Editorial Periférica

El horizonte del agua

El francés Bruno Remaury sorprende con su ensayo ‘El mundo horizontal’, un viaje raudo, cargado de vena literaria y con armazón intelectual, desde el arte de las cavernas al desarrollo de la energía nuclear

Bruno Remaury.

Bruno Remaury. / L.O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

¿A qué se parece el discurso intelectual y literario de Bruno Remaury? A este doctor en Antropología social, nacido en 1961 en Toulouse, se le compara con Walser y con Sebald, a la hora de hilar las cuestiones mundanas. En España hay un intelectual parecido a él, capaz de entrelazar con un manejo poético de la lengua los viajes más dispares a lo largo de los siglos: el ensayista Ramón de Andrés, tan ligado al universo musical.

Pero también se pueden encontrar paralelismos con el reciente y estupendo ensayo ‘A orillas del tiempo’ (Siruela) del catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Málaga Fernando Wulff, quien nos presenta la Historia como un tapiz unido por hilos compartidos,y nos ofrece un viaje cargado de sentimiento.

Con el antropólogo francés viajamos milenios en las breves 150 páginas de ‘El mundo horizontal’, con el que quedó finalista de los premios Médicis de ensayo. El título hace referencia a un poema de Auden («Honremos, si podemos/ al hombre vertical/ aunque no valoremos/ sino al horizontal») y es el santo y seña del argumento, desarrollado con espíritu de artesano del lenguaje.

Porque hay que remarcar que lo mejor de este librito, editado por la editorial extremeña Periférica es su subyugante y poético lenguaje, en la traducción al español de Blanca Gago.

Sostiene Bruno Remaury que la Humanidad ha ido abandonando, con los siglos, la «visión mística del tiempo», que ha sido suplantada por «la visión mitológica del espacio». En suma, hemos transitado de un mundo vertical en el que nos comunicábamos de abajo a arriba con la divinidad, a un mundo sin barreras ni dioses; ancho y ajeno, que diría Ciro Alegría.

Comienza este viaje por la Historia del planeta con el descubrimiento, en 1906, en una cueva francesa, de cientos de manos plasmadas en la roca hace miles de años y todas, apuntando a las alturas. Como recuerda, «todas esas manos sirven para algo, aunque desconozcamos para qué, relacionado con la trascendencia y lo sagrado, con los astros, los antepasados y la deidad».

De ese mundo prehistórico que trata de comunicarse con lo trascendente, Remaury nos traslada, en la misma zona y época, a una tragedia minera vivida en las entrañas de la Tierra. Y continúa el viaje, estructurado en tres partes, a épocas y rincones del globo de lo más diversos, para retratar ese proceso de transformación hacia el mundo horizontal, simbolizado en el poder de comunicación del agua. A este respecto, tan bellos como los párrafos dedicados al arte prehistórico son los que dedica a la fascinación de Leonardo da Vinci por el agua, así como cuando se mete en la piel de los emigrantes que arriban, por mar, a la nueva tierra prometida, América, sumum de la expansión territorial sin límite, simbolizada, tras la II Guerra Mundial, por su fascinante red de autobuses Greyhound.

Por este librito desfilan mineros, prehistoriadores, soldados, jóvenes burguesas, fotógrafos y hasta San Cristóbal, la bomba atómica y los siete durmientes de Éfeso. Un tránsito de la caverna a los espacios infinitos que deja al lector con la sensación de haber asistido a un ‘viaje cuántico’, con las alforjas repletas de la prosa poética del ensayista francés.

El mundo horizontal

  • Bruno Remaury
  • Editorial: Periférica
  • Traducción: Blanca Gago
  • Precio: 18 €
  • 152 pp. 
Tracking Pixel Contents