chocando con el deseo de una vida auténtica. Ludwig, en particular, internalizó este conflicto hasta el extremo, como muestran sus repetidos intentos de abandonar la Filosofía para dedicarse a oficios manuales como la jardinería o la enseñanza rural.
El libro recoge cartas escritas por y para Wittgenstein, abarcando desde su juventud hasta sus últimos días. No se trata de un epistolario filosófico (como sus cartas a Bertrand Russell o G.E. Moore), sino de intercambios con sus hermanos, especialmente Paul (el pianista manco) y Hermine. Estas misivas revelan cómo su pensamiento no era una abstracción, sino una forma de vida. Wittgenstein vivía su filosofía con una intensidad casi religiosa, y eso se refleja en su escritura personal: frases cortas, precisas, a veces duras, pero siempre cargadas de una honestidad brutal.
Uno de los aspectos más llamativos es su relación con la fortuna familiar. Los Wittgenstein, una familia de industriales judíos afincados en la Viena Imperial, eran una de las familias más ricas de Europa, pero Ludwig renunció a su herencia, repartiéndola entre sus hermanos o donándola a artistas. En una carta a Paul, escribe: «El dinero corrompe el alma. No quiero ser esclavo de lo que desprecio». Esta postura radical chocaba con su entorno, generando tensiones. De hecho, el dinero es uno de los temas recurrentes del libro.

Ludwig Wittgenstein / L.O.
El volumen también arroja luz sobre las complejas relaciones de Wittgenstein con las mujeres de su familia, especialmente con sus hermanas Helene y Margarete (Gretl), esta última cercana a los círculos intelectuales vieneses y amiga de Sigmund Freud. Gretl, más pragmática, intenta mediar en los conflictos familiares, como cuando Ludwig renuncia a su herencia en 1919. En una carta llena de exasperación, le dice: «Tu ascetismo es tan orgulloso como el lujo que criticas».
En cambio, con Helene, más conservadora, la distancia es palpable. Una anotación de 1937 muestra su incomprensión mutua: «No entiendo por qué insistes en trabajar como jardinero. ¿Acaso no ves que humillas a la familia?», a lo que Ludwig replica: «La verdadera humillación es vivir una mentira».
Otro tema central es su búsqueda obsesiva de la perfección, tanto intelectual como moral. Abandona Cambridge, se exilia en Noruega, trabaja como maestro rural y jardinero, siempre insatisfecho. En una emotiva carta a Hermine, confiesa: «Siento que todo lo que hago está mal. Quizá mi único mérito es saber que no sé nada». Esta angustia existencial lo acompañó durante toda su vida.
La dinámica familiar de los Wittgenstein estuvo marcada por la genialidad y la tragedia. Tres de sus hermanos se suicidaron, y Ludwig mismo luchó contra pensamientos autodestructivos. En una carta desgarradora, su hermana Helene le escribe: «A veces temo que tú también nos abandones». Wittgenstein responde con frialdad: «La muerte no es un fracaso, sino una posibilidad». Este fatalismo, unido a su severidad ética, lo alejó de muchos seres queridos.
Destaca por su estilo epistolar, brevedad y profundidad. Las cartas son concisas, sin adornos. Wittgenstein detestaba la palabrería, incluso en lo personal. Cuando su amigo Ludwig Hänsel le pregunta por su salud, responde: «Estoy como siempre: mal». Esta economía lingüística refleja su filosofía: el lenguaje debe ser claro, preciso, sin ambigüedades. Pero también muestra su incapacidad para la ternura fácil.
‘Una familia en cartas’ no es un libro para neófitos en Wittgenstein, pero sí una pieza clave para entender al hombre detrás del filósofo. Muestra su lado más vulnerable, sus dudas, su orgullo, su incapacidad para el consuelo. Isidoro Reguera, traductor y editor de la obra, logra mantener el tono austero del original, respetando la voz única de Wittgenstein.
Este libro es una opción magnífica para aquellos que quieran adentrarse en el pensamiento personal del autor, entendiendo al ser humano que hay tras su obra. A la crudeza emocional de las cartas, que humanizan a un pensador a menudo visto como inaccesible, se le unen la impecable edición y traducción de Isidoro Reguera. Aunque el libro evita deliberadamente tecnicismos, algunas cartas esbozan conexiones entre su vida y su obra. Por ejemplo, en 1945, escribe a Hermine, «las palabras son como monedas gastadas: solo tienen valor si alguien las acepta», metáfora que anticipa su obra ‘Investigaciones filosóficas’.
Como un punto negativo podemos observar que en ocasiones puede resultar fragmentario para quien espere un relato biográfico lineal. Algunas cartas son demasiado crípticas, por lo que creo que este libro es recomendable para amantes de la Filosofía, interesados en la historia intelectual del siglo XX o quienes disfruten de epistolarios íntimos. Una lectura que duele, pero ilumina.
Este epistolario confirma que Wittgenstein no era un asceta frío, sino un hombre que quemó su vida por buscar una verdad inalcanzable. Sus cartas, como sus aforismos filosóficos, destilan una belleza austera. Acantilado nos regala una obra que trasciende lo biográfico: es un mapa de las heridas que alimentaron su genio.

Los Wittgenstein, una familia en cartas
- Editorial: Acantilado
- Traducción: Isidoro Reguera
- Precio: 24.00 €
- 352 pp.
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