Nórdica Libros

Bashevis Singer contra el antisemitismo

Nórdica Libros publica veintiún relatos del Premio Nobel judío bajo el título de ‘Un amigo de Kafka’. El trauma de la desidentificación de esta comunidad en la diáspora, tras las dos guerras y el Holocausto, está en el centro de la mayoría de sus historias, que tienen mucho de añoranza de una Varsovia como centro de espiritualidad desaparecido

Bashevis Singer

Bashevis Singer / L.O.

Francis Mármol

Francis Mármol

Recomendar un libro para tratar de cambiar el mundo es un absurdo. Pero quizá haya gente que necesitemos creer en imposibles, y confiar en este tipo de medicina. Isaac Bashevis Singer es la mejor recomendación que se me ocurre para combatir la misma ola de antisemitismo que parece larvarse en el continente, como un reflejo inquietante de la que se vivió hace casi un siglo. Nada como ilustrarse para darse cuenta de cuánto hay de viejo en lo nuevo y cuán equivocados estamos al meter en el mismo saco a judíos religiosos o paganos, sionistas o ajenos al todo por la patria, defensores de Netanyahu y su cruzada o herederos ideológicos de los kibutz de los 70, por ejemplo.

Para explicarme debería comenzar diciendo que Nórdica Libros ha acertado de pleno en la elección de un autor que retrata como pocos los grandes conflictos internos del individuo en el siglo XX. Y lo digo en general y en cuanto a desprenderse de la cultura tradicional heredada y abrazar el progreso de los países que en Occidente se sumaron al sistema democrático capitalista.

Bashevis, premio Nobel de Literatura en 1978, no es un narrador al que haya que elogiar ciegamente para vender sus libros pues su trayectoria está avalada no sólo por reconocimientos de diverso tipo sino por su testimonio de vida alrededor de un siglo turbulento en el que le tocó estar en el centro de la tormenta como judío polaco, acosado y sufriendo muy de cerca el ascenso del fascismo y el comunismo. Y el acoso indiferente que ambos bloques dedicaron de manera psicópata a su pueblo. Su experiencia vital es su primer valor.

Leyendo estos 21 relatos reeditados y muy bien traducidos por Andrés Catalán, sobre todo por las valiosísimas notas al pie, uno primero puede encontrarse con la herencia milenaria y conservada de un pueblo desbordado de historias y muy celoso de su herencia cultural. Es posible conocer en estas anotaciones agregadas, por ejemplo, cuándo es el Yom Kipur exactamente, en qué parte de la Torá se previene al creyente de cortarse el pelo o las restricciones en actividades del sabat, entre cientos de referencias.

Al margen de esto, asalta al lector la facilidad en la manera de contar, que puestos a pensar proviene de una raza criada al albur del relato oral ancestral, como medio de transmisión de conocimiento y supervivencia de la identidad, a la vez que la prosa está salpicada de ese profundo buceo en la psique humana de un ser en diáspora continua, que vive en la necesidad de adaptación para sobrevivir. Para no sentirse discriminado por los suyos o ajenos. En ello se citan, el psicoanálisis de Sigmund Freud, la paranoia de Kafka, con la construcción mágica de Stefan Zweig, influencias de lo onírico como evasión necesaria o explicación del mundo; y hasta de Woody Allen en los conflictos sentimentales de pareja, muy bien resueltos, breves. Muy fáciles de digerir.

Este cuentista de Varsovia se crió en el seno de una familia de rabinos y no hay más que asomarse a sus primeros relatos para darse de bruces con infinidad de personajes que están muy cerca de la ortodoxia practicante más primitiva, que se cultivaba como medio de defensa a la hostilidad del entorno. Las notas a pie de página para conocer los mil y unos detalles que encierra la Torá o el Talmud, como hemos dicho, convierten los textos en auténticas joyas para saber sobre los ritos y tradiciones de una comunidad-religión que se enrocaba en sí misma para no perderse en los mil pogromos que le ha tocado sufrir. Y que aparecen en hechos secundarios y no tanto como acontecimientos históricos.

En este sentido es especialmente valioso leer a Bashevis porque si bien en los primeros relatos casi se acerca al formato cuento, por lo esquemático de las historias y lo rústico de los personajes que le rodeaban en su infancia, en la segunda parte del libro va a ir reflejando el ser judío en la diáspora que le tocó vivir en su Nueva York de acogida, y en cómo la pérdida de la identidad genera una herida profunda en su ser, que ni siquiera la esperanza de Israel, como solución al trauma, devolverá a este su paraíso perdido de la niñez.

Ese desencanto por lo vivido y perdido entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial flota en su prosa como un manto de tristeza. Por contra ese conocimiento del nuevo mundo adquirido viene a ser un soplo de esperanza que se topa con las nuevas convenciones sociales, que son complejas para asumir en un autor que se transporta a los personajes que pueblan sus relatos y que tienen mucho que ver con él y su biografía.

Así, por ejemplo, si uno quiere encontrarse con el Bashevis más desencantado con la deriva de los judíos en el mundo pasado el Holocausto, debe leer el relato El mentor, en el que intuimos su sensibilidad en la piel de una mujer que reniega del matrimonio, de la monogamia, de su sangre y del paraíso arcádico de Israel. Esta interpela a una especie de escritor de éxito que ha viajado desde Estados Unidos a Tel Aviv para recibir honores y en su encuentro con esta ex admiradora, ella le dirá: «Tenías razón cuando escribiste que los judíos modernos son unos suicidas. Los judíos modernos no saben vivir sin el antisemitismo. Si no existe, lo crean (…). Predican la revolución y al mismo tiempo quieren acaparar todos los privilegios del capitalismo. Tratan de destruir el capitalismo de los demás, pero se enorgullecen de pertenecer al Pueblo Elegido».

Un amigo de Kafka

  • Isaac Bashevis Singer
  • Editorial: Nórdica
  • Traducción: Andrés Catalán 
  • Precio: 23,95 €
  • 368 pp.
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