Biografía

Stalin: tirano y melómano

El historiador y antiguo corresponsal en Rusia Michel Krielaars aborda en ‘Al son de la utopía. Los músicos en tiempos de Stalin’, el perfil de intérpretes y compositores arrollados por los caprichos estéticos del dictador

Imagen de Stalin

Imagen de Stalin / EVGENIA NOVOZHENINA

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Pese a ser, casi con toda probabilidad, el mayor asesino del siglo XX, por delante de otros dictadores como Hitler y Mao, es innegable que Iosif Stalin tuvo sensibilidad para la música; de hecho, su condición de melómano, aunque nada afín a las vanguardias, marcó el destino musical de Rusia durante su férreo mandato, así como las vidas de los músicos y compositores de su tiempo y sus familias.

El historiador y periodista neerlandés Michel Krielaars (1961), antiguo corresponsal en Rusia, aborda en ‘Al son de la utopía. Los músicos en tiempos de Stalin’, que acaba de editar Galaxia Gutenberg, el perfil biográfico de diez de ellos.

Lo primero que sorprende es que, entre la decena, no se encuentra el más famoso de todos, así como uno de los más acosados por el tirano: Dimitri Shostakóvich (1906-1975).

No explica el autor esta carencia; en cualquier caso, dada su importancia y las relaciones que mantuvo con la mayoría de los reflejados en el libro; hay que decir que su presencia es constante y, a lo largo de la obra, vamos conociendo la presión que tuvo que padecer el genio, así como sus luchas de conciencia, a la hora de expresar justo lo contrario de lo que sentía, para salvar la vida; una práctica más que común bajo la dictadura estalinista.

Con las carencias provocadas porque muchos archivos estatales que abrieron sus fondos en los años 90 han vuelto a cerrarse con Putin al mando del país, Michel Krielaars compagina muy bien su doble faceta de historiador y periodista para rastrear todo tipo de fuentes orales, desde vecinos, amigos o familiares de los biografiados hasta músicos y compositores que dejaron Rusia para marchar al exilio.

El resultado es un libro muy ameno y ágil, en el que, dentro de ese estilo periodístico, Krielaars también asoma para transmitirnos su amor por Rusia y su música.

La Revolución rusa tuvo una primera etapa en la que numerosos músicos se auparon a la vanguardia internacional y le dieron su toque ‘soviético’. Todo cambió en 1932, cuando Stalin decretó el ‘realismo socialista’ como principio rector de todas las artes. La música anterior y sus creadores pasaron a ser sospechosos, vendidos a la burguesía occidental y para la mayoría comenzó un largo purgatorio, que incluyó detenciones, humillaciones públicas, trabajos forzados o la muerte. En ocasiones, fueron castigados por su homosexualidad o por ser judíos.

En 1948, en otra vuelta de tuerca, el Comité Central estigmatizó con nombres y apellidos a los compositores más brillantes, acusados de crear ‘música formalista’.

Por estas páginas desfilan el magistral pianista Slatoslav Richter; el ‘frívolo’ Prokófiev; el valiente violonchelista Rostropóvich -se vio las caras con Breznev más que con Stalin-; la osada pianista Mariya Yúdina o el vapuleado compositor Moisei Vainberg. De los diez perfilados con ritmo y pasión por Krielaars, quizás el más desdichado de todos fue Vsévolod Zaderatski (1891-1953): fue condenado a seis años en un campo de trabajo; una parte importante de su obra, comparada con la de Prokófiev y Shostakovich, se ha perdido y durante su vida nunca se publicó una nota suya.

Al son de la utopía

Autor: Michel Krielaars

Traducción: Goedele De Sterk

Editorial: Galaxia Gutenberg

Páginas: 312 pp.

Precio: 23,50 €

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