Relato

Virginia Woolf: la señora Dalloway cumple 100 años

El 14 de mayo de 1925 veía la luz Mrs. Dalloway, la cuarta novela de Virginia Woolf, una obra maestra fundamental con la que la autora inglesa revolucionó la narrativa moderna del siglo XX para siempre

Virginia Woolf

Virginia Woolf / l.o.

«La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores», así comienza este relato, el más famoso de Virginia Woolf y que con todos esos años a sus espaldas mantiene una vigencia absoluta no sólo en la trama sino en el lenguaje y la concepción literaria, con el empleo de una técnica como es el monólogo interior, un enfoque experimental que pone el acento en la exploración de la conciencia y la subjetividad de los personajes que protagonizan la historia, una técnica, que abrió el mundo de la novela a nuevos cánones que hoy son de uso común. Virginia Woolf no sólo es grande por la singularidad de sus textos, sino porque supo innovar y arriesgar haciendo avanzar la literatura. Las señora Dalloway es un claro ejemplo que conjuga belleza e innovación literarias. El recién fallecido Mario Vargas Llosa, premio Nobel en 2010, fue uno de los que reconoció la influencia que esta y otras novelas de Woolf tuvieron en su aprendizaje como escritor.

Al igual que Ulises de James Joyce, la Señora Dalloway es una novela cuya historia se desarrolla en un solo día, a mediados de junio de 1923, cuando los británicos, y especialmente los ingleses, trataban de recuperarse de los estragos de la recién acabada Primera Guerra Mundial.

Clarissa Dalloway, una dama de la aristocracia londinense, prepara una fiesta esa noche y como quiere que todos salga a la perfección decide ser ella misma la que se encargue de los preparativos y es así como va recorriendo Londres en su afán de tener bien cubiertos todos los detalles de la fiesta.

La historia cuenta con un segundo personaje que imprime un sesgo opuesto a la vida ordenada de Clarissa Dalloway. Él es Septimus Smith, un veterano de la Primera Guerra Mundial que, víctima de ese conflicto, ha degenerado en la locura, devastado por lo que sufrió allí, especialmente la pérdida de su amigo Evans.

La locura de Septimus Warren sirve a la escritora para conjurar sus propios miedos en relación a la locura y la muerte a la vez que lo contrapone con la vida trivial y sin problemas que vive la señora Dalloway.

Virginia Woolf sabe llevar la tensión que se produce entre estos dos personajes y sus respectivas historias de manera magistral y cómo, al final, ambos confluyen .

Como una especie de trabajos preparativos, la autora se permitió un bello juego literario ya que en torno a la novela, anticipándola y como posterior epígono, escribió siete cuentos. Son siete pequeñas historias que le sirven a Woolf para acercarse a los personajes secundarios de la novela principal, para mostrar el ambiente, la moda, la decoración y parafernalia de la fiesta de la señora Dalloway desde la perspectiva de quienes los organizan y de quienes asisten.

Pocos años después, en 1929, Virginia Woolf escribió su obra más identificativa: Un cuarto propio. En ella Virginia Woolf indicaba a las mujeres que no hay victimismo posible ni excusa para que la mujer no haga todo lo posible por cambiar su realidad; y les recuerda que «en nuestras manos está nuestro destino». Y les advierte «que no hay brazo en que apoyarnos y de que andamos solas y de que estamos en el mundo de la realidad y no sólo en el mundo de los hombres y las mujeres». Esto fue en 1929. Y ahí sigue su análisis, trágicamente actual, fino y certero en su realismo.

Rememorando los cien años de La señora Dalloway recordamos muchos años antes como el gran Gustave Flaubert argumentaba que para que la sociedad pudiera apreciar adecuadamente una innovación artística de hondo carácter revolucionario era preciso que transcurrieran unos 80 años.

En realidad no han hecho falta ni los 80 años que calculaba Flaubert, para constatar la hipnótica belleza, lo hermoso de la prosa en La señora Dalloway y la larga y fructífera influencia que viene ejerciendo en la literatura desde su aparición. Por eso es siempre una buena idea leer, o volver a leer, esta extraordinaria novela.

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